Dios ordena a un padre pasar a cuchillo a su hijo mรกs amado. Es tan inverosรญmil, tan absurdo que no parece inventado, ยฟquiรฉn inventarรญa una cosa asรญ? No puede ser porque de este Dios, Dios oculto, la genialidad teolรณgica judรญa ha descubierto que es santo. Santo. ยฟPuede un santo ordenar que se cometa un crimen bestial como este? Pone a prueba la obediencia de Abraham, se especula. Pero este recurso no salva la cuestiรณn, porque sabemos ahora que se dan casos en los que hay que obedecer, y solo obedecer es criminal. El mรกs repulsivo malhechor del siglo XX es el rutinario burรณcrata cumplido, obediente ante todo, burรณcrata de campo de exterminio o de Gulag, que alega que solo obedece รณrdenes.
Los enigmas del drama del patriarca han dado, por supuesto, mucho en quรฉ pensar. ยฟPor quรฉ no sospechรณ Abraham que no era, que no podรญa ser, la voz de Dios la que ordenaba perpetrar la atrocidad? ยฟPor quรฉ prescribe que el sacrificio se lleve a cabo tan lejos, a tres dรญas de camino? Hay sabios talmudistas, segรบn parece, que calculan que cuando Isaac caminรณ al sacrificio tenรญa 37 aรฑos de edad, con lo que si este Isaac, un seรฑor fuerte, adulto, barbado, admite que su padre, vacilante anciano de mรกs de cien aรฑos, lo sacrifique, se cambia el foco de la escena y nace otro drama diferente, extraรฑo, grotesco, digno del teatro del absurdo, en el que es el hijo Isaac, vรญctima dispuesta al sacrificio, y no el anciano Abraham el verdadero protagonista de esta historia.
Y claro, contamos con la clรกsica disertaciรณn de Sรธren Kierkegaard en la que se discierne que el drama de Abraham muestra que la religiรณn queda fuera de la esfera de la รฉtica, que el mandamiento religioso no es ni bueno ni malo, ni puede ser apreciado con los instrumentos que derivan de nuestros sentimientos morales. El pecado, segรบn esto, no es falta contra la รฉtica sino falta contra Dios. Lo contario de pecado no es virtud, lo contrario de pecado es fe.
El maestro Erich Auerbach ilumina la patรฉtica escena contrastรกndola con una escena de la Odisea. Su propรณsito es hallar lo caracterรญstico de la Biblia como literatura.
La anciana ama de llaves, Euriclea, se dispone a lavar los pies de un huรฉsped reciรฉn llegado al palacio de Penรฉlope. El huรฉsped que parece un pordiosero viejo es en realidad Ulises, seรฑor de esas tierras, que ha regresado disfrazado a รtaca. Al lavar la pierna, Euriclea toca una cicatriz y con ella reconoce a su seรฑor. Ulises advierte que el ama lo ha reconocido y le impone silencio.
En ese momento, una serie de mรกs de setenta versos interrumpe el curso de la narraciรณn. En ellos se describe ampliamente cรณmo se produjo esa herida en la caza de un jabalรญ. Homero no habrรญa podido eludir la explicaciรณn de la herida. No podrรญa porque en la Odisea todo tiene que no solo saberse, sino presentarse ante los ojos, verse. La Ilรญada y la Odisea son poemas de la nitidez, poemas de la luz del mediodรญa. Todo se ve: lugar, acciones, utensilios, la jofaina con agua tibia, por ejemplo, donde Euriclea deja caer el pie de Ulises, emocionada por el reconocimiento de su seรฑor.
Todo debe saberse: quiรฉn fue el primero en morir, quiรฉn es el mรกs viejo, quรฉ quieren los hรฉroes, quรฉ sienten, dรณnde estรกn. Los personajes exteriorizan sus apreciaciones, propรณsitos y sentimientos en cualquier momento: Hรฉctor y Aquiles conversan prolijamente antes y despuรฉs de su combate, sin que lo apurado de la situaciรณn descomponga la articulaciรณn lรณgica del lenguaje.
En cambio, cuando Dios dice โAbrahamโ, me gustarรญa mucho saber cรณmo era esa voz, o tal vez, y es lo mรกs probable, no es una voz audible, sino que brota del fondo del interior del patriarca. Digo, cuando Dios llama a Abraham no sabemos donde estรกn los personajes ni sabemos quรฉ piensan o sienten, todo es vago, desdibujado, solo sabemos que Abraham responde al llamado diciendo โaquรญ estoyโ.
Cuando โmuy de maรฑanaโ se dirigen al lugar del sacrificio, padre, hijo, los dos sirvientes, los asnos, avanzando en silencio, ยฟpor dรณnde avanzan?, ยฟcรณmo es el paisaje?, ยฟquรฉ van pensado? No sabemos, el poema no visualiza, todo es incierto, menos el imperioso mensaje religioso. Imperioso porque el drama de Abraham, su alternativa de admitir o rechazar, no es solo suyo, sino que se impone a todo lector que in mente debe resolver la cuestiรณn.
Observemos, como dice Auerbach, que los relatos de la Biblia no buscan nuestro favor, no nos halagan a fin de embelesarnos, lo que quieren es dominarnos. Estos relatos no son, como los de Homero, una realidad meramente contada, en ellos se encarnan doctrina y promesa fundidas indisolublemente. Y precisamente por esto, esos relatos, velados y con trasfondo, albergan sentidos ocultos que reclaman pensamiento e interpretaciรณn. En cambio, Homero no se puede interpretar, sus cantos son solo refinamiento sensorial, refinamiento verbal que parece tan superior, y que, sin embargo, por comparaciรณn resultan muy simples en su imagen del hombre. En la historia de Isaac no solo las intervenciones de Dios al inicio y al final, sino los sucesos intermedios dan en quรฉ pensar y reclaman interpretaciรณn.
Ahora, no solo aparece este drama en la Biblia, aparece en otras literaturas, por ejemplo, en la de los griegos: cuando Agamenรณn tiene que sacrificar a su hija Ifigenia para que la flota griega pueda zarpar de รulide. Un delicado estremecimiento nos punza cuando advertimos estas coincidencias literarias, la emociรณn de estar ante un tema, un asunto, un motivo, tratado con profundidad, con riqueza, de esos con los que se hace la buena literatura. Algo asรญ debe sentir el minero que en la oscuridad de una mina da con una veta.
Y no estรกn solos Abraham y el rey griego en esta ansiedad. Los acompaรฑan, por ejemplo, Jeftรฉ o Bruto, entre otros, entre muchos otros, todos los que sacrifican a la persona a quien aman para cumplir con un deber รฉtico superior. El terrorista que se hace estallar en un concurrido cafรฉ para matar a los que ahรญ estรกn, gente a la que ni siquiera conoce, pertenece al grupo de los obsesos con deberes รฉticos superiores.
Deberes รฉticos superiores. En un poema de esos grandes poetas soldados de la Primera Guerra Mundial, se lee que el รกngel detuvo el brazo de Abraham y salvรณ a Isaac, pero a la guerra de 1914 el รกngel no bajรณ, ni detuvo nada, y Abraham obediente alzรณ el brazo y lo dejรณ caer sobre Isaac y lo sacrificรณ. No fue uno, fueron cientos de miles, millones de Isaacs.
ยฟPuede haber algo mรกs horrible que estos deberes รฉticos superiores? ~
(Ciudad de Mรฉxico, 1942) es un escritor, articulista, dramaturgo y acadรฉmico, autor de algunas de las pรกginas mรกs luminosas de la literatura mexicana.