Samuel Ramos examina El laberinto de la soledad

Por mucho tiempo se pensó que Ramos había guardado silencio ante la obra de Octavio Paz, pese a la influencia que El perfil del hombre y la cultura en México había tenido en su análisis del mexicano. La publicación de un ensayo –hasta ahora desconocido– desmiente este mito y abre la puerta a un nuevo diálogo entre ambos escritores.
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El día 15 de febrero de 1950 se terminó de imprimir El laberinto de la soledad en los talleres de la editorial CVLTVRA, bajo el sello de Ediciones Cuadernos Americanos. El autor era el escritor de 35 años Octavio Paz. Esta obra, a decir de Enrico Mario Santí en la edición que hace para la editorial Cátedra, fue el verdadero primer libro de prosa que hizo Paz, el cual tuvo una respuesta moderada entre los intelectuales del momento. Según Santí, más bien fue un ninguneo porque apenas se publicaron –cosa no despreciable– seis reseñas de esa primera edición. Ninguna de ellas fue hecha por los interlocutores con los que Paz dialoga, en especial, Samuel Ramos, autor de El perfil del hombre y la cultura en México (1934). De acuerdo con Santí, el filósofo nunca le dedicó una reseña a Paz. Desde luego, Ramos no estaba obligado a hacerla, a pesar de la discusión de sus ideas en el texto del poeta. El hecho podría parecer como ninguneo salvo por la breve argumentación de Ramos en el ensayo de 1951 titulado “En torno a las ideas sobre el mexicano” que salió en Cuadernos Americanos, referencia que los estudiosos de Paz siempre traen a cuenta.

Pero ¿realmente Ramos, autoridad en la materia del mexicano en aquella época, guardó silencio durante más de un año sobre las ideas de Paz? Si bien es cierto que el filósofo no reseñó el libro, en cambio, le dedicó un ensayo entero: “Nuevas ideas sobre el mexicano” de junio de 1950 en La República. Órgano del Partido Revolucionario Institucional. El ensayo –hasta donde se sabe desconocido y que aquí presentamos– examina las opiniones pacianas. El análisis detallado que hace Ramos se detiene casi capítulo por capítulo. Solo debate sobre el sentimiento de soledad que puede interpretarse, más que como algo metafísico, como un desequilibrio entre la esfera social y el ámbito individual; también polemiza cuando habla de las cuestiones anómalas que se suelen estudiar sobre el mexicano, en lugar de investigar, por llamarlas de alguna manera, las manifestaciones normales; ellas mostrarían un cuadro más acabado del ser nacional. No obstante, Ramos recalca y elogia los argumentos de Paz, lo cual deja ver que el filósofo se congratulaba de tener un interlocutor serio en el tema.

Hay otra alusión que hace Ramos a la obra de Paz. En el ensayo “Actualidades de las investigaciones sobre el mexicano” de marzo de 1951, publicado también en La República, Ramos dice que la conciencia de la nacionalidad ha mermado debido a la descompensación entre el individuo y la sociedad, y de tal manera se explica “ese sentimiento de la ‘soledad’ que Octavio Paz ha descrito en un libro excelente sobre los mexicanos”. A continuación, da la referencia en la nota al pie: “Laberinto de la soledad, Ed. Cuadernos Americanos, México, 1950.” Así, Ramos veía el texto de Paz como una prodigiosa investigación sobre el carácter descompensado del mexicano. El filósofo exaltó siempre las ideas del poeta, a pesar de que tuviera algunas reservas acerca de ellas. Por otro lado, aunque Paz tampoco compartía las opiniones del filósofo, nunca dejó de reconocer el diálogo con su obra como lo sugiere en la entrevista que le hizo Claude Fell en 1975.

Paz señaló siempre la diferencia de posturas entre la vía psicológica de El perfil del hombre y la cultura en México y el examen moral de El laberinto de la soledad. Es cierto que ambos libros pretendían objetivos distintos. No obstante, hay que reiterar que el diálogo entre sus autores es evidente. Por lo menos, para la tercera edición de su principal trabajo (1951), Ramos modificó sus ideas hacia un optimismo y esto se debe no solo al paso del tiempo entre dos sexenios desde la segunda edición de su obra (1938), sino también a las lecturas que hizo, entre ellas el ensayo de Paz.

