Las palabras del año

La Fundéu elige en estos días “la palabra del año”. Sería interesante acceder a las palabras del año de todos los países, ya que conformarían una especie de retrato de cada sociedad.
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Los últimos días de diciembre llegan con rituales tan típicos como inevitables. Mirar el calendario del año que se avecina y buscar en qué día de la semana caen cumpleaños y días festivos, es un clásico. También lo son los listados y selecciones de lo mejor y lo peor del año. Desde hace un tiempo, la Fundéu (Fundación del Español Urgente, un organismo con sede en Madrid que se propone “velar por el buen uso” del idioma) ha decidido sumarse a tal costumbre y elegir la palabra del año.

El criterio de selección busca “una palabra, nueva o no, que haya estado en las noticias y en las conversaciones de este año y que tenga además un cierto interés desde el punto de vista lingüístico”. Por eso, el primer filtro son las recomendaciones de la propia Fundéu —que en 2015 fueron más de doscientas— sobre el uso más apropiados de términos y expresiones, en particular de los vigentes en los medios de comunicación.

Aunque se proponga como autoridad del idioma y, por ende, válida para todos los países de habla hispana, lo cierto es que, al menos para estas cuestiones, la fundación no puede escapar de su carácter local. Por eso, varias de las doce palabras “finalistas” en la elección son vocablos que protagonizaron muchas conversaciones en España, pero que son desconocidas y hasta exóticas en América Latina y otras regiones de lengua castellana.

Esas finalistas son: me gusta, trolear, clictivismo, inequidad, poliamor, disruptivo, zasca, despatarre, gastroneta, refugiado, chikunguña y sextuplete. Si necesitan ayuda para saber qué quieren decir, la propia Fundéu lo explica.

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Por supuesto, todas estas cuestiones son muy subjetivas. El periódico El País, también de Madrid, también eligió sus “palabras del año”, y ninguna coincide con las de la Fundéu. Las suyas son: fofisano, núcleo irradiador, podemita, oxi, daesh, NO2, Periscope, ministéricos, viejoven, buenismo y cuñadismo.

Según los resultados de mis búsquedas en internet, en otros países no parece haber el mismo afán que en España por elegir la o las palabras del año. Doy, sin embargo, con un artículo de BBC Mundo que recopila “las diez palabras más curiosas que se escuchan en las elecciones argentinas”: panqueque, choripán, ñoqui, buitre, gorila, sábana, trosko, gradualismo, puntero y tucumanazo. Con un extra: subtrenmetrocleta, que es como el gobierno de la ciudad de Buenos Aires decidió llamar a un plan de transporte público. De verdad.

En inglés, este año se dio la curiosidad de que la palabra elegida por el Diccionario Oxford no fue una palabra, sino un emoji: “carita con lágrimas de felicidad”. En años anteriores, las elegidas fueron vape (fumar cigarrillos electrónicos, en 2014), selfie (2013) y gif (2012). La castellanización selfi también fue elegida por la Fundéu, aunque un año después que en inglés. La de 2013, según la fundación española, había sido escrache.

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De alguna manera, elegir las palabras del año es el exacto reverso del juego del diccionario, en el cual el objetivo es buscar palabras en desuso, con un significado muy poco conocido, para que los participantes se lo inventen. Palabras muy viejas que están en el diccionario aunque ya nadie las use (por eso a Cortázar le gustaba llamar “cementerio” a esa colección oficial de términos y definiciones) versus palabras que todos usamos y que no están —al menos por ahora— reconocidas en el lexicón. (Lo cual no quiere decir que no existan, como ya señalamos alguna vez por aquí.)

En las historietas, los diálogos son representados a través de globos de texto, cada uno con una especie de flechita o colita que señala al personaje que habla. Se me ocurre que, si hubiera que representar el habla de toda una sociedad con un solo globo, este sería una enorme masa de límites borrosos y en constante movimiento. Y que la elección de la palabra del año es como el intento de sacar una foto a esa marea, a ese conjunto. Y que las palabras destacadas, más allá de la subjetividad y de los diferentes pareceres, permiten componer una suerte de retrato o de mapa de la sociedad en ese momento.

Por eso, sería interesante tener acceso a las palabras del año de todos los países. En un sentido, somos lo que decimos. Y lo que hacemos con lo que decimos.

Poco después de publicadas estas líneas, la Fundéu seleccionará una palabra y los titulares dirán que esa es la palabra del año “en español”, cuando debieran decir solo “en España”. Salvo que elijan me gusta, la expresión con la que Facebook le ganó una batalla a Twitter y que sí está muy expandida por todos los países de nuestro idioma. O inequidad, concepto con el cual, tristemente, ocurre lo mismo.

 

 

 

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(Buenos Aires, 1978) es periodista y escritor. En 2018 publicó la novela ‘El lugar de lo vivido’ (Malisia, La Plata) y ‘Contra la arrogancia de los que leen’ (Trama, Madrid), una antología de artículos sobre el libro y la lectura aparecidos originalmente en Letras Libres.


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