Muy poco
se ha dicho
de la puerta, una de
sus hojas vuelta hacia el aguacero
de la noche, y la otra
hacia el temblor y el brillo de la lumbre.
El aire, encerrado
tras esta cubierta
en el libro del cuarto,
se llena con las páginas
sucesivas de oscuridad y fuego
mientras el viento empuja los paneles o revuelve la llama.
No solo
el rompeolas
de la tormenta, sino la repentina
frontera de nuestros encuentros, apariciones,
y dueña de tanto espacio
como la vista a través de un dolmen.
Pues las puertas
son a la vez marco y monumento
al tiempo consumido,
y muy poco
se ha dicho
de nuestras idas y venidas a través de ellas. ~
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Versión de Jordi Doce.