Charles Pincourt: “Lo woke ya es dominante en la sociedad, no creo que sea saludable, es retrógrado”

Charles Pincourt, autor del libro 'Counter Wokecraft' [Contra la obra woke], explica cómo hacer frente al activismo de la izquierda de nuevo cuño que dice defender la justicia social pero que ataca a los principios de la democracia liberal.
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No es una palabra que haya sido recogida por la Real Academia de Española, pero el término woke ya se utiliza en España para aludir al activismo iliberal a favor de la justicia social. La cultura de la cancelación, nuevos movimientos antirracistas o corrientes extremas del feminismo se identifican con dicha palabra, cuyas principales ideas han surgido en las facultades de humanidades y ciencias sociales de las universidades anglosajonas.

En una de esas universidades trabaja Charles Pincourt, autor de Counter Wokecraft (New Discourses, 2021), un título traducible como “Contra la obra woke. El volumen se presenta como una guía para “combatir lo woke en universidades y más allá”. Pincourt es profesor de ingeniería en una universidad estadounidense con decenas de miles de estudiantes. Sabe de la mucha influencia de lo woke en su ámbito laboral y del peligro que corre habiendo firmado el libro que ha publicado este invierno.

Por eso atiende a Letras Libres para hablar de su libro sin revelar su identidad: Charles Pincourt es un pseudónimo. “El miedo a perder el trabajo”, aunque lleva diez años como docente, explica por qué se mantiene en el anonimato.

“Hacer mi nombre público es algo que no solo me afecta a mí. También afecta a mi familia, mi mujer y niños pequeños. Hemos alcanzado un acuerdo en familia y es que yo haría este trabajo que estoy haciendo con el libro, por ejemplo, pero manteniendo mi identidad en secreto”, dice Pincourt antes de atender a las preguntas de esta publicación.

Pincourt firma Counter Wokecraft junto a James Lindsay, matemático y autor conocido por su participación en el escándalo de los “estudios del agravio” y por haber firmado junto a la editora Helen Pluckrose el libro Cynical theories . Esas teorías del activismo iliberal de la izquierda están contenidas en lo que Pincourt llama en esta entrevista “Justicia Social Crítica” (JSC)

En esta entrevista vamos a hablar del fenómeno que se ha venido a llamar, también en España, woke. ¿De qué hablamos cuando hablamos de lo woke?

Woke es un término que se usa, a veces, de manera despectiva y también de manera imprecisa. Yo lo uso en el libro porque también es un término evocativo y muy descriptivo. El fenómeno woke se identifica con una visión del mundo y la gente que adhiere a esa visión del mundo. Tal y como lo describo en el libro, alguien woke es alguien que está formado y familiarizado con la perspectiva de la Justicia Social Crítica (JSC) y apoya esa perspectiva y las soluciones que esa perspectiva plantea.

Pero esa definición deja por definir qué es la perspectiva de la JSC. ¿Cómo la define usted?

Es una visión del mundo desalentadora. Defino esa perspectiva en función de tres principios. El primero es el principio del conocimiento, según el cual el conocimiento es un constructo social. Aceptando esto, todo lo que conocemos del mundo, no lo conocemos de verdad. Y como cada sociedad y cultura crean sus modos de conocimiento de manera distinta, el conocimiento de la realidad que tenemos es relativo y, por tanto, no hay ahí fuera ninguna verdad obvia. El segundo principio es de orden político. Según este principio, no solo el conocimiento está construido socialmente, sino también de una forma que da ventaja a un grupo de gente que son los opresores del sistema. Así, el conocimiento se produce en la sociedad para aventajar a los opresores en detrimento de los oprimidos. En esta lógica, son los opresores los que dicen lo que es conocimiento y lo que no en un sistema de creación de conocimiento hecho para que los opresores y oprimidos se mantengan siempre en su papel dentro del sistema. Al tercer principio lo llamo el “principio del sujeto”, según el cual la gente está definida por sus características inmutables, es decir, por el color de su piel, por el sexo, etcétera. De esta forma, el individuo no actúa nunca como tal, sino que siempre lo hace como integrante de grupos de una sociedad y, por tanto, las decisiones que toma una persona, las toma para perpetuar el sistema y las estructuras del sistema, ya sean opresores y oprimidos.

