Entrevista a Megan Walsh. “El entorno cultural único y restringido de China ha destruido e inspirado simultáneamente la gran literatura”

Desde las obras que abordan convicciones personales ajenas al canon del Partido Comunista hasta la ciencia ficción o la pura evasión: la autora del libro The subplot: What China is reading & why it matters habla sobre la variedad de expresiones literarias de la China de hoy.
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Megan Walsh se graduó de la School of Oriental & African Studies (SOAS), reside en Londres y es autora del libro The subplot: What China is reading & why it matters (Columbia Global Reports, 2022), en el cual ofrece un abanico de la riqueza y las contradicciones de la literatura escrita y publicada en la República Popular China. Hay novelas, relatos y poemas sobre convicciones personales ajenas al canon del Partido Comunista de China (PCC). Estas obras abordan tópicos de validez universal: la exploración de la existencia humana en la vida cotidiana, el feminismo, el amor heterosexual, el amor homosexual –con algún autor hoy mismo en la cárcel por haber tocado el tema–, las adicciones, la corrupción, la hostilidad oficial contra las minorías étnicas, etc. Walsh asimismo llama la atención sobre notables novelas de ciencia-ficción provistas de pequeños pero desafiantes aguijones de crítica. En contraste, ha proliferado una literatura en línea de pura evasión fantástica inspirada en los videojuegos. Hay por supuesto autores que despliegan sus máximas habilidades verbales para escribir novelas históricas fantásticas al gusto del PCC. Acaso la semilla de estas contradicciones proviene de las tesis de Mao en los foros de Yan’an (1942) sobre la función de la literatura y el arte. Antes de la llamada liberación de 1949 China se encaminaba a una peculiar versión de modernidad, con Eileen Chang como una autora emblemática de ese periodo. Esa modernidad en ciernes quedó interrumpida por la utopía campesina de Mao y luego por su ominosa Revolución Cultural. Ahora, con la actual dirigencia del PCC, prevalece una versión de modernidad autoritaria definida en parte por la ideología, pero sobre todo por un Estado policiaco de alta tecnología.

Alejandro Pescador (AP): En la literatura china, dices, se ha perfeccionado el uso de la parodia, los comentarios oblicuos o el humor para sortear temas difíciles. La censura en China, señaló Perry Link,

{{“China: The anaconda in the chandelier”, The New York Review of Books, 11 de abril de 2002.}}

 semeja una anaconda trepada en un candil: ataca de improviso y se contorsiona según las circunstancias. El PCC no alude a su propia censura, pero cuando le conviene anuncia la eliminación de alguna restricción. Por ejemplo, desde 2004 la palabra corrupción había quedado prohibida, pero la novela In the name of the people de Zhou Meisen circuló a partir de 2012 cuando el gobierno lanzó su campaña anticorrupción. En contraste, Liu Xiaobo, poeta y activista –Premio Nobel de la Paz en 2010–, murió en prisión por haber contribuido a la Carta 08 que exige libertad de expresión, democracia y respeto a los derechos humanos. Mo Yan obtuvo el Premio Nobel de Literatura en 2012 por encima de Milan Kundera, Salman Rushdie, Haruki Murakami, Thomas Pynchon y Philip Roth, entre otros. ¿Al dar el premio a Mo Yan la Fundación Nobel buscó congraciarse con Pekín luego del premio otorgado a Liu Xiaobo?

Megan Walsh (MW): Honestamente no puedo asegurarlo. Sé que es difícil separar el premio de la política y, como resultado, el premio de Mo Yan generó una gran controversia. Mo Yan tiene credenciales respetables dentro del PCC. Pero, como varios académicos, preferiría hablar en defensa de la propia ficción de Mo Yan que, de alguna manera, es un producto seductor de esta lucha política. Su ficción es única. No hay nada soso, complaciente o aburrido en ella. Es notable, extraña, idiosincrásica, desagradable e inquebrantable en su descripción de la venalidad y la supervivencia humana, y está llena de humor y simpatía por quienes no cuentan con la entereza para capear las tormentas políticas de la sociedad. No ha escrito para apaciguar. Y en lo que a mí respecta, se le otorgó el premio por la fuerza de su trabajo, y no a pesar de sus relaciones con el PCC o de que la fundación se congraciara con Pekín. A menudo hay una diferencia intencional y necesaria entre el escritor y la escritura en China, y considero que la Fundación Nobel finalmente recompensó la escritura.

