Serรญa exageraciรณn, pero podrรญamos aventurar que para la imaginaciรณn siempre es mรกs arduo quitar que poner. De acuerdo con esto, habrรญa que imaginar una existencia sin radio ni televisiรณn ni aviones ni antibiรณticos, debutan tranvรญa y bicicleta, sin licuadoras, sin celulares ni computadoras ni estufas de gas. Automรณviles, poquรญsimos, cine, una rareza, tocadiscos, un milagro, libros, poquรญsimos (y menos aรบn los interesados en leerlos), sin telรฉfonos, con apoteosis del telรฉgrafo y el ferrocarril. Ropa, inclusive camisas y zapatos, hecha a la medida, id est, carรญsima, no hay pavimento en las calles ni refrigeradores ni agua corriente, ciudad sin drenaje, nada es todavรญa de plรกstico o viene envuelto en celofรกn. Los noviazgos son largos, los adolescentes van a la escuela de saco, corbata y gorra, viajar a cualquier parte es largo y aventurado, la informaciรณn nacional e internacional es parca, escasa y llega con retraso.
Piรฉnsese en un pintor sin acceso a reproducciones en color de los cuadros, en pocos conciertos, sinfonรญas de Beethoven estrenadas en reducciรณn a dos pianos.
Tenemos que hacer el esfuerzo en que consiste, en parte, toda comprensiรณn histรณrica. Frente a la invasiรณn de las masas que vive el paรญs, poca gente, el de entonces fue un delicioso paraรญso demogrรกfico. Los intelectuales forman grupos reducidos en un mar de indiferencia, ignorancia y analfabetismo.
Percibida la situaciรณn no puede extraรฑarnos que hicieran รฉpoca en Mรฉxico una serie de conferencias, sรญ, conferencias, como las del Ateneo de la Juventud (ya solo la ingenuidad de este nombre representa una รฉpoca entera). Se trata de un grupo que pone alma y corazรณn en preparar unas plรกticas. ยฟCuรกntos asistirรญan a estas disertaciones? ยฟQuinientas personas?, ยฟmenos? La multiplicaciรณn de ofertas culturales y medios de difusiรณn, la televisiรณn y las computadoras, el alud de los demasiados libros, la rapidez, precisiรณn y abundancia de la informaciรณn no deben inducirnos a curvar sonrisitas arrogantes frente a las seis conferencias que el Ateneo de la Juventud celebrรณ los lunes de agosto y septiembre del emblemรกtico 1910, a las siete de la noche, en el salรณn de actos de la Escuela Nacional de Jurisprudencia, en las que Antonio Caso, Alfonso Reyes, Henrรญquez Ureรฑa, Vasconcelos y otros jรณvenes, igualmente serios y formales, tomaron la palabra.
Notable es la seriedad y el brรญo con que esta generaciรณn de escritores emprendiรณ sus estudios y trabajos pese a que el ambiente aparentemente era tan poco propicio. Podemos, sin embargo, preguntarnos: ยฟera en realidad poco propicio el ambiente cultural al tiempo de las fiestas del Centenario? La respuesta es no, de ninguna manera: recuรฉrdese que esa generaciรณn de escritores es tambiรฉn la de pintores como Rivera, Orozco, Siqueiros, mรบsicos como Ponce, cientรญficos como Sandoval Vallarta o Sotero Prieto, para no decir nada de mรฉdicos, abogados, polรญticos y militares. No, los elementos para el desarrollo sorprendente del arte y la cultura no estรกn en funciรณn de la riqueza material, la injusticia social ni, mucho menos, de las adelantadas tecnologรญas que configuran nuestro presente.
El teatro de 1910 no comparte ni el brรญo de los ateneรญstas. Ninguna de sus figuras mayores se consagrรณ al escenario, y el teatro no tiene ni de lejos su Orozco, su Lรณpez Velarde, su Ponce o su Maclovio Herrera. Es una lรกstima, pero asรญ es: el gran momento de transformaciรณn cultural no subiรณ a los escenarios. Condiciones habรญa; faltaron personas, talento, pasiรณn individual para adelantar contra viento, marea e indiferencia. Es indudable que a los del Ateneo les interesaba el teatro: habรญan leรญdo lo que habรญa que leer. Y quiรฉn va a negar la gracia y solvencia con que Alfonso Reyes, por ejemplo, se mueve en la tragedia รกtica (obsesiรณn generacional) o en el teatro de los Siglos de Oro ni que su oceรกnica obra incluya por aquรญ y por allรก observaciones agudas sobre la materia. Tampoco desoรญmos que un trabajo ambicioso de Reyes sea una extraรฑa, aunque muy poco teatral y hermรฉticamente autobiogrรกfica, obra de teatro en verso: Ifigenia cruel.
Pero la generaciรณn de Reyes no subiรณ profesionalmente a los escenarios, para eso habrรญa que esperar a los Contemporรกneos (Usigli, Novo, Villaurrutia, Celestino Gorostiza).
Es curioso, y muy del destino de la obra alfonsina, que la obra de Reyes que mayor favor del pรบblico lograra no fuera la elaborada y pensativa Ifigenia, sino otra que hizo jugando, Landrรบ, un divertimento gozoso y lleno de malicia que Juan Josรฉ Gurrola montรณ, con mรบsica de Rafael Elizondo, en la Casa del Lago en los aรฑos sesenta. ~
(Ciudad de Mรฉxico, 1942) es un escritor, articulista, dramaturgo y acadรฉmico, autor de algunas de las pรกginas mรกs luminosas de la literatura mexicana.