En octubre de 2013, el nombre de Phil Jordan empezó a resonar, merced a su aparición en un programa de televisión en el que, al lado de otros dos personajes afirmaba que el asesinato del exagente de la DEA (Drug Enforcement Administration) Enrique Camarena Salazar había sido obra de la Agencia Central de Inteligencia (CIA).
“Tenemos muchas pruebas para fundamentar lo que denunciamos”, dijo. “La DEA y la CIA no soportarían que se sepa toda la verdad sobre el caso Camarena. Saldrían muy afectadas”. Casi cinco meses después, ni una sola evidencia, nada, aunque los medios que le prestaron oídos en México tampoco le exigieron más.
De nueva cuenta, Jordan volvió a los titulares, esta vez entrevistado por Univisión, unas horas después de la aprehensión de Joaquín Guzmán Loera en Mazatlán. Identificado como “Ex director de la DEA”, el hombre soltó al aire: “Nunca pensé que con el PRI lo iban a arrestar, porque El Chapo Guzmán metió mucho dinero en la campaña de Peña Nieto, me sorprendió cuando supe que lo arrestaron”.
—¿Usted tiene alguna prueba de esos aportes a la campaña del presidente? —le preguntaron.
—Eso está documentado en inteligencia de los Estados Unidos. Yo no te puedo presentar papeles, pero yo sé que en la inteligencia que teníamos, o que tenemos, El Chapo siempre ha estado metido en la política.
El hombre continuo hablando sin mucha coherencia durante unos seis minutos más, pero su afirmación fue suficiente para que decenas de medios reprodujeran su dicho como verdad revelada: "El Chapo financió campaña de Peña”. La mayoría ignora u omite aclarar que Phil Jordan no fue nunca director de la DEA, sino director del Centro de Inteligencia de El Paso, y tampoco precisan que lleva más tiempo retirado que los años que Guzmán estuvo prófugo. Nada de eso importa mientras Jordan se mantenga vigente declarando todo lo que venda bien.
Ser una fuente confiable de noticias e información tendría que ser consecuencia del trabajo de un equipo que coteja y verifica. Los autores de Verification Handbook (una guía para validar y utilizar información, fotos y vídeos durante coberturas emergentes) encuentran el verdadero valor de una sala de redacción no en abrir espacio a opinadores y al material que traen consigo, sino en desafiarlos, triangular su información con la que ofrecen otras fuentes dignas de crédito y separar claramente los datos serios (antes de publicar o difundir) de las suposiciones o la información no verificada adecuadamente.
Si bien durante dos sexenios la sospecha de la protección del gobierno federal al cártel de Sinaloa ayudó a vender ficciones como periodismo, la entrevista de Julio Scherer a El Mayo Zambada fue la carnada definitiva para que varios reporteros iniciaran su propia búsqueda de sicarios para entrevistar o crearon su propia y novedosa teoría: “Fuentes de información del gobierno de México afirman que después de su supuesta muerte El Señor de los Cielos estuvo durante una larga temporada en Cuba”, “La era de El Chapo perdurará hasta que él quiera. En su clan se afirma que ya está arreglando su jubilación”, se escribía hace cuatro años al amparo de las fuentes inconfesables.
Durante eventos cruciales como el del pasado fin de semana, debería esperarse que los periodistas tuvieran en cuenta la procedencia, la fuente y fecha del contenido que difunden. Transcurridas las horas definitivas, la confirmación y el anuncio oficial de la aprehensión de Joaquín Guzmán, medios mexicanos dieron crédito y difundieron como real una nota publicada por Huzlers (un medio que hace sátiras de notas importantes), la cual aseguraba que la Marina había presentado a un inocente como el jefe del grupo criminal de Sinaloa.
Más aún, medios como el semanario Proceso hicieron eco de especulaciones sobre el supuesto sucesor de El Chapo en la estructura del cártel de Sinaloa, usando como única base la información de un narcoblog “que cita supuestos informes de la DEA”. Dos días más tarde, el referido blog aseguraba que Guzmán Loera había sido asesinado en el penal del Altiplano y citaba a la Secretaría de Gobernación.
Otros más, como Excélsior, difundieron una imagen de Laura Elena Zúñiga, Nuestra Belleza Sinaloa 2008, pero presentándola como Emma Coronel, la actual esposa del narcotraficante.
El que hoy cualquiera pueda compartir contenido, etiquetar personajes o asegurar que una imagen corresponde a un determinado momento, separa a los periodistas que fallan en el cotejo de quienes carecen de guías claras sobre cómo se distribuye el material informativo y difunden contenido falso. El trabajo de verificación es el más difícil y el suministro de información precisa parece ser cada vez menos importante que conseguir likes y followers. La curaduría de fuentes confiables tendría que basarse en un principio cardinal: verificar la información que proviene de ellas y distinguir la inteligencia de lo especulativo.
Periodista. Autor de Los voceros del fin del mundo (Libros de la Araucaria).