Ahora bien, cabe decir algo más sobre la relación entre la obra de estos intelectuales. Es de sobra conocida la polémica que se suscitó entre Emmanuel Carballo y Paz debido a la segunda edición de El laberinto de la soledad. En tal controversia, Carballo acusaba a Paz de plagio, entre otros cargos, y él se defendió al traer a cuenta las fuentes secretas, una de las cuales era el libro más famoso de Ramos. Tal vez el ensayo que ahora se presenta hubiera zanjado la querella. Pero es probable que no lo conocieran pues ninguno lo refiere, a pesar de que mostraba la infundada acusación contra Paz, por lo menos en lo que toca al plagio de Ramos. Es posible afirmar que no hay tal cosa ya que el autor de “Nuevas ideas sobre el mexicano” en ningún momento denuncia algo por el estilo. Aunque no debe pasarse por alto el uso del filósofo como fuente secreta en otro texto de Paz, a saber, Xavier Villaurrutia en persona y en obra (1978), en donde se retoman las noticias de la filosofía alemana a través del ensayo de Ramos “La preocupación de la muerte” publicado en 1939 en la revista Letras de México.

Es importante hablar sobre la publicación en donde salió el ensayo y acerca de los criterios empleados para reeditarlo. Como ya se dijo, salió a la luz en el número 32 (15 de junio de 1950) de la revista La República. La publicación, dirigida por Moisés Ochoa Campos, aparecía quincenalmente; era auspiciada por el partido oficial en el poder: el PRI. Si bien su principal contenido era político, también abarcó textos de literatura, cine, filosofía, historia, etc. Dado el carácter propagandístico de la revista es posible que, en principio, no formara parte del panorama común de lecturas de los intelectuales. De hecho, actualmente son pocos los estudios académicos que hay sobre ella. A pesar de esto, contiene ensayos de varios escritores de la talla de Alfonso Reyes, Agustín Yáñez, José Luis Martínez, José Vasconcelos, Julio Jiménez Rueda, Margarita Paz Paredes, María Elvira Bermúdez, y más. También hay otros trabajos del mismo Ramos que no fueron retomados en su obra completa. De estos últimos hay que llevar a cabo una edición. Para muestra de lo que preparo con esos textos baste este botón de “Nuevas ideas sobre el mexicano”.

El ensayo de Ramos no se encuentra en alguna edición de su obra, ni en la que hizo la Universidad Nacional Autónoma de México ni en la que posteriormente realizó El Colegio Nacional. Tampoco es citado o aludido por diversas investigaciones sobre el filósofo. Por ejemplo, trabajos tan importantes como Una cultura derivadaEl filosofar sobre México de Samuel Ramos (2002) de Marco Arturo Toscano o Samuel RamosLa pasión por la cultura (1997) de Raúl Arreola Cortés no lo consignan. Era necesario hacer una reedición del texto. En ella se corrigieron erratas menores; las citas se han cotejado con los originales; se han añadido notas a pie de página que no están en el original. Agradezco la transcripción del texto a la licenciada Hebe Ángela Pulido Domínguez quien, además, elabora una investigación sobre La República. También estoy en deuda con el doctor Evodio Escalante quien me hizo valiosos comentarios, al igual que con el doctor Guillermo Sheridan quien leyó una primera versión del trabajo. ~

– H. A.

Nuevas ideas sobre el mexicano
Por el Dr. Samuel Ramos

Hemos llegado en el desarrollo de nuestra cultura a un momento de madurez, en que se inicia un florecimiento de las investigaciones sobre el hombre mexicano. El que esto escribe abrió la brecha hace dieciséis años publicando un libro que apareció entonces como una voz aislada.

