El actual gobierno español ha cometido errores, pero algunas de sus acciones se critican desde la ignorancia y el prejuicio. En el futuro otros harán cosas similares sin reconocer la deuda, porque la gente es así de desagradecida. Entre los ejemplos más señalados del espíritu pionero del gobierno está el nombramiento de José Luis Escrivá, que ha sido ministro de inclusión y luego de transformación digital, como gobernador del Banco de España. No hay nadie más capacitado para evaluar el efecto de las políticas impulsadas por el ministro Escrivá que el gobernador Escrivá. ¿Acaso alguien tiene más información que él de la reforma de pensiones y del ingreso mínimo vital, por ejemplo? Sin duda, Escrivá podrá mantener la imparcialidad a la hora de evaluar los efectos de sus políticas, como haríamos usted y yo. Es verdad que no es el único ejemplo que nos ha dado este gobierno: una exministra fue fiscal general del Estado, una exvicepresidenta está al frente del Consejo de Estado, un exministro y una ex alto cargo del ejecutivo están en el Tribunal Constitucional. No es solo la economía circular que está de moda; es una especie de institucionalidad circular, casi caníbal: no hablamos de puertas giratorias hacia fuera porque el Estado es una puerta giratoria. Pero de momento este parece el ejemplo más perfecto. A todo nos preocupaba quién llevaría el pajaporte, que Escrivá defendió con entusiasmo a principios del verano. Esta emergencia olvidada pasará a ser responsabilidad de Óscar López, ex jefe de gabinete del presidente y flamante ministro de transformación digital: debemos celebrar que el pajaporte quede en buenas manos. Los más quisquillosos querrán quitar méritos al gobierno. Señalarán que estas prácticas forman parte de una deriva autorreferencial que vemos en el arte, en la telebasura y en la política, suponiendo que entre las dos últimas exista alguna diferencia. Baltasar Garzón, inhabilitado por prevaricación, pontifica sobre el lawfare; los portales de transparencia de comunidades autónomas dependen de la consejería de presidencia; y los novelistas escriben su propia entrada en Wikipedia. Pero no hay que regatear méritos. Aunque los partidos siempre quieren colonizar lo público, hasta ahora no habíamos visto que la mejor manera de evaluar las políticas era colocar a quienes impulsaron esas políticas al frente de instituciones neutrales y ocasionalmente críticas.
Este artículo se publicó originalmente en El Periódico de Aragón.