El 15 de abril de 1941 un terremoto sacudió a Colima, Jalisco y Michoacán. Hubo noventa muertos. El día 17, el presidente Manuel Ávila Camacho envió a la Cámara de Diputados una iniciativa de ley que transcribo (como las respuestas) literalmente:
El ejecutivo solicita de la H. Cámara de Diputados se adicione el presupuesto con una partida de $500,000.00 para prestar cabal auxilio en las zonas por los movimientos telúricos.
Al pasar a debate, se pronunciaron los tres sectores del Partido de la Revolución Mexicana (no había otro). El C. Juan I. Godínez del sector obrero dijo: “Las arterias vitales de la patria se están desangrando por ahora. Vayamos en ayuda de ellas. Es tiempo de que todos nosotros como un solo hombre podamos acudir, como lo hizo el señor Presidente de la República, en ayuda de esas gentes a las que hoy por hoy les ha tocado su turno en esta desgracia nacional.”
Luego el C. Emilio Gutiérrez Roldán agradeció al presidente “la atingencia que ha tenido al dejar pendientes otros asuntos para dedicarse exclusivamente durante estos días a la atención de los asuntos de las regiones en que mexicanos están sufriendo por causas que no eran previsibles por ellos mismos”.
Y luego el C. Julio López Silva enunció que “el sector popular aprueba y respalda y aplaude sinceramente las medidas atinadas que ha dicho el Ejecutivo de la Nación para remediar en lo posible esas propias desgracias”.
Pero el gran discurso fue el del C. José Gómez Esparza:
En estos instantes la ciudad de Colima y otras poblaciones de Jalisco y Michoacán se están debatiendo en el ambiente siniestro de una espantosa tragedia. Un terrible terremoto ha sembrado el espanto y la desolación en aquellas viejas comarcas. Sus catedrales están demolidas; sus monumentos, derruidos por los suelos, y las casas de sus habitantes tienen sus muros agrietados y sus techos han perdido el equilibrio normal. Se respira un ambiente en el cual es preciso que el auxilio inmediato llegue a todos aquellos desvalidos que están viviendo esta atmósfera de desgracia. Catástrofes como la presente, tienen siempre una grande repercusión en nuestros pueblos y en todos los pueblos de los conglomerados humanos.
Cuando el Vesubio abre su carácter centellante de la ciudad de Nápoles se conmueve llena de espanto y de desolación, y todo el territorio de Italia fija sus ojos en aquellas hermosas campiñas; cuando la hecatombe de Martinica, el mundo todo puso sus ojos en aquel lugar y pedían socorro todos los hombres para suministrarlo a sus habitantes isleños.
Catástrofes como la presente que asuela a nuestra patria, en todas partes del mundo conmueven las sociedades. México, para gloria de su historia y para ética significación de los ciudadanos que nacieron en este lugar, siempre ha tenido el corazón en la mano y la acción firme y segura de actuación determinante para socorrer al desvalido y ayudar al que está en desgracia.
Ha sido una trasunta historia del mexicano insigne nacido en esta bella patria, su altruismo infinito para darle la mano inmediata, segura y fuerte al que sufre, como decía hace unos momentos.
El señor Presidente no se ha conformado con enviar este proyecto de Ley, sino que, atento a producir una acción inmediata para corregir hasta donde sea posible las desgracias de esta hecatombe, ha propuesto la formación de un comité pro damnificados que presidirá el doctor Gustavo Baz. Ha puesto su atención en este asunto, y nosotros debemos seguir esa pauta y esa huella y en estos instantes debemos de comprender que todo aquello que se haga por ese jirón de la patria que está sufriendo, es un galardón de significación y de gloria para la Cámara de Diputados; y conociendo yo la hidalguía y la significación moral que tiene el corazón de cada uno de los representantes de esta XXXVIII Legislatura, cumplidamente pido a vuestras señorías que se apruebe el proyecto del señor Presidente de la República en dispensa de todo trámite.
La iniciativa fue aprobada unánimemente. ~
(Tomado del Diario de los Debates de la fecha, en cronica.diputados.gob.mx)
Es un escritor, editorialista y académico, especialista en poesía mexicana moderna.