{{La primera edición de El perfil del hombre y la cultura en México es del año 1934. Se terminó de imprimir, según el colofón, el 6 de diciembre en la editorial Imprenta Mundial. La segunda edición apareció el 8 julio de 1938 en la editorial Pedro Robredo y la tercera, la más conocida, en Espasa-Calpe Argentina el 17 de diciembre de 1951. Después la UNAM elaboró una cuarta edición, póstuma, bajo el cuidado de Mario Casas y Jesús Arellano; salió el 15 de agosto de 1963. Hay que considerar que cada edición varía y que falta hacer un cotejo que redunde en una edición crítica del libro. También sería indispensable atender a los ensayos que conformaron el libro. Se ha supuesto que “La cultura criolla” es el primer avance que salió en la revista Contemporáneos en los números 38 y 39 de 1931. Luego vendrían los ensayos polémicos de 1932 en la revista Examen que dirigió Jorge Cuesta. Pero ya desde 1930 Ramos había empezado a enunciar sus ideas acerca del mexicano en el ensayo “Nacionalismo y cultura” en la revista Bandera de Provincias en la primera quincena de enero de ese año.}}

 Sin embargo, me atrevería a suponer que durante este tiempo ha ejercido una acción continuada que quizá tenga algo que ver con el interés generalizado que hoy se manifiesta en favor del conocimiento del mexicano. Las contribuciones a este tema surgen de diversos campos de las actividades intelectuales. Ya hace algunos años la cuestión ha sido tratada desde el punto de vista de la psicología técnica, mediante la aplicación de pruebas de diversa índole a ciertos grupos de hombres con el fin de averiguar estadísticamente algunos índices psíquicos. Tales son, por ejemplo, los trabajos de José Gómez Robleda, así como los estudios sobre la mentalidad indígena emprendidos por Ezequiel Cornejo.

{{ Sobre José Gómez Robleda [1904-1987] y Ezequiel Cornejo Cabrera véase Historias secretas del racismo en México [2007] de Beatriz Urías Horcasitas, México, Tusquets.}}

 Deben contarse también como importantes contribuciones a este estudio varios trabajos sobre sociología mexicana de algunos especialistas, que tienen como precedente los ensayos que comenzó hace varios años Daniel Cosío Villegas, pero que hoy se ha orientado más bien hacia los trabajos de interpretación histórica.

{{El libro de tres volúmenes Sociología mexicana [1924] de Cosío Villegas es un antecedente en las investigaciones acerca del mexicano. Además, en artículos que el historiador publicó durante la década del veinte en la revista Hoy puede encontrarse un empleo de la filosofía de José Ortega y Gasset para explicar la condición social del mexicano. Por otro lado, Cosío Villegas fue amigo de Ramos y lo acompañó en diversos momentos. Ambos publicaron en Hoy, también fueron profesores de la Escuela Nacional Preparatoria y coincidieron en su viaje a Europa. Cosío Villegas habla de ello en su Memorias [1976].}}

 A este respecto debe mencionarse la labor del Instituto de Investigaciones Sociales, que se da a conocer mediante sus publicaciones, y la Revista de Sociología Mexicana que dirige el Dr. Lucio Mendieta y Núñez. El año pasado los jóvenes del grupo Hiperión desarrollaron, desde el punto de vista filosófico, una serie de conferencias sobre el tema “¿Qué es el mexicano?”, en la que participaron con valiosos trabajos Leopoldo Zea y Agustín Yáñez.

{{ En el número 36 de octubre-diciembre de 1949 de la revista Filosofía y Letras las “Noticias de la Facultad de Filosofía y Letras”, firmadas por [Juan] Hernández Luna, dan testimonio de estas conferencias: “El Departamento de Extensión Universitaria y el grupo filosófico Hiperión organizaron en los meses de octubre y noviembre un ciclo de 9 conferencias sobre ‘¿Qué es el mexicano?’, que tuvieron lugar en el aula ‘José Martí’ de la Facultad de Filosofía y Letras, conforme al siguiente programa: Emilio Uranga, ‘Discreción y señorío en el mexicano’ [lunes 10]; Agustín Yáñez, ‘Decentes y pelados’ [viernes 14]; Luis Villoro, ‘La doble faz del indio’ [lunes 17]; Salvador Reyes, ‘Las dos Américas: móviles y motivos’ (viernes 21); Leopoldo Zea, ‘Responsabilidad del mexicano’ [lunes 24]; Ricardo Guerra, ‘México: imagen y realidad’ [viernes 28]; Jorge Portilla, ‘Comunidad: grandeza y miseria del mexicano’ [lunes 31]; Fausto Vega, ‘El mexicano en la novela’ [viernes 4]; Samuel Ramos, ‘Ideas en torno del alma mexicana’ [lunes 7].”}}

 Las ideas de este último, aún no publicadas en libro, sobre el tema del resentimiento, constituyen una valiosa aportación al conocimiento y valoración de los mexicanos.

