A la muerte del Papa Juan Pablo II, la Iglesia Catรณlica quedรณ en manos de Benedicto XVI, un pontรญfice que carecรญa del ethos que habรญa convertido a Karol Wojtyla en un referente internacional. El eje discursivo y de identidad de Juan Pablo II habรญa sido la defensa de la libertad, lo cual le dio un papel preponderante en la narrativa de la lucha contra la opresiรณn del comunismo en Europa. Su sucesor, Benedicto XVI, no logrรณ construir un discurso que entusiasmara a los fieles y renovara ese liderazgo, y terminรณ renunciando, abrumado por una responsabilidad que rebasรณ sus fuerzas.
Fue entonces que llegรณ el Papa Francisco. El Pontรญfice argentino asumiรณ su encargo como un CEO que toma las riendas de una entidad multinacional con dos mil aรฑos de antigรผedad y mรกs de 1,200 millones de seguidores que enfrentaba una grave crisis. Como lo describiรณ The Economist, haciendo un sรญmil empresarial, cuando Francisco fue electo para dirigir la Iglesia Catรณlica: los competidores evangรฉlicos le estaban arrebatando mercado, los escรกndalos asustaban a los clientes y desmoralizaban al personal, y las finanzas estaban de cabeza, porque el Banco Vaticano estaba plagado de corrupciรณn e incompetencia.Seguramente el fundador de la “empresa” debe haber estado bastante molesto y preocupado. Y Francisco lo supo desde el primer dรญa. Por eso, asumiรณ el papado decidido a convertirse en un CEO diferente, una especie de Steve Jobs de la religiรณn, que con un estilo distinto de liderazgo estรก trayendo aires de innovaciรณn a una de las instituciones mรกs cerradas e insulares del mundo.
Hay tres virtudes del discurso del Papa que son dignas de resaltar.
La primera es la claridad en el “por quรฉ”. Como lo he comentado en esta bitรกcora, los grandes lรญderes inspiran con sus discursos cuando tienen muy claro por quรฉ hacen lo que hacen. Tienen certeza en el propรณsito, el ideal que les mueve. Estรกn convencidos de su causa y por eso son capaces de convencer a otros. En el caso del Papa Francisco, ese por quรฉ es llevar la Iglesia a quienes mรกs lo necesitan, las personas que viven y sufren el maltrato y el desprecio de la sociedad: los pobres, los olvidados, los discriminados. En el breve y poderoso discurso pronunciado en el cรณnclave de obispos que lo eligiรณ pontรญfice, Francisco dijo: “el รบnico propรณsito de la Iglesia es salir de sรญ misma y darle al mundo la buena noticia de Jesucristo, ir a las periferias, no solo las geogrรกficas, sino tambiรฉn las existenciales: las del pecado, el dolor, la injusticia, las de la ignorancia y la indiferencia religiosa […] pero la Iglesia se ha encerrado en sรญ misma, se ha vuelto autorreferencial y eso la enfermรณ […] El prรณximo Papa deberรญa ser alguien que ayude a la Iglesia a salir hacia las periferias existenciales”.
La segunda virtud es comprender que tiene que hablar el lenguaje de su audiencia. Consciente de que uno de los problemas de la Iglesia es su lejanรญa con las realidades de la mayorรญa de sus fieles, Francisco se propuso cambiar radicalmente el estilo de comunicaciรณn papal a fin de que su mensaje llegue mรกs lejos: “Es importante recordar que hoy el lenguaje de los jรณvenes es direrente que en el pasado. Aquellos que trabajan con los jรณvenes no pueden conformarse con decirles cosas ordenadas, estructuradas y como recitadas. Esto les entra por un oรญdo y les sale por el otro. Necesitamos un nuevo lenguaje. Una nueva manera de decir las cosas.” Y vaya que ha cambiado el tono del discurso de la Iglesia. En vez de condenar, Francisco se pregunta “¿Quiรฉn soy yo para juzgar?” Con esa simple pregunta, ha puesto sobre la mesa la idea de que, por ejemplo, las personas divorciadas o las homosexuales no deben ser excluidos por la fe catรณlica.
La tercera virtud es el poder del ejemplo. Para que un discurso sea creรญble no bastan los argumentos racionales (logos) o emocionales (pathos). La personalidad, la esencia del orador (ethos) tiene tambiรฉn que estar alineada con las palabras. Y el Papa Francisco es un caso de un ethos que potencia el discurso. Si predicas humildad, debes ser humilde. Ya desde que era obispo auxiliar de Buenos Aires, el Papa daba muestras de una profunda vocaciรณn de servicio al recorrer las “villas miseria” de la capital argentina, ayudando a los mรกs pobres a luchar contra las adicciones y la violencia. Las anรฉcdotas de cรณmo al asumir el papado llamรณ por telรฉfono a su amigo el vendedor de diarios para que le cancelara las entregas a domicilio, o de cรณmo se negรณ a hacer uso del palacio pontificio y prefiriรณ vivir en un sencillo departamento, retratan a un Papa decidido a hacer lo que dice, a predicar con el ejemplo. Por eso tiene credibilidad cuando dice en sus discursos que “el verdadero poder es el servicio”.
Sin duda, como ocurre con muchos lรญderes, el reto del Papa Francisco es transformar sus ideas y su discurso en acciรณn concreta y legado duradero. Cambiar una instituciรณn basada en el dogma no es tarea fรกcil. Pero al igual que con Juan Pablo II, es un hecho que la Iglesia Catรณlica no serรก la misma despuรฉs del pontificado de Francisco. Ojalรก las inercias y los intereses poderosos puedan ser superados por la inteligencia y fe contagiosa del Papa. Y espero que los lobos del Vaticano no le terminen diciendo lo mismo que el lobo a San Francisco de Asis en el famoso poema de Rubรฉn Darรญo: “vete a tu convento, hermano Francisco, sigue tu camino y tu santidad.”
Especialista en discurso polรญtico y manejo de crisis.