Quémame, sol, con la memoria
Esta vida entera que se me viene
Encima y no la siento y no la quiero.
Quémame para ser como los pueblos
Que en la proximidad de tus orillas
Sin sombra saltan de contento
Y sin historia son ligeros, y son felices
Desprendidos de su pasado.
Quémame, sol, enfrente
El turbio rostro de la noche llena.
Tú sabes qué dolor trae la llama a mi carne
Que la desea con los ojos bajos
Y el filo del cuchillo que en silencio
Lentamente la va sangrando,
Como escribiendo la ola que se aparta
Por morir bien a solas
En el más lejano aire.
Así las cruces que por el cielo los aviones
Trazan en días claros, las estelas
Que se borran en cuanto pasan
Sin haberse gustado.
Ya no será de mí el puro azul
De la vida, su puro azul tan hondo,
Que me llevaba y me vivía
En plenitud distante,
En puro azul de nada.
Que se me llenen de llamas los ojos
Mirando a todas partes, y las venas
Por última vez sean
Alegría del fuego
Cuando ya nada quede.
Yerto en tus labios, sol, contento
[y sin memoria,
Quemado el aire. ~