((Yáñez estudió profesionalmente filosofía. Llegó a obtener el grado de maestro en filosofía en 1951. Es cierto, como dice Ramos, que formalmente no publicó un libro de filosofía. Sin embargo, se han empezado a rescatar los ensayos filosóficos del jalisciense que aparecieron en revistas y periódicos. Los más recientes son: “Dos ensayos sobre Heidegger de Agustín Yáñez” [2020], en Theoría. Revista del Colegio de Filosofía, núm. 38, pp. 225-249, e “Intencionalidad” [2020], en Acta Mexicana de Fenomenología. Revista de investigación filosófica y científica, núm. 5, pp. 365-380.))

No es mi propósito en este artículo hacer una reseña completa de los trabajos que se realizan sobre el mexicano, por eso el lector pudiera advertir algunas omisiones. Mi intención se limita a poner de manifiesto que al propagarse el tema se ha convertido en una atmósfera de ideas que es de esperarse aumente y vigorice los esfuerzos de todos los que se hallan ocupados y preocupados por esta cuestión vital. Un síntoma de esta quietud –que no debe considerarse como obra de una moda caprichosa, sino de una profunda necesidad histórica de nuestro espíritu– es la aparición del libro de Octavio Paz titulado El laberinto de la soledad que es uno de los intentos más logrados y más serios para descifrar ciertas extrañas manifestaciones del alma mexicana.

{{ Es oportuno señalar que las diferencias entre la primera y la segunda edición de El laberinto de la soledad son relevantes. Por ejemplo, en la primera elogia a Jaime Torres Bodet y a Yáñez, cercanos a la burocracia del poder y del PRI. En la segunda no son mencionados. Probablemente Paz los quitó por diferencias tanto personales como ideológicas.}}

Me parece que los aciertos de este libro de Octavio Paz, escrito en París, dando por supuesto sus capacidades intelectuales y su dominio de un estilo literario, han sido favorecidos por una perspectiva lejana, que no solo exalta el recuerdo de la patria, sino que afina la visión de muchas cosas que, para el que vive entre ellas, aparecen confusas o no son advertidas, por falta de una distancia y un punto de comparación adecuados. Octavio Paz es conocido como poeta, pero en este libro se revela además una capacidad filosófica, que para ejercitarse requiere una penetrante observación de la vida humana y cierta reflexión disciplinada para analizarla y lograr su explicación o interpretación.

((La cercanía de la obra de Paz con la filosofía ha sido estudiada por Evodio Escalante en Las sendas perdidas de Octavio Paz [2014], México, Ediciones Sin Nombre.))

Poco más de la mitad del libro se ocupa en tratar aquellos aspectos de la vida mexicana que parecen serle peculiares y exclusivos, por lo menos en razón de su carácter anómalo, afirmado por los propios individuos que lo muestran como la nota singular de lo mexicano. Al exponer el caso de los pachucos, Octavio Paz descubre una voluntad de singularizarse aun obstinadamente, que es tal vez un rasgo muy común en los mexicanos: “Lo característico del hecho reside en este obstinado ser distinto, en esta angustiosa tensión con que el mexicano desvalido, huérfano de valedores y de valores –afirma sus diferencias– frente al mundo.”

{{Cita de la página 14 de la primera edición de El laberinto de la soledad. En tal edición dice “en este obstinado querer ser…” y la frase “huérfano de valedores y de valores” es la que va entre los guiones.}}

El capítulo sobre los pachucos constituye el primer intento, que yo sepa, de interpretar seriamente este extraño fenómeno, y da ocasión al autor a exponer una de sus ideas centrales que es la de la soledad del mexicano. “Pero más vasta y profunda que el sentimiento de inferioridad yace la soledad, es imposible identificar ambas actividades: sentirse solo no es sentirse inferior sino distinto. El sentimiento de la soledad no es una ilusión –como a veces lo es la inferioridad– sino la expresión de un hecho real: somos de verdad distintos. Y de verdad estamos solos.”

