El peso fuerte

El aumento de exportaciones y las remesas, entre otros factores, explican que el desbarajuste del sexenio conviva con una moneda que se ha fortalecido.
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La mala administración pública no suele tener un peso fuerte. Pero llega a suceder, como en las circunstancias actuales.

El sexenio empezó cancelando o sofocando numerosas operaciones del sector público y despidiendo personal masivamente, todo sin ton ni son. Pudo haberse hecho bien y paulatinamente, para ir observando las consecuencias. Pero se hizo mal y caprichosamente, lo que generó incertidumbre.

Inhibió la inversión y el consumo, en espera de tiempos mejores. Lo cual redujo la importación de insumos, equipos, maquinaria, servicios; así como los viajes al extranjero y muchas otras cosas. Así se redujo la demanda de dólares.

Paralelamente, la falta de oportunidades internas presionó a las empresas a buscar mercados en el exterior, para ocupar su capacidad de producción exportando. Y presionó a cientos de miles a emigrar en busca de empleo, para ocupar su capacidad de trabajo. Las exportaciones del país y las remesas de los emigrantes trajeron dólares; incluso más de los necesarios, dada la menor demanda. El exceso de dólares los abarató: le dio fuerza al peso.

En los dos primeros años del sexenio, el crecimiento económico fue negativo: -0.1% en 2019 y -8.5% en 2020. Pero en los dos años siguientes se recuperó: 4.8% en 2021 y 3.1% en 2022. Esto refleja el éxito de los exportadores y emigrantes. Las exportaciones aumentaron 18.5% en 2021 y 16.9% en 2022. Las remesas crecieron 27.1% en 2021 y 13.4% en 2022. En esos años, el valor máximo del dólar fue $21.82 (30 de noviembre 2021), el mínimo $19.14 (5 de diciembre 2022). Que todavía bajó transitoriamente a $17.96 (10 de marzo 2023).

Los dólares “golondrinos” llegan del ahorro extranjero, pero no para construir capacidad de producción, que tarda meses o años en empezar a producir; sino para inversiones puramente financieras, que producen de inmediato, sin arraigo físico. Llegan o se van con facilidad, según las tasas de interés que les pague el mercado.

México paga tasas mayores que los Estados Unidos porque el dólar inspira más confianza que el peso. Si pagara lo mismo, los ahorradores (de allá y de aquí) preferirían ahorrar en dólares: no vendrían ahorros de allá ni saldrían ahorros de aquí. Las mayores tasas de interés en México atraen dólares que sirven para consolidar el peso.

Pero las inversiones físicas no dependen, en primer lugar, de que haya créditos a tasas atractivas, sino de que exista un mercado atractivo para lo que se va a producir.

Las tasas de interés mayores atraen a los ahorradores, pero disuaden a los empresarios que necesitan créditos para aumentar su capacidad de producción. Las menores, atraen a los empresarios, pero disuaden a los ahorradores, que pueden optar por gastar más, en vez de ahorrar.

Para el Banco de México, encontrar el punto de equilibrio entre subir o bajar las tasas de interés se complica por la inflación. Fue de 3.2% anual en 2020, 7.4% en 2021 y 7.8% en 2022. La misión primordial del Banco es que el peso inspire confianza, por su poder adquisitivo y su estabilidad cambiaria. Si tiene que escoger entre la estabilidad del peso y el crecimiento económico, prefiere la estabilidad; aunque estabilidad y crecimiento pueden ir juntos, como sucedió en el llamado “Desarrollo estabilizador” (1958-1970) y lo muestra el Informe Anual 1968 del Banco: el producto (PNB) creció 7.1%, la inflación (mayoreo CDMX) 1.9%.

El peso es fuerte en el mercado interno si no disminuye la cantidad de cosas que puede comprar. En el mercado externo, si no disminuye la cantidad de dólares que puede comprar ni la facilidad cambiaria.

¿En manos de quién están los dólares sobrantes? De los exportadores, que pueden usarlos para crear subsidiarias en el extranjero. De los bancos que cambian a pesos las remesas en dólares, con limitaciones para operar en el extranjero. Del Banco de México, para aumentar sus reservas, hasta donde sea deseable. De los narcos, cuyas sucursales en los Estados Unidos ya dominan aquel mercado.

Además, la tensión entre los Estados Unidos y China presiona a las empresas que se instalaron en China (para exportar a los Estados Unidos) a relocalizarse cerca de los Estados Unidos (nearshoring). Un ejemplo reciente es el de Tesla, armadora de automóviles eléctricos, que está instalándose en Monterrey.

Todo esto explica que el desbarajuste del sexenio conviva con un peso fuerte. ~


Publicado en Reforma el 30/IV/23.

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(Monterrey, 1934) es poeta y ensayista.


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