De la paliza a la patata caliente

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El descalabro del Partido Demócrata en las elecciones estadounidenses ha sido espectacular. El presidente Obama ha dicho que ha sido una “paliza” y que no hay manera de “dulcificarla”. Ha aceptado su responsabilidad por los resultados económicos que no han llegado y ha dicho que “se sentía mal” por los miembros del partido que perdieron su puesto bajo su mandato. Los republicanos se han llevado el Congreso con al menos 60 nuevos escaños. En el Senado se han quedado a las puertas de la mayoría con seis nuevos miembros (necesitaban diez). También nueve gobernadores más son ahora republicanos. La derrota no tiene discusión.

Las elecciones fueron sobre economía porque la economía va mal. En la campaña no se habló de nada más. El Partido Demócrata estaba al mando de la Casa Blanca, el Congreso y el Senado. Era difícil salvarse. El presidente Obama pidió un poco más de tiempo para sus reformas. Los votantes no se lo han dado. La duda que queda es si los votantes han rechazado las soluciones de Obama -estímulo público- o la falta de resultados hasta ahora.

El Partido Republicano tiene la respuesta. Ha ganado con holgura y se ha quedado con la patata caliente: cómo frenar el paro y reducir el déficit. Por ahora no han dado detalles precisos de sus planes. Para promover el empleo, habrá recortes fiscales. Para frenar el gasto hay varias opciones. El gasto principal -defensa- parece que no se tocará. La seguridad social y las ayudas públicas, dicen, necesitan de un debate largo para cambiar el modelo. El resto son temas menores. Obama ha dicho que en educación e investigación no haría concesiones.

No es tarea fácil. El primer objetivo republicano es, claro, mejorar la economía. Pero el segundo es conseguir la presidencia en 2012. Pueden ser objetivos contradictorios. Si los republicanos logran que con sus medidas la economía mejore, el mérito puede llevárselo el presidente Obama. Sin embargo, si intentan mantener un perfil bajo para aprovechar la crisis y derrotar al presidente, los votantes podrán echarles la culpa. Será una magnífica partida de ajedrez. Para Obama, se acabaron las grandes reformas; empiezan los pequeños retoques, la artesanía legislativa.

Los primeros que exigirán pruebas de cambio serán los miembros del Tea Party. Algunos de sus candidatos no han ganado, pero su entusiasmo y su insistencia en que las políticas demócratas eran “socialistas” ha calado. El 24 por ciento de los votantes simpatizaban con el Tea Party. Otro 24 por ciento era mayor de 65 años (en 2008 fue un 16 por ciento).

Pero no solo mejoraron su participación los republicanos. Los demócratas perdieron 29 millones de votantes respecto a 2008. Hay dos motivos: las elecciones de medio mandato atraen menos votantes que las presidenciales y muchos votantes estaban lo bastante decepcionados con la marcha del país como para quedarse en casa. Además, los independientes cambiaron de bando. En suma, la derrota es ejemplar, pero Obama mantiene abiertas sus opciones para conseguir un segundo mandato en 2012. Son elecciones distintas y el panorama también lo será. Dos años son una eternidad.

¿Cómo afectará al mundo? Poco. Es sobre todo un cambio de política interior. El mundo exterior depende sobre todo del presidente. El Congreso suele cooperar, aunque en cuestiones como el desarme nuclear un Congreso republicano puede ser más reacio. Un ejemplo es la nueva presidenta del comité de política exterior en el Congreso -los comités los presiden miembros de la mayoría-, Ileana Ros-Lehtinen, una exiliada cubana que viene de un distrito judío de California. No es difícil imaginar que será más simpática con Israel que con Cuba. Su influencia será relativa, pero no desdeñable.

Jordi Pérez Colomé

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(Barcelona, 1976) es periodista, licenciado en filología italiana. Su libro más reciente es 'Cómo escribir claro' (2011).


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