Curioso que quince segundos de mujer curvilínea (como dicen los clásicos) hayan enviado a la trastienda dos horas de dizque debate.
El alboroto generado por la evidente edecán es proporcional a la gazmoñería mexicana.
La política, se diría, debe ser asexuada… ¿por qué?
Me tengo por feminista y deploro toda representación de la femineidad que no respete, y no digamos propicie, el esencial misterio de ese género.
Algo tuvo, sin embargo, de poético, en tanto que descuadró una realidad establecida. Porque precisamente no era ni el sitio ni el momento para un despliegue tan avasallador de voluptuosidad, celebro lo inesperado y subversivo del asunto. Fue una yuxtaposición –casi lautreamontana– de las redondeces de la carne sobre las cuadradas encuestas y las heladas urnas.
Por cálculo o imprevisión el azar estuvo representado por esa muchacha ostentosamente neumática. “Yo sólo llevaba la urna”, dijo, sin percatarse de que se había propuesto como alegoría de la democracia.
El jefe de no sé que FIFE o FUFIFE ya se declaró “visiblemente molesto”. Un alarido gazmoño de sacristía ante una chica visiblemente inmodesta.
Como dijo Publius Vergilius Maro: non pectus pascuntur. ¿No le molesta más el pasmoso dispendio de su institución y su terrible carga a los contribuyentes? El debate solo costó 244 millones.
¿Cómo saben los irritados que la chica iba desprovista de un ropaje adecuado? Porque antes de molestarse la vieron, analizaron, analguizaron, atetizaron y amuslearon.
Un consejero del IFE dice que la evidente edecán “presentó un arquetipo de mujer desafortunado”. No se puede: todo arquetipo, por serlo, para serlo, es afortunado.
Una consejera agrega que “el debate es un espacio formal de incierta solemnidad”. Yo vi cuatro mediocres promocionando un producto que consideran de primera necesidad –ellos mismos– dilapidando millones de pesos ajenos.
Rara cosa nuestro país, uno en el que basta oprimir un botón del control remoto para “accesar” canales de televisión donde la venta de estereotipos tetones le da el pecho a una población aturdida.
La tele, las revistas en los puestos, el país está saturado de “arquetipos” desafortunados.
Lo unico que sobrepasa a las estrellitas mercando pectorales y nalgatorios, bajo la vigilancia de sus padrotes comerciales y mercantiles, son los políticos mercando futuro promisorio. ¿Se habrán indignado porque no toleran la competencia?
La intrusión de la redonda realidad en el debate debería haber sido bienvenida.
La evidente edecán es un avatar de las tetonas sacrosantas que prohijan, amamantan, protegen a la Patria. La Niké mediterránea que llamamos el “ángel de la independencia”. La gorda autóctona del libro de texto gratuito. La Diana cazadora. Mi gorda santa del Parque México. Y Sara García y Sarita Montiel y Sara “uva en sazón” y hasta la bella durmiente Iztaccihuátl. Tetas prominentes por doquier.
La ira del IFE y demás gazmoños es que, a fin de cuentas, jalaron más un par de tetas que cuatro propuestas.
Es un escritor, editorialista y académico, especialista en poesía mexicana moderna.