Calladita estás más guapa. Estereotipos de género aplicados a la forma de hablar de las mujeres

La posición subsidiaria de la mujer en España en el pasado ha dejado huellas en el habla de las mujeres, en el léxico, en el uso del lenguaje emocional y hasta en el tono.
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En España, hace menos de un siglo, el destino natural de las mujeres era el matrimonio canónico. Y las mujeres casadas estaban legalmente tuteladas por sus maridos. Esto, que muchas veces se nos olvida, incluía todos los ámbitos importantes para la vida de una persona: el derecho familiar, el penal, su relación con la educación o el derecho del trabajo, por ejemplo. Las mujeres casadas no podían disponer de sus bienes, viajar ni trabajar sin permiso de sus maridos. Ellos, sin embargo, podían tomar decisiones importantes sobre la vida de los hijos sin contar con ellas. 

Hoy, afortunadamente, nos parece inconcebible que la mitad de la sociedad fuera víctima de una reducción tan exagerada de los derechos humanos. Y, a pesar de todo, gran parte de ese pasado continúa entre nosotros en el modo en el que tenemos de mirar la realidad a través de los estereotipos de género. Como cuando hace mucho ya que se quemó la carne en la sartén y, sin embargo, cierto olor a quemado persiste en las cortinas, en el pijama o incluso en el techo. Como el día 8 de marzo celebramos el día internacional de la mujer, quiero repasar brevemente aquí cómo los estereotipos de género pueden explicar las diferencias que encontramos en la forma de hablar de hombres y mujeres en el siglo XXI. Para hacerlo, me basaré en un libro ya clásico al respecto, que os animo a leer si os interesa este tema: Cómo hablan las mujeres, de Pilar García Mouton.

Hace menos de un siglo, el cabeza de familia era el marido, en todos los sentidos en los que uno quiera entender esa expresión. La mujer estaba tutelada por él, no tenía independencia económica, ni podía tomar decisiones libres. Su lugar era el entorno de la casa, con los hijos. ¿Tiene esto algo que ver con determinadas características estereotípicas del habla de las mujeres? Yo creo que sí, y mucho. A las mujeres se nos supone una forma de hablar asimilada al lenguaje infantil. En el ámbito léxico hay cientos de ejemplos. El discurso de las mujeres adultas está lleno de lenguaje emocional, lleno de diminutivos, acortaciones (papi, pelu, cole, poli), adjetivos calificativos (mono, ideal, bonito, divino, lindo), superlativos (superinteresante). Pero también se puede observar en otro tipo de rasgos, como ese tono agudo que una comienza a sospechar que, de forma inconsciente tendemos a remarcar. Nuestro día a día es más igualitario, sí, pero la infantilización de nuestra forma de hablar es una manifestación de que los estereotipos siguen resistiendo.

Hace menos de un siglo, el marido tenía derecho a mantener relaciones sexuales con su esposa, más allá de que a ella le apeteciera. Suena tan horrible como es, pues el delito de violación dentro del matrimonio no existía. Y este no es el único ámbito en el que la mujer estaba desprotegida ante la ley. La violencia contra las mujeres tenía formas legales de librarse de condena. Los delitos contra el honor justificaban la violencia cometida contra mujeres que contravinieran la tutela marital (como el adulterio). Y de los delitos cometidos contra las mujeres que llevaban una vida diferente, ni hablamos, claro. Esta desprotección legal creo que puede estar detrás de un modo de hablar característico de la mujer. Las empresas nos aconsejan ahora que seamos asertivas, pero al mismo tiempo se desconfía rápido de una mujer demasiado dueña de su voz. Durante mucho tiempo se esperó de nosotras que guardáramos silencio, sin interrumpir. Las normas de cortesía eran especialmente importantes para la mujer: que en vez de ordenar, pidiera; que se abstuviera de expresar la opinión y que no preguntara demasiado. Mujeres que no gritaban, que huían de las discusiones, que hablaban poco. Resulta curioso pensarlo. Reconocemos sin duda los estereotipos de género, pero no dejan de ser rasgos que podría presentar cualquier víctima de violencia. Se trata de calmar con el discurso a quien no calman las leyes.

Muchas de las formas de hablar de la mujer tradicional han cambiado con el paso de la rígida dictadura a nuestra democracia. Las nuevas generaciones adoptamos el habla menos conservadora o el uso de palabras tabú al mismo ritmo que encendíamos los cigarrillos. Y, sin embargo, en muchos de los rasgos que he comentado hoy nos seguimos reconociendo. Ojalá el tiempo siga poniendo las cosas en su sitio y ante una mujer con voz propia deje de aparecer un destello de suspicacia en los ojos de quien la mira.

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Mamen Horno (Madrid, 1973) es profesora de lingüística en la Universidad de Zaragoza y miembro del grupo de investigación de referencia de la DGA
Psylex. En 2024 ha publicado el ensayo "Un cerebro lleno de palabras. Descubre cómo influye tu diccionario mental en lo que piensas y sientes" (Plataforma Editorial).


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