Un constante estado de imaginaria

Aunque nadie me pensรณ, sรฉ que soy porque soy capaz de emitir sonidos y pronunciar palabras, doblo las rodillas si quiero y soplo las heridas cuando me duelen.
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Estar en el hogar pero con el cuerpo y la cabeza preparada para irse. Desde el momento en el que reciben la llamada, los que estรกn de imaginaria tienen 45 minutos para llegar al aeropuerto. La imaginaria, o โ€œHome Stand Byโ€, es, entre otras, la guardia que a veces les toca hacer a los tripulantes de cabina de las aerolรญneas. Muchos de ellos deciden mudarse a barrios residenciales cerca del aeropuerto con la intenciรณn de reducir al mรญnimo los madrugones y supongo, tambiรฉn, las posibilidades de liarla parda. Como una hibernaciรณn en vida, en las ciudades dormitorio nunca pasa nada. No sรฉ si por ser hija de auxiliares de vuelo, pero siento que รบltimamente vivo justo ahรญ, en un constante estado de imaginaria.

Nadie pensรณ en mรญ antes de mรญ. Nacรญ milagrosa en el seno de una familia ya hecha: habรญa padre, madre y dos hijas. Del 99% de posibilidades que tenรญa mi santa madre de no engendrar, engendrรณ. Antes de mรญ habรญa vacรญo, ninguna expectativa, ni miedos ni esperanzas. Simplemente fui y, de momento, soy. Aunque nadie me pensรณ, sรฉ que soy porque soy capaz de emitir sonidos y pronunciar palabras, doblo las rodillas si quiero y soplo las heridas cuando me duelen.

Cuando tenรญa cinco aรฑos, compartรญa piso con otras cuatro personas en uno de esos barrios dormitorio de la periferia madrileรฑa. Durante las guardias de mis padres, sin cine, restaurantes o grandes planes, el entretenimiento se concentraba en las discusiones entre los convivientes: se alzaban la voz, movรญan las manos y los brazos y, si me pillaban de por medio, me utilizaban como arma arrojadiza. ยฟQuiรฉn, en su sano juicio, aceptarรญa convivir con un matrimonio y dos hermanas adolescentes? Se gritaban acerca de cuestiones importantes como la conciliaciรณn laboral, la educaciรณn de las niรฑas o la รบltima factura de luz. Y sobre otras mรกs banales como la desapariciรณn de un vestido de flores, el exceso de sal en la sopa, el no sรฉ quiรฉn dijo quรฉ o que mi hermana puso los ojos no sรฉ cรณmo. Ninguna de ellas me importaba.

Me metรญa entonces en el baรฑo, me bajaba los pantalones y, mientras fingรญa que hacรญa pis, pensaba en la nada. Cerraba los ojos e imaginaba que no pensaba porque no habรญa nacido aรบn, porque las ligaduras de trompas no habรญan fallado, porque mis padres no existรญan, porque mis abuelos tampoco, porque no habรญa seres humanos en la Tierra, ni gallinas ni peces abisales, ni amebas ni procariotas porque el planeta no se habรญa creado, porque el sistema solar tampoco, porque el Big Bang… y entonces el vacรญo, el negro, la nada. La nada. La nada.

Pensar en la nada se materializaba en ese nudo rasposo que nos aparece a todos en el estรณmago alguna vez en la vida. Lo hacรญa crecer hasta que le nacรญan uรฑas. Y sentรญa los araรฑazos por dentro a medida que se expandรญa por todo mi cuerpo. Era un malestar tan grande que todo lo demรกs dejaba de tener sentido. El nudo uรฑero subรญa hasta mis pulmones y bajaba hasta los pies, donde finalmente desaparecรญa. Y me gustaba. No me habรญa comprado mi madre mi primer top y ya era una niรฑa Nietzsche: nihilista, aburrida, bigotuda. Un dรญa, una de mis hermanas supo que algo hacรญa porque lo notรณ en mi cara de calmada. Y se preocupรณ. Me sentรณ en la mesa de la cocina y, con restos de un bocadillo de chocolate con plรกtano entre los dientes, dijo: โ€œCuidado con eso que haces en el baรฑo que te puede dar un teleleโ€. Despuรฉs, se sacรณ un hilillo del plรกtano por una de las comisuras y lo tirรณ. No sรฉ a quรฉ se referรญa exactamente. La escuchรฉ como si fuese una bombilla.

Vuelvo ahora a esos dรญas de imaginaria, a toquetearme los bolsillos porque no sรฉ detectar lo que me falta โ€“llaves, mรณvil, auriculares, carteraโ€“. A no ser que hagamos uso de ello cada dรญa โ€“llaves, mรณvil, auriculares, carteraโ€“ lo que no utilizamos, lo que no forma parte de nuestra vida, no lo nombramos. Si te falta un destornillador de estrella, no lo sabrรกs. Si no necesitaste nunca Telegram, no lo dirรกs en alto. Si careciste de amor durante la infancia, no podrรกs verlo. Si tienes ausencia de neuronas, tampoco. No sabemos si es por el trabajo, si es por la pandemia, la infelicidad consciente, la llamada en 45 minutos de un vuelo que no llega. โ€œConocemos los objetos silenciosos golpeรกndolos. El hielo es delgado, la caja estรก vacรญa, la pared es huecaโ€ decรญa R. Murray Schafer. โ€œNunca vi un sonidoโ€ dijo รฉl, โ€œnunca vi una ausenciaโ€ pienso ahora.

Golpeo las molduras de mi casa confiando que me griten lo que falta mientras espero haciendo imaginaria de un viaje o una vida que no voy a tener. Quiero volver al baรฑo, al nudo y al vacรญo, a la falta de expectativas, miedos o esperanzas. Y fingir que hago pis.

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Jimena Marcos es editora jefa de Podium Podcast.


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