De polvo de estrellas
estamos hechos. De la materia
del corazón
de alguna estrella, ya dispersa en el cosmos
y aún viva en la memoria de su viaje de luz.
De la unión de ese rastro que se enciende en nosotros
y su compacta sombra. Del tiempo
que reencauza e imanta:
Un instante de fuego que contiene a la noche,
un espejo de asombro y su amoroso trazo
en la furtiva vastedad, en lo oscuro, es nuestro aliento breve
en la cohesión del orbe. Del núcleo de una estrella
y su irradiado centro;
de su ígnea levedad,
su suave soplo. ~