En una entrevista concedida a la periodista Michelle Caruso-Cabrera de CNBC, Carlos Slim explicó por qué, a diferencia de Gates y Buffet, él no donará parte de su fortuna a la caridad. De acuerdo con Slim la pobreza no se combate a través de la beneficencia y los empresarios tienen la responsabilidad social de administrar sus negocios y pagar impuestos, no deducirlos a través de obras filantrópicas.
Si pensamos en las razones que motivan y mantienen viva a una empresa, tendríamos que estar de acuerdo con la afirmación del ingeniero Slim: las compañías nacen con el fin de proveer productos y servicios que satisfagan las necesidades de sus clientes, generar riqueza para los accionistas, ser la fuente de sustento para quienes laboran en ella y pagar impuestos para que el Estado (que recauda y administra estos recursos) pueda cumplir con su fin social.
Sin embargo, cuando las empresas dejan de satisfacer las necesidades de sus clientes y sacan provecho de una posición dominante en el mercado para enriquecer a sus accionistas y encontrar lagunas en las leyes tributarias que les permitan pagar la menor cantidad de impuestos posibles, lo que resulta es en recaudación tributaria como la de México, equivalente al 9.5% del PIB. Con una recaudación así difícilmente se pueden sufragar las erogaciones de un gobierno y lo obliga a depender de ingresos no tributarios equivalentes, siguiendo con el caso mexicano, al 14.2% del PIB. Aun sumados ambos conceptos (23.7% del PIB), los ingresos en poder del Estado se encuentran por debajo de la media de los países de la OCDE (35.9% del PIB) y se coloca como uno de países miembros que menos recauda.
Por otro lado, la caridad además de ser un medio para conseguir enormes deducciones fiscales, como el mismo Slim a través de sus fundaciones ha constatado (el año pasado sus fundaciones recibieron un total de 18,800 millones de pesos, alrededor de 1,500 millones de dólares, según el portal de la propia Fundación Carlos Slim) cuando promueve acciones que impactan en ámbitos desatendidos por el Estado y los organismos multilaterales, como es el caso de los programas de desarrollo económico y salud apoyados por la fundación de Bill y Melinda Gates, es complicado no justificar o promover la filantropía.
Para los financieros, las donaciones y obras de caridad con dinero de la empresa no son bien vistas –ningún gasto lo es– porque al final se generan menos utilidades, lo que se traduce en accionistas con participaciones menos valiosas. Por otro lado, en México, las empresas pueden deducir hasta el 7% de las utilidades del ejercicio anterior vía donativos (según el Art. 31 de la Ley del ISR). Es decir, si una empresa tuvo utilidades de 100 millones de pesos el año previo, podrían deducir vía donaciones siete millones.
Leer la filantropía exclusivamente como una estrategia de negocios, es la lectura de un misántropo, porque es negar el valor de historias como la del Hospital de Jesús, edificado en 1524 y que desde sus orígenes ha sido en gran medida mantenido por donaciones (iniciadas por el conquistador Hernán Cortés y sus herederos, quienes hasta 1932 estuvieron al frente de la institución).
La solución de la pobreza no proviene de la caridad per se, sin embargo, es parte de la fórmula que ayudará a erradicarla.
– Rodrigo Rosas Ventura, asesor financiero, Gerente de la Practica Financiera de Visionaria.
(Imagen tomada de aquí)
es asesor financiero, Gerente de la Practica Financiera de Visionaria.