AP: Yan Lianke describe su ficción como mitorrealismo: la literatura de una realidad irreal. Este subterfugio blindaría sus obras contra la censura. En su novela The day the sun died –Premio Franz Kafka 2014–, una multitud de sonámbulos camina poseída por sus deseos reprimidos durante el día. ¿Yan Lianke parodia el fallecimiento de Mao Zedong cuando la gente rescató sus deseos sepultados?

MW: Es muy posible. Juega mucho con la metáfora maoísta en su ficción, y esta sería la interpretación más literal del título. Pero mi corazonada es que él no tiene la intención de abordar esa era, sino explorar la forma en que las personas se distraen de la realidad: por dinero, ideología, ambición, etc. La gente lee The day the sun died como una crítica de Xi Jinping y su Sueño Chino, un sueño donde las personas consumen las últimas narrativas de mejora económica y prosperidad sin detenerse a mirar qué más está sucediendo en realidad. El sol en este caso es la verdad, el despertar de la inquieta pesadilla del consumismo y el individualismo irreflexivos. Dicho esto, Yan suele ser muy discreto sobre sus intenciones y, por lo general, solo dice que desea escribir sobre “personas comunes” que se ven atrapadas en eventos extraordinarios.

AP: Después de que Mao declarara que “las mujeres sostienen la mitad del cielo”, las mujeres en la nueva China disfrutaron de derechos inéditos. Mao nunca reconoció esa célebre cita de Mozi (c. 470-c. 391 a. C.). Hay novelas de autoras chinas donde las protagonistas se parecen a las mujeres de las dinastías pasadas, pero también guardan similitudes con las protagonistas de las telenovelas latinoamericanas populares en la China post-Mao: la empleada del supermercado conquista al joven apuesto y rico, la mujer pobre encuentra a su hombre ideal, etc. Las interminables novelas en línea, como My dangerous billionaire husband, Trial marriage husband: Need to work hard o One birth two treasures: The billionaire’s sweet love,

{{Estas tres novelas en línea están disponibles en inglés. Algunas requieren suscripción para su lectura.}}

 recuerdan a la escritora española Corín Tellado, quien afirmó que la censura franquista la empujó a construir narraciones en su peculiar estilo de novela rosa. Para algunos académicos, la literatura china feminista se inaugura con Ding Ling. Su novela Miss Sophia’s diary, de 1927, centrada en la sexualidad femenina, se inscribe en el contexto del Movimiento del 4 de Mayo. En 1942, cuando Ding Ling era miembro del PCC en Yan’an, escribió el ensayo “Thoughts on March 8”, que primero recibió el imprimátur del partido, pero luego fue criticado. Al final del ensayo, Ding Ling advierte: “Pero también siento que hay algunas cosas que, si las dijera un líder ante una gran audiencia, probablemente provocarían satisfacción. Pero cuando están escritas por una mujer, es más probable que sean demolidas.” ¿Las mujeres en China de verdad sostienen la mitad del cielo?

MW: Es un paisaje complejo y no uno que pueda afirmar que conozca bien. Por supuesto, en 1950 Mao marcó el comienzo de cambios revolucionarios en la vida de las mujeres: la libertad de las mujeres de elegir con quién casarse y divorciarse y la prohibición de la prostitución, de los matrimonios con niñas y del concubinato. Sin embargo, la era revolucionaria también se caracterizó por la negación de la feminidad misma, así como del romance (el amor por el partido fue lo primero), por lo que no sorprende que las narrativas románticas, algunas bastante tradicionales en términos de dinámicas masculinas y femeninas, se hayan mantenido desde entonces. Esto inundó el panorama cultural en los años siguientes. La evolución de estas historias, desde fantasías en las que las protagonistas femeninas renacen en la servidumbre o en un matrimonio arreglado con un magnate rico, así como la enorme popularidad de las novelas bl (boys’ love) en las que las escritoras heterosexuales eliminan del todo a las protagonistas femeninas de romances –a menudo bastante brutales–, plantean preguntas importantes sobre cómo las mujeres y las niñas se sienten acerca de su papel en la sociedad. Y, desde luego, la mayoría de esas obras no sugiere que las mujeres sientan que actualmente “sostienen la mitad del cielo”.

