Beisbol y estadĂ­sticas

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Sobre el diamante

El beisbol, cuyos adeptos parecen despertar en México luego de largas temporadas de tribunas semivacías, es un deporte espectacular que en mucho depende de las facultades físicas y de la destreza técnica de sus practicantes, pero también —no en último lugar— del despliegue de su inteligencia. De ahí que los mejores partidos sean los conocidos como "duelos de pitcheo", juegos cerrados, de muy escasas anotaciones, que suelen ser decididos por el buen fildeo o por el homerun solitario.
     En el beisbol —como en ningún otro deporte de conjunto— los números hablan, se activa la memoria, se forjan las leyendas. Lamentablemente es imposible reconstruir, en este sentido, las estadísticas de las Ligas Negras norteamericanas, existentes mientras en las Ligas Mayores se mantuvo absurdamente la "barrera del color" (traspuesta en 1947 por el segunda base de los Dodgers de Brooklyn, Jackie Robinson). Aquellas ligas —de las que la mexicana pudo sacar provecho, importando a sobresalientes figuras, en tiempos del empresario Jorge Pasquel—, junto a la cubana, contaron en sus equipos con jugadores de leyenda. La memoria trae, desordenadamente, los nombres de Josh Gibson, Martín Dihigo, Roberto Ortiz, Ray Mamerto Dandridge, James Cool Papa Bell, Leon Day, Theolic Smith, Burnis Wright, Cristóbal Torriente, Silvio García, Ramón Bragaña, Luis Olmo. ¿Qué aficionado que haya sabido de ellos podría sustraerse a la seducción de su leyenda? A la República Dominicana, al comenzar la Gran Depresión norteamericana, el dictador Trujillo llevó grandes jugadores de las Ligas Negras, provocando en éstas caos y suscitando en su país una mayor afición y el enriquecimiento de una tradición cuyos frutos se disfrutan hoy en las Ligas Mayores.
     Los números hablan: dan cuenta de las dilatadas hazañas de lanzadores como Nolan Ryan, que actuó durante 27 temporadas, o como la del pitcher negro Satchel Page, que llegó a las grandes ligas a sus 42 años para ganar seis juegos y perder uno en su primera temporada, y que dejaría los diamantes siendo casi un sexagenario. Entre los pitchers hay un grupo que puede ser considerado como el de los cinco grandes, integrado por el propio Page, Christy Mathewson, Walter Johnson, Grover Alexander y Cy Young. Luego de ellos han llegado a la cima desde el breve montículo personajes de ayer y hoy, que la memoria nos devuelve felizmente. Cito en desorden cronológico: Whitey Ford, Lefty Grove, Vic Raschi, Sandy Koufax, Sal Maglie, Warren Spahn, Nolan Ryan, Ed Walsh, Three Fingers Brown, Adie Joss, Steve Carlton, Gaylord Perry, Tom Seaver, Allie Reynolds, Bob Lemon, Bob Gibson, Bob Feller, Don Drysdale, Early Wynn, Sam McDowell, y los salvadores, algunos todavía activos: John Franco, Dennis Eckersley, Randy Myers, Jeff Reardon, Rollie Fingers, Jeff Montgomery, Doug Jones, Rich Aguilera, hombres que llegan al rescate cuando la pelota está caliente, participan en más de mil juegos, en promedio lanzan menos de dos entradas por aparición y son ganadores o perdedores de un partido menos del 25% de las ocasiones. Los cerradores son pitchers de buen control, nervios muy templados, muy buenos ponchadores. Entre los abridores en activo no podrá olvidarse a Roger Clemens (que ha ganado cinco veces el premio Cy Young al mejor lanzador), a Greg Maddux, al dominicano Pedro Martínez (la nueva gran figura), Tom Glavine, Dave Cone y, ya de salida, Orel Hershiser y Dwight Gooden. En el pitcheo existen marcas que parecen insuperables: las 7,355 entradas tiradas por Cy Young, las 511 victorias alcanzadas por este héroe de las escuadras de Cleveland y Boston, las carreras limpias admitidas por Ed Walsh (1.81), el porcentaje de ganados y perdidos de Ford (.690), el número de ponchados por Ryan (5,714), el ritmo de ponchados de Randy Johnson (once por nueve entradas), el número de victorias de Jack Chesbro (41, obtenidas en 1904), los ponchados por juego de Sandy Koufax durante su carrera tan corta como brillante con los Dodgers (un promedio de 9.28, sólo inferior a los 9.55 de Ryan y desde luego a los 10.60 que mantiene el zurdo Randy Johnson ahora con los Diamantes de Arizona). Los números hablan y los mitos florecen también entre bateadores. Para mí los cinco mejores del siglo han sido Babe Ruth (del que dicen que construyó el Yankee Stadium, al tiempo que consolidó la magia de este deporte), Ty Cobb, Roger Hornsby, Ted Williams y Lou Gehrig, sin olvidar a Honus Wagner, Eddie Collins, Joe Jackson, Ed Delahantay, Tris Speaker, Billy Hamilton, Willie Keeler, Nap Lajoie, Al Simmons, Stan Musial, Joe Dimaggio, Mickey Mantle, Jimmie Foxx, Mel Ott, Hank Greenberg, Ralph Kiner, Jackie Robinson, Willie Mays, Frank Robinson, Harmon Killebrew, George Sisler, Harry Heilman, Roberto Clemente, Pete Rose y, entre los activos, Tony Gwyn, Wade Boggs, Cal Ripken Jr., Rickey Henderson, Ken Griffey Jr., Marck McGwire, Sammy Sosa, Barry Bonds, Larry Walker, Frank Thomas, Albert Belle, Juan González, José Canseco… Los números hablan: los 714 homeruns de Babe Ruth fueron conectados en muchas menos veces al bat que los 755 de Hank Aaron, y la frecuencia de sus grandes batazos no ha sido alcanzada. McGwire, por su parte, tiene cinco temporadas con cincuenta o más homeruns. Sólo diez bateadores retirados han superado esa barrera: Ruth (sesenta, en 1927), Roger Maris (61, en 1961), Foxx (58, en 1932), Greenberg (58, en 1938), Mantle (54, en 1961), Wilson (56, en 1930), Kiner (54, en 1949), Mays (52, en 1965), George Foster (52, en 1977), Mize (51, en 1947); entre los activos lo han hecho McGwire (que llegó a setenta la temporada pasada), Sosa (66, en 1998), Griffey Jr. (56, en 1997 y 1998), Cecil Fielder (51, en 1990), Greg Vaughn (cincuenta, en 1998), Albert Belle (cincuenta, en 1995).
     Jugando con los números llegamos a resultados asombrosos: si McGwire jugara 22 temporadas superaría los ochocientos cuadrangulares. Griffey, con menos turnos, podrá superar, con el ritmo que sigue, a Aaron. En el 2001 McGwire será el cuarto mejor jonronero de la historia, sólo detrás de Aaron, Ruth y Mays. Muy probablemente no tarden Bonds, Canseco y Griffey Jr. en rebasar los quinientos homeruns. En 1927 Ruth disparó un cuadrangular, en promedio, cada nueve veces al bat; en el 98 McGwire lo hizo en 7.27 ocasiones…
     Los números hablan en un diamante infinito: el de la memoria, la imaginación, la creación de leyendas. La afición al beisbol se renueva: de nuevo juega la inteligencia. –

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