Romualdas Pozerskis, el fotógrafo de la libertad

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Se pueden comprender los últimos cincuenta años de Lituania a través de las fotografías de Romualdas Pozerskis, nacido en Vilna en 1951 y criado en Kaunas. Desde principios de los años setenta ha documentado momentos clave de la historia de su país, así como destellos de un mundo que ya ha desaparecido. Su trabajo forma parte de las colecciones de instituciones como el Museo Nacional de Lituania, la Biblioteca Nacional de Francia, la fiap, el Museo de Arte Ackland o el Museo de Arte Moderno de Suecia, entre muchas otras. Además ha publicado una veintena de libros, los más recientes de los cuales se presentarán en un acto especial en el próximo festival ValenciaPhoto.

Estudió ingeniería eléctrica, ¿cómo acabó haciéndose fotógrafo?

En los tiempos soviéticos, en toda la Unión Soviética, la fotografía no era una enseñanza reglada. La fotografía es una mezcla de arte y técnica; tienes que comprender muy bien cómo funciona el proceso para llegar a la fotografía, y por eso muchos fotógrafos lituanos estudiaron ingeniería. En 1972, cuando yo estaba en tercero, empezaron los primeros aires de libertad. Un hombre se quemó a lo bonzo [se refiere a Romas Kalanta; su muerte a los diecinueve años desencadenó una serie de manifestaciones que el régimen reprimió con dureza]. Yo asistí a las revueltas, me detuvieron y acabé en el calabozo. Como consecuencia, me echaron de la escuela. Cuando me soltaron empecé a trabajar como fotógrafo. No terminé los estudios hasta más tarde.

Su primera serie, Restless riders (1972-1974), transmite una gran vitalidad. Retrata a unos jóvenes en moto sobre fondos de bosques y carreteras. Parecen poetas beat en pleno viaje sin destino claro. ¿Quiénes eran, por qué buscaban la libertad al aire libre?

Esas fotografías no tenían un propósito artístico. Las hice para mis amigos. Somos mis amigos y yo, cuando íbamos por ahí en moto. Mi compañero Tomas Pabedinskas, que da clase de fotografía en la universidad conmigo, las encontró hace unos diez años. Editamos un libro y a partir de entonces esa serie se hizo célebre.

Lithuanian pilgrimages (1974-2001) abarca muchos años y muchos cambios. Son fotografías de escenas al aire libre donde encontramos un poco de todo: la gente en peregrinación, los picnics, los niños jugando… ¿Cómo es que había esas manifestaciones religiosas en aquella época?

Yo era un niño de ciudad y no conocía esas romerías. Cuando crecí un poco y empecé a salir por ahí con la moto me encontré con ellas. Me encantaron. En Lituania estaba prohibido ir a la iglesia, de modo que la asistencia quería decir que estabas en contra del régimen soviético. Por eso lo tomé como una expresión de libertad y empecé a fotografiarlas. Están compuestas por muchas cosas. En esas peregrinaciones participan jóvenes, mayores, niños, y hay mucha etnocultura, una afirmación de tus valores, tus tradiciones; eres tú. Es algo lleno de riqueza y por eso me gustó tanto.

Otro tema de las fotografías es cómo se relaciona la gente entre sí, como por ejemplo en la serie Old towns (1974-1985), que resulta muy cinematográfica. Se ven los puestos callejeros, las relaciones entre adultos y niños, se entiende que se hacía mucha vida en la calle. ¿Cómo ha cambiado la vida en las ciudades lituanas en estos años?

Ha cambiado por completo. Los patios se han cerrado. En muchas de mis series aparecen patios de manzana. Ahora los han cerrado y se han hecho privados. Otra cosa determinante es que ya no se puede fotografiar a los niños sin permiso. Muchas de estas fotos hoy en día sería imposible sacarlas.

La serie Children’s hospital (1976-1986) retrata el día a día en un hospital infantil. ¿Qué hospital era? ¿Lo fotografió con la idea de hacer un libro?

Tenía veinticinco años. Me encargaron hacer un libro sobre un hospital de Kaunas. Cargué la cámara en color y en blanco y negro. Me dieron permiso para fotografiar todo el proceso vital, desde los partos hasta la morgue. También estuve haciendo guardias en la Cruz Roja de Kaunas, e iba con la bata blanca y todo. Estaba ahí cuando traían a los niños, les daba primeros auxilios y documentaba el proceso. A partir de esta serie comencé otra, que se llamaba Last home, sobre las residencias. Al hospital llega la gente para curarse y volverse a su casa, pero en cambio a la última casa llegas y no vas a salir, solo entras.

Las fotos de Lithuanian America van del 88 a 2003. Aparecen los lituanos emigrados, de varias generaciones, en sus negocios, en su ocio, algunos se han dedicado a la política o al arte. ¿Cuántos viajes ha hecho a las comunidades lituanas de América? ¿Qué encontró allí? ¿Tenían presente todavía a Lituania?

Empecé a ir en 1988, antes de la declaración de independencia [en 1990]. En Lituania hay cuatro millones de habitantes, y entonces en Estados Unidos vivían cerca de un millón de lituanos, y eran muy activos. Hoy en día ya están muy dispersos por el país, pero entonces estaban muy concentrados. En el 88 fotografié iglesias, bares, romerías, cementerios… Solo en Chicago había diecisiete iglesias lituanas. Muchas iglesias acabaron vendiéndose, cuando les hacía falta el dinero.

Una de las series, Little Alfonsas (1993-2008), retrata a un hombre muy bajito en su día a día. Sale con los animales de la granja y apenas es más alto que las cabras, o con sus amigos del pueblo que le doblan la altura. ¿Quién es?

Lo vi en la calle, llevaba un saco grande. Le pregunté si podía hacerle una foto y me dijo que sí. Me invitó a su casa. Mantuvimos la relación, y desde entonces hasta su muerte lo seguí fotografiando. Medía noventa centímetros. Era el hombre más bajo de Lituania.

La serie Lithuanian way to independent documenta la Cadena Báltica y los movimientos que condujeron a la independencia de su país. ¿Cómo afrontó ese trabajo?

Estas fotos se pudieron ver en 2021 en España, en una exposición itinerante llamada “Camino a la libertad”. Son el registro de lo que pasó en el 89 [el 23 de agosto; la cadena humana de seiscientos kilómetros y más de un millón de personas que cruzó las tres repúblicas bálticas, pasando por sus capitales, para pedir la retirada de las fuerzas soviéticas], pero documentan desde las primeras manifestaciones, en el 88, hasta la salida del último tanque de Lituania. En 1988 el baloncesto representaba la libertad, pero ese papel de símbolo lo asumió, cuando se creó, el movimiento Sąjūdis, que es como un movimiento de resurrección. La última fotografía se tomó en el 93, cuando salieron los últimos soldados. ~

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Es escritora. Su libro más reciente es 'Lloro porque no tengo sentimientos' (La Navaja Suiza, 2024).


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