AP: La novela Northern girls: Life goes on–preseleccionada para el Man Asian Literary Prize 2012– de Sheng Keyi circula sin problema pese a que la protagonista es una joven promiscua. Shanghai baby de la novelista Wei Hui, en cambio, fue prohibida por un tiempo y sus ejemplares quemados en calles de Shanghái. Los censores criticaron el sexo y la drogadicción presentes en la novela. Sin embargo, la historia es un triángulo amoroso convencional. Mu Zimei, una bloguera de Guangzhou, rompió lanzas por escribir su diario íntimo sobre sus nuevos amantes cada quince días. En 2005 parte de su diario fue traducido al francés y publicado en París.

{{Mu Zimei, Journal sexuel d’une jeune Chinoise sur le net, traducción de Catherine Charmant, Albin Michel, 2005, 279 pp.}}

 Ahora, las escritoras en China también dominan el género de las novelas homoeróticas. Por ejemplo, Grandmaster of demonic cultivation, de Mo Xiang Tong Xiu, insinúa una tímida atracción sexual entre hombres como un “amor fraternal socialista”. En otros casos la censura ha sido brutal. Tras publicar su novela en línea Occupy, donde un maestro y su alumno tienen sexo, Lady Tianyi fue sentenciada a diez años de prisión. Esto contrasta con las libertades en Taiwán donde Qiu Miaojin se considera la mejor novelista de amores lésbicos en chino: Notes of a crocodile y Last words from Montmartre. ¿Algún día el PCC aceptaría una literatura de temas sexuales?

MW: No creo que suceda pronto. Puede que se relaje un poco en el futuro, pero no es algo con lo que el PCC se sienta cómodo. Simboliza una permisividad cultural que socavaría la capacidad del gobierno para mantener su propia posición de control e influencia.

AP: En Two young women from Fuyang, de Mai Jia, un oficial del Ejército Popular de Liberación (EPL) acusa a una recluta de haber “perdido el himen”, pero ella niega haber tenido relaciones sexuales. El ejército la expulsa y ella termina por suicidarse. Más tarde médicos del EPL descubren su error: la recluta era virgen. Las visiones puritanas del EPL en esta novela chocan con algunas de sus prácticas. El South China Morning Post de Hong Kong reveló que en 2016 al menos sesenta militares de alto rango fueron sancionados durante la campaña anticorrupción del gobierno central porque administraban lupanares en hoteles y centros vacacionales, pero la policía tenía prohibido investigarlos. En este contexto, ¿no suena absurda la historia de una mujer recluta cuyo himen se “perdió”?

MW: No me parece. Esta ficción lo que expone es la hipocresía dentro del EPL. Y con respecto a la campaña anticorrupción, eso eliminó tanto a los “tigres” de alto rango como a las “moscas” de bajo rango; en teoría, nadie quedó exento de las investigaciones. Más importante aún, bajo los regímenes autoritarios, siempre se ha usado como ejemplo, en particular, a las muchachas de “dudosa solvencia moral”. Y en lo que se refiere a la era de Mao, creo que fue la plena intención del autor resaltar el doble rasero en juego en ese momento. Varios escritores, siendo quizás el más famoso Wang Xiaobo, han escrito sobre la grotesca hipocresía de los funcionarios con respecto a la prostitución.

AP: Las novelas fantásticas en línea ofrecen una vía de escape a las ansiedades cotidianas. También hay un escapismo en la nostalgia por un pasado rural ficticio o en la falacia de considerar la Revolución Cultural como una etapa de pureza ideológica. Este escapismo apunta a una ansiedad propia de la modernización tardía en China, una modernización en ciernes pero luego interrumpida por la catastrófica utopía rural de Mao. Como dijo el escritor Yu Hua: “Ustedes son una generación única. Están en un periodo donde el futuro ha llegado y el pasado aún no ha terminado”, un eco de lo que escribió la escritora Eileen Chang años antes: “En esta era, las cosas viejas se extinguen y las cosas nuevas apenas nacen…” ¿Te parece que los escritores y artistas en China pasan por una ansiedad de modernización similar a la ocurrida después de la Primera Guerra Mundial?

