Se fue el otoño:
con el viento las hojas
se desprendieron.
Los montes están solos.
Ha llegado el invierno.
aki wa inu
kaze ni ko no ha no
chirihatete
yama sabishikaru
fuyu wa kinikeri
El tercer shogún de Kamakura, último jefe del clan Minamoto, heredó el título a los once años pero nunca el poder, usurpado por su abuelo materno, Hôjô Tokimasa, a la muerte de su padre, Yoritomo. Sanetomo (1192-1219) buscó su destino en la poesía y en la corte, en la que llegó a ocupar el cargo de Ministro de la Derecha, tercero en importancia, antes de que un hijo de su hermano Yoriie, que en 1204 había sido asesinado por los Hojo, lo acuchillara en las escalinatas del templo de Tsurugaoka Hachiman en Kamakura, el día de Año Nuevo de 1219, quizá por instigación de su propia madre. Tenía veintisiete años; a los veintidós había compilado las poco más de setecientas piezas del Kinkai wakashû, su colección personal y lo único que se conserva de su obra.
Entre dos declaraciones escuetas, tres trazos mínimos; el viento que pasó, los árboles desnudos, un paisaje desertado. El poema no dice que los hombres se van como las hojas, pero entendemos que en los montes no queda un alma. Por eso preferí no extremar sabishikaru en desolados, aunque el diccionario lo aconsejara.
Sanetomo partió de un poema de Sone no Yoshitada:
No viene nadie.
Con el viento las hojas
se desprendieron.
Cada noche es más débil
la voz de los insectos.
El poema de Sanetomo es más despojado; el de Yoshitada, más conmovedor. El insomne al que acompañan los grillos es el amante solitario de Yoshitsune, desvelado por la ausencia.