Occidentalismo. Breve historia del sentimiento antioccidental, de Ian Buruma y Avishai Margalit

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Para empezar, dos preguntas: ¿Por qué en la cubierta del libro aparece el nombre de Ian Buruma con un cuerpo de letra considerablemente más grande que el de Avishai Margalit? y ¿por qué se traduce Occidentalism por “occidentalismo”?
     En las ediciones estadounidense, británica, alemana y polaca (cuyas cubiertas he podido ver en la Red) aparecen ambos nombres con el mismo cuerpo de letra. Y no es nada raro, porque buena parte de los temas que se abordan en Occidentalismo han sido tratados con anterioridad y en profundidad por Avishai Margalit, y no por Ian Buruma: la idolatría, en su ensayo Idolatría: guerras por imágenes: las raíces de un conflicto milenario (Gedisa, en colaboración con Moshe Albertal), o los kamikazes japoneses. Así que la respuesta a la primera pregunta sólo puede ser: se trata de algo incomprensible, e inaceptable.
     El título de la edición estadounidense es Occidentalism: The West in the Eyes of Its Enemies, y en su edición inglesa el ensayo se llama Occidentalism: A Short History of Anti-Westernism. En castellano, la palabra “occidentalismo” tiene dos definiciones en el Diccionario de la Real Academia: “1. Carácter occidental. 2. Defensa de los valores que se consideran propios del mundo occidental o inclinación hacia algunos de ellos”. Para los autores, occidentalismo es:

La Contrarreforma hasta la Contra-Ilustración en Europa, pasando por las muchas variedades del fascismo y del nacionalsocialismo que se han dado en Oriente y Occidente, hasta el anticapitalismo y la antiglobalización, y, por último, los extremismos religiosos que hoy atruenan en tantos lugares. […] Hostilidad a la Ciudad, a su imagen de cosmopolitismo desarraigado, arrogante, codicioso, decadente y frívolo; hostilidad a la mentalidad occidental, manifiesta en la ciencia y la razón; hostilidad a la burguesía asentada, cuya existencia es la antítesis del héroe que se inmola en el sacrificio; hostilidad al descreído, al que es preciso aplastar para que deje sitio a un mundo en el que reine la fe pura [p. 21].

Y también es: “expresión de un resentimiento amargo frente al ofensivo despliegue de superioridad por parte de Occidente, que se basa en la presunta superioridad de la razón. Más corrosivo que el imperialismo militarista es el imperialismo mental que se impone mediante la creencia occidental en el cientifismo, la fe en la ciencia como única manera de acceder al conocimiento” [p. 100]. Así que no se puede utilizar en castellano el término “occidentalismo” cuando se trata exactamente de definir su opuesto. Como no se puede traducir to traduce (calumniar) por “traducir”. Así que la respuesta a esta segunda pregunta sólo puede ser: se trata de algo incomprensible, e inaceptable. Y, a diferencia de la primera pregunta que no afecta al texto, aunque resulta perturbadora porque no se entienden las razones editoriales, ésta segunda sí lo afecta, y gravemente, porque bajo la palabra Occidentalism Ian Buruma y Avishai Margalit presentan una serie de reflexiones, pautas y tópicos que han seguido los enemigos de los valores occidentales, y que ya tiene un nombre en castellano: “Antioccidentalismo”. Juan José Sebreli lo utiliza a menudo en un ensayo imprescindible, El asedio a la modernidad. Crítica del relativismo cultural (Ariel, 1992).
     Para seguir, es muy pertinente relacionar el libro de Juan José Sebreli con el de Ian Buruma y Avishai Margalit porque ambos abordan la misma cuestión, aunque desde distintos puntos de vista. El de Juan José Sebreli está escrito a comienzos de los años 90, cuando todavía no se había atentado contra las Torres Gemelas de Nueva York, y tiene un perfil más izquierdista: “es una verdad a medias que la libertad individual sea un epifenómeno del capitalismo; si bien se desarrolla con éste”. El de Ian Buruma y Avishai Margalit está escrito después del atentado, para explicar cuál es la ideología de quienes cometieron el atentado, y tiene un perfil claramente liberal:

La democracia liberal es el sistema político que más se adecúa a los pueblos comerciantes. Se trata de un sistema competitivo en el que contienden distintos partidos, y en el que los conflictos de intereses se resuelven solamente mediante la negociación y el compromiso entre las partes. Es por definición antiheroico; así, pues, a ojos de sus detractores, es enclenque, despreciable, mediocre, corrupto [p. 62].

Ian Buruma y Avishai Margalit estudian a los enemigos de Occidente porque “sin el entendimiento profundo de quienes odian a Occidente no podemos tener la esperanza de impedir que destruyan a la humanidad”. ¿Y quiénes son? A lo largo del tiempo lo han sido muchos, algunos de los cuales, como Japón, han acabado formando parte del Occidente que atacaban. En el pasado más reciente han sido los totalitarismos fascistas y comunistas. Y, en la actualidad, fundamentalmente, los grandes enemigos son aquellos que confunden y mezclan la autoridad religiosa con el poder político: sin duda los regímenes islámicos, que Ian Buruma y Avishai Margalit critican con contundencia; pero también “Estados Unidos, [donde la autoridad religiosa] ya empieza a tener una influencia peligrosa y perniciosa en el gobierno político” [p. 153].
     Para terminar, Occidentalismo es un ensayo que combina con valentía la preocupación por la amenaza de la extinción de la libertad y la defensa cerrada del pensamiento racional frente a la fe. –

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(Zaragoza, 1968-Madrid, 2011) fue escritor. Mondadori publicó este año su novela póstuma Noche de los enamorados (2012) y este mes Xordica lanzará Todos los besos del mundo.


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