Usted habla de que detrás de la JSC hay un proyecto político…

En filosofía, las grandes ramas son la epistemología, la metafísica y la ética. Las primera se centra en el conocimiento, en qué conocemos y cómo podemos conocer. La segunda tiene que ver con la realidad que existe y la relación entre los componentes de lo que existe. Cómo se piense en estas dos ramas va a influir en la ética, que se centra en cómo tiene que actuar la gente en función de cómo es el mundo. En la visión de la JSC hay esas estructuras de opresión que mencionaba antes y, obviamente, es una situación muy mala. Y como consecuencia de esa situación, la gente necesita, primero, ser consciente de que el mundo es opresor y de que el conocimiento está hecho por los opresores en detrimento de los oprimidos. Frente a esto, la JSC tiene una ética centrada en desmantelar esas estructuras.

¿Y dónde queda el proyecto político?

El proyecto político de todo lo anterior se resume en “equidad”, que es la redistribución tributaria de recursos de los opresores a los oprimidos. Por eso, las medidas de la perspectiva de la JSC siempre acaban siendo cuotas o redistribución de recursos en función de características inmutables, como el color de la piel o el sexo.

Llegados a este punto, es importante recordar que la “equidad” woke no es lo mismo que la “igualdad” del liberalismo. ¿No es cierto?

Cuando hablamos de “igualdad”, nos referimos a igualdad de oportunidades, igualdad ante la justicia, por ejemplo. “Equidad” es un término más relacionado con una forma radical de igualitarismo, pero siempre juzgando en función de la situación de grupos humanos y las características inmutables de esos grupos.

Con lo woke se impone una visión del mundo anti-liberal. ¿Qué es lo más grave que pasa cuando esta forma de ver el mundo se populariza?

No reconocer la dignidad del individuo. Es un fenómeno potencialmente muy peligroso. Estamos ante un fenómeno retrógrado. Los humanos, como especie, estamos predispuestos a identificar las diferencias que existen entre las características inmutables entre los grupos humanos. Pero es fundamental reconocer primero la dignidad del individuo como algo más profundo que esas características inmutables. En Occidente, esta consideración sobre el individuo nos ha llevado hacia el progreso. Nos ha permitido tener florecientes sociedades pluralistas. Claro está, también hay desafíos y problemas en las sociedades occidentales. Pero, para mí, una base para el progreso está en el respeto de la dignidad del individuo. No hacerlo es peligroso y nos lleva a un tiempo anterior. Lo woke es retrógrado.

Su libro ofrece ayuda para oponerse al fenómeno woke. En él dice que en reuniones de organizaciones humanas, ya sea la universidad o el mundo de la empresa o el que sea, cuando aparecen palabras como “inclusividad”, “equidad”, “diversidad”, entre otras, uno tiene que desconfiar. ¿Por qué?

Son palabras que suenan bien. No suenan ni técnicas ni complicadas, y suelen ser entendidas por todo el mundo. La gente sabe lo que significan de manera intuitiva. Por ejemplo, “inclusivo” suena bien. Significa ser capaz de incluir a la mayor cantidad de gente posible. Pero también tienen otro significado en la perspectiva de la JSC . Cuando estas palabras entran en una organización, también lo hace el significado de la perspectiva JSC , que es un significado radical. Y es entonces cuando esas palabras se usan para implementar políticas radicales. Así, “inclusivo” o “inclusión” suenan bien. Pero, al final, es algo que lleva hacia la “equidad”, el establecimiento de cuotas basadas en características inmutables de las personas.

Inclusión, en este contexto, también significa “exclusión” de aquellos que no comparten la perspectiva de lo woke.

Así es, por eso digo que la “inclusión” engendra la “exclusión”.

¿Cómo hay que hacer frente al fenómeno woke?

No planteo ningún método de lucha contra este fenómeno que no esté incluido en la tradición liberal. No creo que se puedan usar tácticas no éticas dentro de esa tradición.

Por eso, en el último tramo de su libro, el foco está puesto en cómo ganar votaciones dentro de organizaciones humanas. Lo que implica primero, estar en contacto con gente que también esté en contra de lo woke, coordinarse y, llegado el momento, votar en contra de aquello que atente contra los valores liberales.

Esos son los puntos más importantes. Hay que contactar con otras personas que piensen igualmente de modo crítico frente a lo woke. Hay una tendencia entre estas personas que consiste en actuar de modo solitario. Son gente que cree que tiene que dejar a otra gente vivir su vida porque cree que esa otra gente le dejará, a su vez, vivir su vida. Pero lo que está pasando es que la perspectiva JSC tiene un posicionamiento moral muy fuerte y una ética que obliga a la gente que la sigue a actuar. Como individuos aislados, es muy difícil evitar la consolidación de esa perspectiva. Si uno está solo ante esto, no logrará nada. Lo sé por experiencia. De ahí la necesidad de estar en contacto con otras personas y de ser capaz de trabajar con otros.

¿Qué es lo más importante para frenar a lo woke?