MW: Definitivamente parece haber un sentimiento entre muchos escritores ahora, tanto jóvenes como viejos, de dislocación en la era actual que se podría decir que tiene ecos del “esquizoide” del psicólogo Rollo May o la “generación perdida” de la era posterior a la Primera Guerra Mundial. Los escritores de las generaciones mayores luchan por dar sentido a la rápida llegada del nuevo paisaje urbano consumista, mientras las generaciones más jóvenes luchan por encontrar una identidad. Además, la escasez de ficción o películas sobre la juventud en la ciudad en los primeros años posteriores a la muerte de Mao hizo que muchos lectores jóvenes recurrieran a la cultura juvenil estadounidense y japonesa (manga, novela light y el realismo mágico de Haruki Murakami) para llenar ese vacío, los cuales han tenido un gran impacto en cómo evolucionó la ficción convencional. Sin embargo, hay varias diferencias importantes con la era de la Primera Guerra Mundial, la principal es que no creo que la tecnología se vea como una causa de ansiedad creciente, como lo fue después de los horrores de la guerra mecanizada en Europa. En cambio, la tecnología se ve como algo que ha beneficiado en gran medida a todos, coincidiendo con una mayor prosperidad y, por supuesto, con el ascenso de China en el escenario internacional. En cambio, creo que la angustia moderna está ligada a la experiencia nueva e inexplorada de vivir en una sociedad no democrática, consumista y cada vez más nacionalista, en la que todos parecieran estar a cargo de su propio destino, pero no se sienten completamente autónomos.

AP: Desde la antigüedad la literatura china usa el humor como género de resistencia. A Qian Zhongshu, autor de la novela Fortress besieged, el humor le permitió lidiar con los cambios de la modernización, por ejemplo: el rápido auge industrial tras la reforma y apertura impulsadas por Deng Xiaoping. En el cuento “Squatting”, Diao Dou convierte al narrador en un Kafka risueño que se burla de las medidas absurdas de las autoridades. ¿Piensas que la literatura humorística contemporánea en China es otro ejemplo de las ansiedades de la modernización tardía?

MW: Sí, pienso que el absurdo y el surrealismo, desde Kafka y Camus hasta Yan Lianke y el joven escritor chino Sun Yisheng, son una forma de lidiar con la ansiedad sobre la realidad misma. El mundo moderno ha hecho un buen trabajo al deconstruir narrativas y realidades compartidas, incluido lo que significa uno como ser humano. Y el humor, por supuesto, es una de las mejores maneras de desafiar a las personas y los gobiernos que se toman demasiado en serio a sí mismos o sus versiones de los hechos.

AP: En la literatura fantástica actual en China abundan los personajes inescrupulosos. En la saga I shall seal the heavens, de Er Gen, un erudito fracasado se convierte en un ser supremo a través de un comportamiento poco ético. Chen Qiufan describe en su cuento “A man out of fashion” a una aristocracia que programa la vida de cada individuo desde el espacio interestelar. Para los gobernados, el amor o la libertad son meras ilusiones. En su cuento premonitorio “The path from herd immunity to freedom” la escritora Tang Fei narra la historia de una familia que se aísla para sobrevivir al colapso ambiental, pero más tarde descubre que por haber evitado el aire venenoso del exterior no ha desarrollado la inmunidad necesaria para sobrevivir. En su cuento “Submarines” Han Song cuenta cómo los hijos de un trabajador migrante, vecinos del desagüe de una ciudad, se adaptan y desarrollan cuerpos anfibios. ¿La literatura fantástica ofrece un nicho para criticar desde el trasfondo la realidad china o solo busca entretener?

