Debate sobre Twitter

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Agradezco la respuesta de Ernesto Priego a “La crisis de twitter”. Se suma a las decenas de reacciones que ha generado la columna. Me alegra. Propiciar un debate era la intención original del texto.

Lamento, sin embargo, un par de cosas. La primera es la descalificación. De un plumazo, Priego me etiqueta: soy un periodista “pre-Internet”. Quizá desconoce que hace más de una década fundé y edité el sitio de Letras Libres, pionero en su ramo en México en el uso de herramientas tan “pre-Internet” como el chat, los foros, los blogs y hasta un buen número de cursos y concursos literarios en línea. Es posible que también ignore que desde hace años incluyo en mi labor diaria en radio, prensa y televisión a los medios de la “era de Internet”, enfatizando a cada oportunidad lo indispensable que es la retroalimentación y la comunidad. Tal vez tampoco sabe de mi esfuerzo por defender y promover los nuevos medios de comunicación en foros tan diversos como plurales: conferencias, pláticas, textos, la academia. Bastaba con “googlear” un poco. En fin.

Lamento, también, una confusión en la réplica de Priego. Creo entender que Priego asume mi texto como un ataque “desde la jerarquía mediática” contra un medio que cuestiona al establishment. Sabrá Dios cómo llegó a esa conclusión. Mi argumento es otro. Es precisamente porque reconozco –y comparto– el poder de Twitter que hago un llamado al rigor cuando el medio se usa para informar. Lo curioso es que, casi al final de su réplica, parece darme la razón… e incluso ir un paso más allá. Priego califica a Twitter como un medio “eminentemente periodístico”. Sorprende, entonces, su escozor ante mi sugerencia original: la regla de oro del periodismo, como bien habrá aprendido Priego en sus estudios doctorales, es simple: verifica antes de publicar. Si Twitter es en efecto un medio “periodístico”, ¿por qué no resultaría deseable un mayor rigor?

En un afán meramente antropológico, creo haber desenmarañado la confusión. A lo largo de su texto, Priego demuestra un celo casi romántico por la libertad de los medios que son, como él, de la “era Internet”. Hace bien: a mí también me resulta entrañable el debate abierto en Twitter, esa especie de termómetro incomparable en el que se ha convertido en buena parte del mundo. Pero quisiera tranquilizarlo: el rigor informativo –“periodístico”, diría él– no hará más que acrecentar no sólo la libertad sino la influencia maravillosa de Twitter. ¿O debemos suponer que el fenómeno de Twitter en Irán, Moldavia y Haití habría sido el mismo si los twitteros hubieran diseminado falsedades en lugar de hechos verificables y creíbles?

“Ante la duda, haz periodismo”, me decía uno de mis maestros “old-media” hace unos años. Algo parecido dice hoy Biz Stone, uno de los fundadores de Twitter: “los medios sociales son comparables a los tradicionales: la credibilidad es la clave”. Ambos tienen razón. El propio director de Nexos le ha pedido, y con razón, un mayor rigor a la prensa nacional en las páginas de Milenio (¿será Milenio parte de esa “mayoría de diarios que no tienen como máxima directriz la propagación de la verdad”, como diría Priego?) En suma, mi interlocutor puede dormir sereno en Londres: si Twitter gana en rigor periodístico y en credibilidad no perderá en capacidad de indignación. Tampoco verá disminuido su ánimo “activista” ni su libertad. Mucho menos dejará de plantarle cara al “status quo” (¿?). Todo lo contrario. En esto, nadie se ha muerto por un exceso de verificación. No se necesita ser “candidato a doctor en estudios de la información” para saberlo.

– León Krauze

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(Ciudad de México, 1975) es escritor y periodista.


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