Tixtla, Guerrero, 26 de abril de 2015 (Anselmo Guiú, corresponsal). Una manifestación de la recién constituida Federación de Familiares de Choferes Ausentes (FEFACHOFA) recorrió ayer el centro de Tixtla, Guerrero, rumbo a la Escuela Normal Rural “Raúl Isidro Burgos” de Ayotzinapa, cuyos accesos procedieron a bloquear con tiendas de campaña y comales.
Los manifestantes dijeron que no levantarán su bloqueo hasta que la Autoridad los reciba y cumpla la demanda de su pliego petitorio: liberación inmediata de los choferes y sus unidades. “De aquí no nos vamos a mover hasta que se nos haga justicia”, dijeron los manifestantes.
La Máxima Autoridad de la Normal —la Coordinadora Estatal de Trabajadores de la Educación de Guerrero (CETEG) y la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México (FECSM)— dijo que se trata de una campaña orquestada para desestabilizar el proceso desestabilizador. “Son unos cuantos vándalos a sueldo de intereses oscuros y no vamos a ceder a sus presiones y además cuéntelos: son nomás como cincuenta”.
Desde hace mucho, cuando la Máxima Autoridad de los normalistas desea trasladarse a algún sitio, detiene autobuses en la carretera, baja a los pasajeros y los deja ahí tirados a la vera del camino. Como la orden que tienen los choferes es la de cuidar sus unidades, obedecen a la Autoridad, la trasladan a donde ordene y luego la llevan de regreso a la Normal, donde el chofer y su unidad quedan a disposición de dicha Autoridad.
“Es que no hay derecho”, dijo la señora Karina Canseco de Molina, mientras levantaba su tienda de campaña. “Va para un mes que no veo mi esposo”, subrayó, mientras le sonaba los mocos a Jovany y a Maikol, de seis y cuatro años. “Sus pobres hijitos extrañan mucho a su papá y tienen hambre porque solo comen chilacayotes.”
Abundio Martínez, de setenta y dos años, vino desde Guadalajara a buscar a su hijo porque necesita su firma en un poder notarial para tramitar la venta de su coche y pagar una operación que hay que hacerle a su mamacita. “Y pues como no hay señales de que vaya a regresar pronto, tuve que venir para traérselos. Ojalá que la Máxima Autoridad me deje verlo”.
Los choferes detenidos en Ayotzinapa son noticia mundial desde que la revista Proceso publicó un reportaje en noviembre del año pasado. La noticia decía: “Unos 30 choferes de autobuses aseguran que desde hace varias semanas viven en las instalaciones de la Normal Rural tras ser retenidos por los estudiantes”.
El vocero de la Máxima Autoridad, Sr. Normalista de Ayotzinapa Omar García, reconoció que sí, que “sí perjudicamos a los choferes porque no pueden irse ni mantener a sus familias, pero sostuvo que no tienen opción porque los normalistas no saben conducir ni dar mantenimiento a vehículos tan grandes”.
Pero la Autoridad niega que estén secuestrados. “Ellos pueden salir a pasear o a bañarse en la alberca”, dijo. “Pues sí”, dijo un chofer, “pero también los presos en una cárcel tienen derecho a salir al patio y no por eso son libres”. Otro chofer, que se reservó su nombre por temor a represalias dijo que llevaba ahí un mes ahí. “Los estudiantes nos gritan y nos intimidan y nos obligan a estar a su disposición para manejar a donde ellos deciden”, agregó.
Hasta el momento, los manifestantes de la FEFACHOFA no han recibido muestras de solidaridad de innumerables ONGs, ni universitarios, frentes o agrupaciones, ni movimientos nacionales ni internacionales ni de famosa escritora alguna, a pesar de que solo comen chilacayotitos.
La única otra organización que se le ha acercado a la FEFACHOFA es el Colectivo Mamá de Gonzalo Rivas (COMAGORI), que es un colectivo con la desventaja de contar con un solo miembro y que a nadie le importa un bledo. Gonzalo Rivas es el empleado de la gasolinera de Chilpancingo que murió quemado por gente de la Máxima Autoridad en 2013.
Cae la tarde sobre el bloqueo ante el portón de la Normal. Los pocos niños que no se han enfermado buscan algo de leña o lo que sea que dé lumbrita. Ladra un perro flaco. Sopla un aire ingrato y frío. Las mujeres echan tortillitas en sus comalitos y calientan sus frijolitos. “Tenemos que estar muy atentos porque hay rumores de que la Máxima Autoridad prepara una represión”, dicen.
Y allá, detrás de los muros de la Normal y de sus autobuses, apertrechada, la Máxima Autoridad observa…
Es un escritor, editorialista y académico, especialista en poesía mexicana moderna.