MW: Pienso que la motivación de los escritores de ficción fantástica es entretener a través del escapismo y, al hacerlo, crear obras populares y potencialmente lucrativas para los escritores (que es diferente, digamos, a la ficción de fans que no se puede monetizar tan fácilmente). La ficción de fantasía y las novelas web también exploran todos los temas espinosos de la amistad, el romance y la ansiedad por el estatus que buscan los jóvenes de todo el mundo, ofreciendo un reconocimiento muy necesario de las dificultades del crecimiento. Las narrativas en línea más realistas a menudo ofrecen catarsis para las enormes presiones del gaokao,

{{Examen de ingreso a las universidades.}}

 el acoso escolar y laboral o las iniquidades del sistema de clases emergente en China y la sociedad consumista. Todos los tipos de literatura escapista popular pueden decirnos algo sobre los deseos ocultos y las frustraciones en la vida de las personas, pero eso es algo que emerge inconscientemente más que intencionalmente.

AP: En su novela Broken wings, Jia Pingwa ambienta su historia en una zona rural donde los solteros no encuentran esposa. La protagonista se ilusiona por un empleo en la ciudad, pero es víctima de traficantes de personas que la venden a un soltero incapaz de encontrar esposa. ¿La causa principal del desequilibrio de género en China fue la política del hijo único, devastadora para las mujeres y las niñas?

MW: Sí, claro. Pero la política del hijo único no tenía reglas tan estrictas en las áreas rurales o para grupos étnicos minoritarios: si el primogénito era una niña, entonces las parejas podían tener otro hijo. Las niñas huyeron del campo con la esperanza de una vida mejor, mientras que los hijos tuvieron que quedarse y ayudar con el trabajo manual. Hasta donde yo sé, tanto la política del hijo único como la urbanización tuvieron un gran impacto en la infraestructura social de las áreas rurales.

AP: Pekín considera a las minorías étnicas como potenciales separatistas e incluso terroristas. Esta política del PCC se recrudece contra los uigures, los hui y los tibetanos. Escritores e intelectuales uigures han sido detenidos y algunos de ellos han muerto en prisión. Tarim, un poeta uigur ahora preso, ha escrito un poema revelador:

Los amigos dicen
La belleza del idioma chino
es su sutileza
Pregunto
¿Porque no hay libertad de expresión?
Los amigos dicen
La poesía china necesita metáforas
Pregunto
¿Lo mismo que al murciélago le gusta la oscuridad?
Los amigos dicen
Eres demasiado directo
Pregunto
Atreverse a decir la verdad
¿no es poesía?

Cuando un escritor de la etnia han, mayoritaria en China, se basa en historias de minorías étnicas, las consecuencias resultan inesperadas. Jiang Rong –seudónimo de Lü Jiamin, uno de los líderes de las protestas de Tiananmén de 1989– es el autor de Wolf totem, uno de los mayores éxitos de ventas recientes en China. El personaje central cree haber encontrado la personalidad del “guerrero lobo” en una comunidad nómada de Mongolia Interior, pero algunos autores de etnia mongola, como Guo Xuebo, rechazan la idea de una “cultura del lobo” pues la consideran más bien un producto de la ideología fascista. ¿Ahora se advierte un retroceso en la literatura de autores pertenecientes a minorías étnicas?

MW: Confieso que no he leído una gran cantidad de autores de minorías étnicas chinas, pero ciertamente los autores tibetanos, uigures y mongoles luchan para que sus voces se escuchen si no son parte de la “melodía principal”. Algunos que han escrito abiertamente sobre amenazas a las tradiciones culturales, eventos históricos censurados y la tiranía de la asimilación cultural han sido arrestados. Del mismo modo, ha habido un impulso algo simbólico en China para promover a escritores étnicos cuya literatura “agrega más encanto a la familia de la literatura china”, según Ye Mei, el vicepresidente ejecutivo de la Sociedad de Escritores de Minorías Chinas respaldada por el Estado. Diría que las realidades étnicas rara vez se representan verdaderamente en títulos respaldados por el gobierno, pero recomendaría a cualquier persona interesada en descubrir obras traducidas que atendieran el trabajo de Bruce Humes, quien se dedica a traer las voces talentosas de las minorías étnicas chinas al primer plano.