La posibilidad de poder votar en una urna de manera secreta y anónima en el momento de tomar una decisión en una organización humana. Una de las estrategias de los defensores de lo woke es intimidar y comportarse como matones para imponer sus propuestas. Son tácticas y estrategias que atentan con las prácticas y reglas liberales que se han desarrollado durante muchos años en las instituciones de países democráticos.

Los defensores de lo woke se aprovechan de esas prácticas para imponer su visión de las cosas, ¿no es así?

Lo que hacen es más bien una subversión. En la forma liberal de tomar una decisión para cualquier organización implica defender una agenda, lo que entraña discutir y confrontar ideas, con datos y de forma lógica, y, eventualmente, tomar una decisión tras una votación. El problema está cuando se retiran las urnas y desaparece el voto secreto de las organizaciones cuando estas toman decisiones. Sin urnas, es más fácil presionar a la gente. Por eso, en toda organización, ya sea una universidad o una empresa, las decisiones que se toman por votación han de tomarse en una votación secreta.

Entonces, no es tan difícil contrarrestar lo woke…

Lo que ocurre es que hemos dejado que lo woke se imponga sin que la gente sea realmente consciente de ello. Mi solución no es una solución mágica. Pero gente como James Lindsay y yo tenemos la impresión de que puede haber mucha gente en contra de lo woke pero que no sabe qué hacer al respecto. La perspectiva de la JSC, cuando se ha instalado y afianzado, es difícil de desinstalar. Por eso en el libro me concentro en los ámbitos universitarios donde es menos probable que esa instalación ocurra. Por ejemplo, en las ciencias puras, porque las ciencias sociales ya han sido capturadas ideológicamente por la perspectiva woke.

¿Pero ya hay gente alertando de que, por ejemplo, en escuelas de Estados Unidos se están enseñando matemáticas woke, por ejemplo, en las que se dice enseñar matemáticas que no son racistas?

Sí, las ciencias puras están bajo amenaza. Pero creo que la situación todavía es salvable. En ciencias puras y en escuelas de negocio, por ejemplo, aún se prioriza la importancia del método científico. Por eso creo que la perspectiva JSC no se va a imponer o a afianzar, porque justamente, dice que el conocimiento es un constructo social y, por tanto, que todo es relativo. La gente de ciencias no creen que esto sea así. Pese a todo, la amenaza existe. Porque puede haber científicos que acepten la perspectiva JSC sin entenderla de verdad. En las ciencias puras, creo que hay suficiente gente para luchar con éxito contra este fenómeno; no así en humanidades y ciencias sociales, salvo, tal vez, en ciencias económicas.

Paralelamente a la publicación de su libro, el año pasado surgió una nueva universidad en Austin donde no se busca imponer a los estudiantes la perspectiva de la JSC. Se la llama la universidad “anti-woke” o “anti-cultura de la cancelación”.

A lo que asistimos es a una respuesta básica del libre mercado de la educación. Porque mucha gente está mandando a sus hijos a universidades con miedo, por ejemplo, a que pase como ya ha pasado y pasa en colegios de Estados Unidos, donde se ha enseñado a niños la Teoría Crítica de la Raza [según la cual, de acuerdo con la Enciclopedia Britannica, el liberalismo es incapaz de resolver los problemas de injusticia de la sociedad estadounidense dado que las leyes y el sistema legal de Estados Unidos fueron creados para mantener las desigualdad entre blancos y no blancos, ndlr]. Esta gente no quiere que sus hijos sean adoctrinados. Hay mucha demanda de este tipo de universidades que no defienden la perspectiva de la JSC. Hay un mercado potencial ahí. Ralston College o la nueva universidad de Austin, la UATX, son ejemplos de esto mismo. Pero si aparecen nuevas instituciones, estas tendrán que hacer un esfuerzo activo para evitar que se afiance allí la perspectiva de la JSC. Hay que estar atentos a esto. Las nuevas instituciones que hayan surgido o surjan, tendrán que defenderse ante esa perspectiva.

¿Qué pasa si no se hace nada frente a lo woke?

En lo que respecta al establishment de las universidades, estas van a seguir mayoritariamente por el camino que han tomado. En muchos aspectos, lo woke ya es dominante en la sociedad. Basta mirar la universidad, los medios de comunicación o la administración actual de Estados Unidos. Son sectores en los que se defiende la visión del mundo de la perspectiva JSC. No creo que todo esto sea saludable. Definir a la gente por características como el sexo o el color de la piel es poner las bases para que haya conflictos.

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Salvador Martínez Mas vive en Berlín y es periodista especializado en información internacional.


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