Timoteo. Escultura de Rodrigo de la Sierra

Cuando el Estado te falta al respeto

Cuando el gobierno no solo no atiende tus críticas, sino que además te descalifica por ellas, se genera “otra violencia, la verbal: la denigración de sentir que el Estado no solo no te cuida, sino que te falta al respeto.
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El gobierno de Enrique Peña Nieto parece acusar recibo de que la emoción colectiva que impera en México es de un gran enojo social. Pero lo está haciendo de una forma muy contraproducente, a través de un mensaje que, repetido en boca de funcionarios cercanos al presidente y del propio Peña Nieto, viola una regla cardinal del discurso político: respeta a tu audiencia.

En efecto, si el objetivo del discurso es persuadir, el paso número uno es respetar a la persona o personas a las que les diriges tu mensaje, es decir, respetar a tu audiencia.

Por ello, los discursos arrancan no solo con salutaciones formales y agradecimientos ceremoniales, sino también con mensajes dirigidos a crear empatía entre el orador y su público. A veces puede ser un chiste, otras una historia personal, o en ocasiones una frase célebre. Pero el objetivo es el mismo: demostrarle a tu audiencia que les hablas de buena fe, que quieres ponerte en sintonía con ellos para convencerles de tu punto, que los entiendes y que, aunque tal vez no están de acuerdo contigo, los respetas. De hecho, las reglas más básicas del discurso señalan que:

  • Si la audiencia te es favorable, tienes que reforzar las creencias, valores y emociones que comparte contigo.
  • Si tu audiencia es neutral, tienes que buscar ganar terreno a tu favor poco a poco, con argumentos balanceados, que incluyan cuestionamientos a tu propio punto de vista y reconocimiento de la validez de su opinión.
  • Y, si tu audiencia es hostil, tienes que ser todavía más respetuoso de su punto de vista, y tratar de encontrar con argumentos inteligentes, un terreno en común, un mínimo de temas en los que puedan estar de acuerdo. La regla es no perder más puntos con los hostiles y, de ser posible, generarles respeto por defender tu punto de vista con argumentos sensatos, aunque no los compartan.

Hoy, las encuestas son contundentes. 7 de cada 10 ciudadanos reprueba la gestión de Peña Nieto al frente del gobierno. Y la cifra aumenta a 8 de cada 10 cuando se trata de líderes sociales, empresariales, académicos, etcétera. Claramente, el presidente y su equipo están ante una audiencia hostil – entendiendo como audiencia no solo a los presentes en el acto donde se da el discurso, sino a todos los que reciben el mensaje a través de los medios de comunicación y las redes sociales. Ante esta hostilidad mayoritaria, ¿cuál es su estrategia discursiva? Parece que insultar a la audiencia. Veamos cómo lo hacen.

Virgilio Andrade, Secretario de la Función Pública, insulta a su audiencia, cuando vuelve a decir que “la corrupción es  cultural”, a sabiendas de que ese mensaje ha sido reprobado una y otra vez porque parece que busca culpar a la sociedad de lo mismo que ésta acusa al gobierno.

“El asunto de la corrupción no es un tema racial, sí es un tema cultural, pero cultural como seres humanos, ¿por qué? Porque en nuestra racionalidad siempre buscamos rentabilidad y respondemos a incentivos.”

Insulta a su audiencia José Antonio Meade, Secretario de Desarrollo Social y presunto aspirante a la candidatura a la presidencia en 2018, cuando señala de manera desafortunada que:

Tenemos mucha suerte hoy de que el presidente Peña Nieto sea el presidente de México. A veces nos gusta estar de mal humor. A veces nos gusta decir que las cosas  van mal. A veces nos gusta decir que las cosas en el país no están funcionando. Pero creo que un evento como este pone en perspectiva que las cosas van caminando. El presidente está haciendo las cosas diferente y las está haciendo bien. Si revisamos que ha pasado en estos tres años, se han generado más de 2 millones de empleos […] La economía sigue creciendo a pesar de un entorno global muy complicado. Vale la pena que dejemos el mal humor, vale la pena que dejemos la crítica sin fundamento y vale la pena que nos demos cuenta que tenemos un gran país”.

Y el presidente Peña Nieto tampoco respeta a su audiencia cuando señala que:

“Sé que a veces se puede decir y leyendo algunas notas, columnas y comentarios que recojo de aquí y de allá, en donde se dice: es que no hay buen humor, el ánimo está caído, hay un mal ambiente, un mal humor social. Pero déjenme decir, en este espacio, hay muchas razones y muchos argumentos para decir que México está avanzando, que México está creciendo…”

El mensaje es: si el gobierno es corrupto, es porque nosotros también lo somos; si evaluamos mal al gobierno, lo hacemos “sin fundamentos”; si no vemos lo que se hace bien, es simplemente por un estado de ánimo irracional, porque “el ánimo está caído”; si nos enoja lo que pasa en México es porque “nos gusta estar de mal humor”. Desde luego, todo es culpa de “las notas, columnas y comentarios”, no de la realidad. Y si no aplaudimos es por ingratos, porque en realidad “tenemos mucha suerte” de tener a quien tenemos como presidente. Estamos ante un discurso que carece de argumentos para persuadir, y que está tan mal pensado y ejecutado, que termina ofendiendo a la audiencia y generando más rechazo. Claramente, esta no es una manera digna de dirigirse a la sociedad por parte de quienes tienen altas responsabilidades de Estado en una democracia.

Como lo señaló muy atinadamente el presidente de Argentina en un discurso que analicé en esta bitácora hace unas semanas: cuando el gobierno no solo no resuelve los problemas, sino que además los minimiza o los niega; cuando el gobierno no solo no atiende tus críticas, sino que además te descalifica por ellas, se genera “otra violencia, la verbal: la denigración de sentir que el Estado no solo no te cuida, sino que te falta al respeto”. Esto es algo a lo que no podemos acostumbrarnos o resignarnos como sociedad. 

 

 

 

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Especialista en discurso político y manejo de crisis.


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