Se ha puesto el cielo a nevar
por primera vez
como siempre,
y yo, en la vejez, a pensar
que aún no he escrito
un libro sobre la nieve.
Pero lo ha hecho por mí
François Jacqmin
y leerlo me redime
de ese pecado –sin duda venial,
pues la nieve no necesita
palabras para nevar.
Tintero de tinta blanca
la nieve frente a la pluma
negra de mi paraguas.
Juntos, camino del bar,
en las pestañas
sentimos su levedad.
A la barra sentados,
la vemos en la pantalla
copando las calles, copo
tras copo, y a la salida
entramos absortos
en otra ciudad.
Pero ella es inocente
como los niños con quienes
le gusta jugar tanto.
Así ahora que –lenta
mariposa de mil alas–
revolotea sobre las manos
que brincan abiertas
y gritan
en el patio de la escuela.
Y siempre escapa a las mías
que no la alcanzan
ni con la red de palabras.
Con todo, yo solo quería decir
que hay un instante
en que uno mira nevar
y, de pronto, cae en la cuenta
de que ya todo lo que hace
no es mucho antes de morir.
Y que eso ha de llegar
en un abrir y cerrar de ojos
y en un solo lugar
como ayer a mi amigo
Jesús Urzagasti,
de madrugada en La Paz.
Entro en el cine para aliviar
la herida, pero no reconozco
a Jean-Louis Trintignant
ni a Emmanuelle Riva
–¡Ay, amor, cómo nos veja
la cruel nevada del tiempo!
Lagrimeo de impotencia
y tristeza, y moqueo
hasta agotar mi pañuelo.
Encienden las luces: salgo
cubriéndome la cara
y el luto con mi paraguas.
Compro el periódico:
150 millones de kilómetros
entre el Sol y la Tierra
y entre los dos: Venus:
pasa trotando una muchacha
en short y zapatos de tenis:
el sudor transparenta sus senos.
Descreo de la primavera
que espejea una vida nueva
que a la mayoría no llega,
y más del verano que al paso
espolea deseos
que jalonan al cuerpo
como perros enloquecidos
un trineo averiado.
Pronto ella se habrá ido,
y bien que así sea
por la penuria de tantos,
aunque temo que no vuelva al año,
o que yo ya no esté para verla
y tocarla otra vez.
Pero me estoy resbalando…
Mejor no la embarro,
retiro la mano y me quedo
–como el mirlo
bajo el alero–:
mirándola
nevar en silencio
sobre la tierra sangrienta
y la página en blanco.~
(Oruro, Bolivia, 1943) es poeta. Pre-Textos publicó en 2007 su libro 'Vitrales de la memoria'.