¿Dónde están las grandes estrellas de acción? Sylvester Stallone y Harrison Ford envejecieron. Scharzenegger se retiró y Tom Cruise está loco. Recientemente Hollywood intentó importar el músculo extranjero de Jason Statham y Jet Li, pero le sirvió de poco. Matt Damon funcionó en el papel de Jason Bourne, pero fuera de esa famosa trilogía, su carrera se ha mantenido lejos de las persecuciones de autos y las peleas a puño limpio. ¿Dónde nos deja esta escasez de héroes (in)verosímiles? Nos deja en un mundo en el que Angelina Jolie es la mayor estrella de acción. Y eso no sería necesariamente negativo si la Sra. Pitt contara con una película que estuviera a su altura. Desgraciadamente Salt no es el vehículo apropiado.
En esta, su última cinta, Jolie interpreta a Evelyn Salt, un personaje que le permite refrendar a su conocido alter ego: una mujer sexy, cosmopolita y peligrosa. Salt es una agente norteamericana de la CIA que descubre un plan macabro que los rusos llevan tramando desde tiempos de la Unión Soviética: a lo largo de varias décadas, operativos rusos se han hecho pasar por ciudadanos norteamericanos en espera del “Día X” en el que unirán fuerzas para acabar con Estados Unidos. ¿La vuelta de tuerca? Un informante al que la CIA ha atrapado asegura que Salt forma parte del operativo ruso.
Lo que ocurre después es predecible. En un intento por encontrar a su marido, que quizá sea otro agente ruso, Salt escapa; huye porque los personajes como ella siempre huyen de (o hacia) algo. Pero esto es sólo la puerta de entrada al cliché de las persecuciones interminables: ese espacio cinematográfico, patente de Hollywood, en el que tres personas pueden darle la vuelta a agencias gubernamentales enteras a pesar de ser perseguidas por un pelotón de agentes “enemigos”. Por su parte, Salt pretende ser un espía norteamericano en una escena y un espía ruso en la siguiente. Jolie fluctúa con tal efectividad entre estas dos identidades que es imposible saber quién es a ciencia cierta. El slogan de la cinta, “¿Quién es el agente Salt?”, parece estar dirigido a la audiencia con el fin de intrigarlos. Al final, la pregunta es más bien un recordatorio frustrante del mayor problema de la película: ¿Quién es el agente Salt? No sé y no me importa.
Hay un espectacular intento de asesinato durante un funeral, pero quitando esa secuencia, la historia de Salt (escrita por Kurt Wimmer) parece ser reciclada de otras: una especie de relleno o excusa para el resto de las secuencias de acción, muchas de ellas también carentes de imaginación. El veterano Phillip Noyce dirige con aparente afán de anonimato, dándonos una olvidable relectura del thriller de espías: prescindible desde un punto de vista narrativo y visual.
Jolie corre, brinca y dispara como ninguna otra actriz. Nadie se ve tan bien cómo ella al caminar en cámara lenta a través de la destrucción que ella misma ha propiciado. Sin embargo, más allá de esto, Jolie no tiene mucho que hacer dentro de Salt. Vale la pena preguntarnos si esto vale la pena. Algunos críticos argumentan que está bien que una mujer fuerte protagonice una película de este tipo; otros señalan que Jolie le hace un flaco favor al resto de las actrices al protagonizar cintas como esta: thrillers perfectamente mediocres, cintas que se nos olvidan antes de que tiremos el bote de palomitas vacías en el basurero.
-Ryan Haydon