((La cita viene de la página 18 y tiene ligeros cambios respecto al texto de Paz: “Pero más vasta y profunda que el sentimiento de inferioridad, yace la soledad, es imposible identificar ambas actitudes: sentirse solo no es sentirse inferior, sino distinto. El sentimiento de soledad, por otra parte, no es una ilusión –como a veces lo es el de inferioridad–, sino la expresión de un hecho real: somos, de verdad, distintos. Y, de verdad, estamos solos.”))

En el capítulo final vuelve sobre el tema para explicar que el sentimiento de la soledad no es rasgo exclusivo de los mexicanos sino de todos los hombres. Octavio Paz propone de este sentimiento una interpretación de alcance metafísico, pero en verdad me parece que su origen se encuentra en una descompensación entre el sentimiento social y el de la individualidad, en que el debilitamiento del primero ocasiona la exaltación del segundo. La soledad resultaría entonces de la afirmación excesiva de la individualidad.

Otro capítulo se dedica al estudio de las fiestas populares como la de Todos Santos y Muertos. Paz examina ciertas costumbres mexicanas buscando en ellas los rasgos característicos de nuestro espíritu, tratando de confirmar sus observaciones con datos de la literatura, el arte y el drama. En el capítulo sobre los hijos de la Malinche, con todo atrevimiento, desarrolla un análisis fenomenológico de una de las palabras más usuales en el lenguaje insolente.

En los capítulos restantes se ocupa en hacer una interpretación de la historia de México en relación con el propósito fundamental del libro, que es trazar la caracterología del mexicano. “En suma –dice–, la historia podrá esclarecer el origen de muchos de nuestros fantasmas, pero no los disipará. Solo nosotros podemos enfrentarnos a ellos. O dicho de otro modo: la historia nos ayuda a comprender ciertos rasgos de nuestro carácter, a condición de que seamos capaces de aislarlos y denunciarlos previamente. Nosotros somos los únicos que podemos contestar a las preguntas que nos hacen la realidad y nuestro propio ser.”

El libro contiene muchas acertadas observaciones, como el “ninguneo”, el culto de la forma, el disimulo, etc., etc. Parece que Paz se inclina a creer que muchos de los aparentes rasgos característicos de los mexicanos son una máscara que en realidad esconde el verdadero carácter mexicano.

La obra de Octavio Paz constituye una valiosa aportación al esclarecimiento de la conciencia del mexicano. Sin embargo, quedan todavía aspectos de la vida que deben ser examinados e interpretados para obtener un cuadro más acabado de nuestro ser. ¿Pero cuáles son estos aspectos? Tengo la impresión de que se ha insistido demasiado en los rasgos anómalos del carácter del mexicano, que justamente por su anomalía son los más notorios a primera vista. Es cierto que la interpretación de tales anomalías ha permitido descubrir lo que hay de ficción en nuestro carácter nacional. Pero me parece que ha llegado el momento de considerar principalmente las manifestaciones, por decirlo así, normales de la vida mexicana. Esta actitud en la investigación se justifica por el hecho de que nuestra historia está entrando en un momento de equilibrio y de organización que supera en muchos puntos los conflictos y las tensiones violentas que afectaban el espíritu mexicano. Una prueba de ello es el florecimiento cultural que presenciamos actualmente. Este acontecimiento, junto con un indudable progreso material del país, parece ir curando nuestro sentido de inferioridad. Tal vez una revisión de nuestra historia y un enjuiciamiento de ella con una conciencia más clara y profunda de lo que somos, una valoración de nuestra cultura, sin el sentimiento de inferioridad, nos conduzca a una visión más positiva y más optimista de nuestro futuro destino. ~

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es doctorando en el posgrado de humanidades de la UAM-Iztapalapa. Trabaja en una edición de los ensayos de Agustín Yáñez y es estudiante asociado del Instituto de Investigaciones Filosóficas de la UNAM con un proyecto sobre Samuel Ramos.

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(Zitácuaro, Michoacán, 1897-Ciudad de México, 1959) fue un filósofo mexicano y miembro de El Colegio Nacional.


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