Hacía tiempo que no sabía del “fiscal copy-paste”, esa enigmática persona que me envía anónimamente denuncias de plagio. Pensé que se habría molestado porque la última vez, refiriéndose a dos editorialistas de un combativo diario de izquierda conocido por su objetividad, el plagio (que lo había), estaba laboriosamente bien disimulado. (No importa: estoy seguro de que un día los va a pescar con las manos en la wiki.)
Esta vez no hay duda. Se trata de un sesudo “ensayo” aparecido hace unos días en un esencial cuanto crítico suplemento cultural, que lo encontró tan relevante como para dedicarle la portada.
El ensayo se titula “Del imaginario y otras teorías” y lo firma una profesora llamada Natacha Koss. Es muy divertido porque, además de plagiar, esta combativa “escritora” se esmeró en excluir de su plagio cualquier referencia a la hermenéutica cristiana (tan reaccionaria) que apuntala al ensayo original.
Escribe la profesora Natacha:
En el mundo occidental, se ha identificado tradicionalmente la interpretación con la búsqueda de un kerygma, un “sentido latente a la espera de ser interpretado” (Bordwell). A menudo el estudio de la imagen se ha comprometido con esa expectativa de revelación.
El desarrollo de la reproducción de la imagen, por una parte, y de las tecnologías que permiten transmitirla, por otra, ha provocado lo que Gilbert Durand denomina un “efecto perverso”. Esto sucede porque, mientras que la pedagogía positivista que sustenta las ciencias humanísticas conserva un principio de desprecio hacia las imágenes (iconoclasia), las imágenes visuales o “visibles” impregnan cada una de las actividades humanas. Y no sólo por el cine y la fotografía pues el teatro es, antes que nada, imagen. Ya sea la del telón cerrado, la de la plaza pública, la de una luz atravesando el escenario, el teatro es imagen antes de ser palabra. Por lo tanto, los estudios teatrales deben ampliarse de modo tal de integrar el conjunto de imágenes mentales y visibles mediante las cuales el individuo se relaciona con el entorno.
Saquea al profesor catalán Iván Pintor Iranzo en su ensayo “A propósito de lo imaginario”, que se lee aquí
La tradición hermenéutica de raíz cristiana ha identificado, tradicionalmente, la interpretación con la búsqueda de un kerygma, un “sentido latente a la espera de ser interpretado” (Bordwell, 1995: 285). A menudo, el estudio de la imagen, ya sea literaria o icónica, se ha comprometido con esa expectativa de revelación (…).
A lo largo del siglo XX, el desarrollo de la reproducción de la imagen por una parte y de las tecnologías que permiten transmitirla, por otra, ha provocado lo que Gilbert Durand denomina un “efecto perverso”. Es decir, mientras la pedagogía positivista que sustenta la epistemología de las ciencias humanísticas conserva un principio de iconoclastia, las imágenes visuales o “visibles”impregnan cada una de las actividades humanas (…) Es por ello necesario definir un marco análogo a los que han desarrollado en sus respectivas parcelas la teología o los estudios críticos de literatura y pintura. Su amplitud debe ser mayor, e integrar el conjunto de imágenes mentales y visibles mediante las cuales el individuo se relaciona con el entorno.
La profesora Koss, “crítica e investigadora teatral”, logró de la Universidad de Buenos Aires, donde también es maestra, el título de “licenciada en artes combinadas”.
No tengo ni la más remota idea de qué artes son esas.
¿Será el arte de combinar el robo con el cinismo? Y, bueno, si eso se combina además con la ineptitud de un editor para detectar un plagio (o bien, con su indiferencia) pues a graduarse todos…
Es un escritor, editorialista y académico, especialista en poesía mexicana moderna.