WikiLeaks es un sitio de internet, a caballo entre el activismo y el periodismo en línea, que publica documentos confidenciales y busca incrementar la vigilancia ciudadana sobre gobiernos y compañías de todo el mundo. Comenzó a operar en diciembre de 2006 y se define como una plataforma para informantes. Lo que mejor describe su funcionamiento y alcances son un par de filtraciones entre las miles que ha difundido.
En abril de este año hizo público un video que tituló Asesinato colateral, tomado desde un helicóptero del ejército estadounidense en Iraq: en él se ve y escucha cómo los soldados matan a una docena de civiles, entre ellos dos que trabajaban para Reuters, tras confundir sus cámaras y un trípode con armas de alto poder. WikiLeaks subió el video a YouTube, donde en 72 horas tuvo cuatro millones de visitas. También montó un sitio específico para transmitirlo (collateralmurder.com), que le da mayor claridad, contexto e impacto dramático a la información.
Unos meses después, el 25 de julio, divulgó decenas de miles de reportes tácticos sobre la guerra de Afganistán elaborados por tropas estadounidenses entre 2004 y 2009. Lo que hizo a la publicación aun más particular es que tres periódicos de distintos países, The Guardian, The New York Times y Der Spiegel se sincronizaron con este sitio para sacar la información de manera conjunta. Los reportes describen la guerra desde dentro casi tiro por tiro y detallan sus aspectos más cruentos, como las bajas civiles y las causadas por fuego amigo. Puede que sea, además, la mayor filtración de servicios de inteligencia sobre un conflicto activo.
Los documentos vertidos en WikiLeaks y la relación con sus fuentes recuerdan momentos fundamentales en la historia del periodismo, como los protagonizados por Carl Bernstein y Bob Woodward durante el escándalo de Watergate en los setenta. La diferencia es que WikiLeaks ha logrado hacerlo de manera masiva: en unos años ha publicado más de un millón de documentos. Su editor en jefe, Julian Assange, declaró que han difundido más material clasificado que el resto de la prensa mundial.
Esto se debe a la flexibilidad del sitio para conseguir evidencia y evitar los amarres de quienes buscan frenar su flujo. Con respecto al caso del video mencionado, Reuters trató de conseguirlo mediante la ley de acceso a la información en Estados Unidos: no obtuvo respuesta. Sin WikiLeaks es probable que los hechos en que murieron un fotógrafo de esta agencia y su conductor siguieran sin esclarecerse. Otro ejemplo sucedió en 2009, cuando el diario británico The Guardian consiguió un reporte científico que comprometía a una empresa trasnacional, la cual había tirado desechos tóxicos en Costa de Marfil erosionando la salud de la población cercana al sitio. Los abogados de la compañía (Trafigura) consiguieron que un juez emitiera una mordaza legal según la cual el diario no podía publicar el documento ni mencionar dicha sentencia. Tres días después el reporte apareció en WikiLeaks. A partir de ahí fue cuestión de semanas antes de que la sentencia fuera revocada y se fincaran responsabilidades.
Parte de la notoriedad de WikiLeaks proviene del afán con que ha cumplido una paradoja: mantener confidencial la identidad de quienes revelan la información confidencial. La primera parte de su nombre se refiere al uso del formato wiki (popularizado por Wikipedia) para hacer su contenido más accesible; pero debajo de esa superficie de fácil navegación todo se mueve en el más absoluto secreto. Los gobiernos de estados totalitarios bloquean con frecuencia el tráfico cibernético de sus países hacia ciertos sitios y tratan de monitorear los destinos en internet que visitan sus ciudadanos. WikiLeaks burla esta vigilancia mediante dominios falsos (por ejemplo https://destiny.mooo.com), procesos de encriptación y aplicaciones que evitan el registro y análisis del tráfico en internet.
También pueden combinar métodos electrónicos con otros más tradicionales, como mandar un cd por correo, para que no quede registro en línea. El proceso es tan hermético que ni siquiera un infiltrado en la organización podría dar con la identidad de quienes aportan material. La seguridad se refuerza por el lado legal. WikiLeaks mantiene servidores en diversos países, el principal en Suecia, que tiene la legislación más firme en cuanto a protección de la información y sus fuentes.
Una vez que algo está disponible en su sitio es imposible censurarlo. A la fecha el récord de WikiLeaks es impecable: todas sus fuentes han sido protegidas, nunca ha publicado un documento falso, ninguna de sus revelaciones ha sido censurada de manera permanente y ha ganado más de una centena de juicios legales. Lo anterior es aún más notable cuando se hace un recuento de los enemigos que ha enfrentado: el Pentágono, el Buró de Seguridad Pública chino, el ex presidente de Kenia, el premier de Bermudas, las iglesias católica, mormona y de cienciología, el mayor banco privado suizo y varias compañías rusas.
Una trayectoria que James Bond envidiaría. La comparación no es gratuita. En la información con que el sitio se describe hay una retórica un tanto romántica e incendiaria que lo lleva a proclamarse la primera agencia de espionaje ciudadano. WikiLeaks parte del supuesto de que fomentar una cultura masiva de filtraciones puede tener efectos políticos profundos. Dicha transparencia global reducirá la corrupción y fortalecerá la democracia: WikiLeaks transmitirá al mundo lo que las instituciones ocultan injustamente y la conciencia individual no puede contener. Dentro de esta lógica cualquiera que filtre documentos se vuelve un agente secreto ciudadano luchando por el bien de la humanidad.
Hasta el momento las revelaciones sobre México y otros países de Iberoamérica son muy limitadas. Los documentos más comprometedores deben seguir ahí, en algún archivero. Para enviar material tan solo se necesita ir a un café internet, visitar su página y seguir las instrucciones. ~
(Ciudad de México, 1973) es autor de cinco libros de narrativa. Su libro más reciente es la novela Nada me falta (Textofilia, 2014).