AP: La novela policiaca en China también usa el trasfondo para criticar la corrupción y las prácticas judiciales. Death notice, de Zhou Haohui, describe la interacción de un fiscal y un juez, sin aludir a la ineptitud de la policía. Para el novelista Ning Ken la corrupción no es una anomalía sino una plaga sistémica. Wang Xiaofang, autor de The civil servant’s notebook y exfuncionario en Shenyang, narra la historia de un vicealcalde ejecutado tras dilapidar millones de dólares en apuestas. Uno de los personajes de esta novela dice: “En política… para protegerte mejor grita ‘detengan al ladrón’ mientras hurgas el bolsillo de tu vecino.” He Jiahong, profesor y tratadista del derecho, ha escrito novelas detectivescas sobre casos reales y ensayos novelados sobre casos viciados. Hong Jun, el protagonista, es un abogado penalista dedicado a desfacer entuertos. Pero entonces ¿la novela policiaca en China ha dejado de inspirarse en clásicos como Celebrated cases of judge Dee (Dee Goong An)?

MW: Hay una mezcla real. El énfasis en la justicia y los castigos apropiados hace eco de las historias del juez Dee

{{El juez Dee usaba la tortura y el ilusionismo. En la China de hoy aún se usa la tortura, escribe He Jiahong, para condenar a personas inocentes.}}

 en muchos delitos, sin mencionar la popularidad de los programas de televisión inspirados en este personaje. Hay una nueva versión que estaba prevista para salir al aire a finales del año pasado. Pero también hay mucha ficción escrita a la manera de las travesuras criminales occidentales, solo que con inevitables características chinas y guiños para asegurarse de que la policía triunfe al final. Y, por supuesto, está la ficción vanguardista más arriesgada que convierte la noción misma de justicia en una farsa surrealista.

AP: Algunos académicos se quejan de la ausencia de una literatura sobre el ser joven en China, pero en realidad no faltan relatos sobre el hecho de ser joven. En su novela más célebre, I love my mum, Chen Xiwo aborda con solvencia tabúes como el asesinato y el incesto. En su cuento “Pain”, la joven protagonista sufre una enfermedad psicosomática causada por las expectativas desbordadas de su madre. El capitalismo salvaje y la ausencia de la democracia en China parecen condenar a las generaciones jóvenes a una “felicidad” no deseada. La ficción experimental china ha creado personajes emblemáticos que rechazan el culto al trabajo del proyecto nacional del gobierno. La indolencia se convierte así en un acto de desafío: Me, I’m waiting so patiently / Lying on the floor / I’m just trying to do my jig-saw puzzle, como cantarían los Rolling Stones. ¿Algo entonces sucede en China cuando los jóvenes optan por “tumbarse en el piso” y rechazan la loca carrera por hacer dinero?

MW: La exclusión de los jóvenes ciertamente no es lo que quiere el PCC, pero sí pienso que es un rechazo inconsciente a la extraña combinación de imperativos socialistas de China: ser un patriota entregado al trabajo y así contribuir al rejuvenecimiento de la nación china, y también la retórica vacía del capitalismo occidental y su ilusión de meritocracia. Es un movimiento contracultural en evolución.

AP: ¿Qué literatura te gustaría que escribieran los jóvenes chinos al final de esta década?

MW: Naturalmente, me encantaría ver qué escribirían los chinos si no estuvieran sujetos a todas las restricciones que han moldeado y distorsionado la ficción a lo largo de los años. Y sería genial si la escritura en línea se convirtiera en algo menos homogeneizado, un lugar donde las voces individuales e inventivas pudieran destacarse. Pero, como espero haber dejado claro en el libro, el entorno cultural único y restringido de China ha destruido e inspirado simultáneamente la gran literatura. Y todo lo que podemos esperar es que la gente siga escribiendo y que algunas de las mejores voces nuevas encuentren una audiencia. Dejaré que los propios escritores revelen lo que creen que debería ser. ~

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estudió chino en la Universidad de Lenguas y Cultura de Pekín.
Estuvo comisionado en la embajada de
México en China de 2002 a 2008. Es autor
de Los oráculos de Beijing: Superstición,
sociedad y epidemias en la China actual (ITESM/Editorial Eón, 2008).


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