Carl Djerassi

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Carl Djerassi vive en el รบltimo piso de la torre mรกs alta en la colina mรกs elevada de la bahรญa de San Francisco. El profesor Djerassi es asรญ: un competidor olรญmpico, siempre mรกs alto, mรกs fuerte, mรกs famoso. Es dueรฑo de un rancho en las montaรฑas de Santa Cruz, California, que aรบn en la dรฉcada de 1970 estaba rodeado de secoyas, hondos caรฑones y vastas perspectivas del Pacรญfico, habitado por venados, coyotes, gatos monteses y algรบn puma hasta la llegada de los fraccionadores. Su nombre, SMIP, como muchas molรฉculas quรญmicas, tiene dos variantes. Quiere decir Syntex Made It Possible y Sic Manebimus In Pace , esto es, "Asรญ nos mantendremos en paz".

Djerassi es tambiรฉn un genuino viajero que ha aprendido a adivinar las oportunidades donde las hay y sabe retirarse cuando el capรญtulo ha concluido. Testigo del caos y el orden, su vida ha sido el viaje mismo. "Uno de los pocos libros que traigo arrastrando desde Viena es Las metamorfosis", me dice. Amigo del bosque (se uniรณ a los boy scouts en sus aรฑos vieneses), vecino del peligro inminente, pionero del futbol de barrio apasionado y lleno de seรฑales comunes, fue un alumno "difรญcil" del Realgymnasium de Viena, la academia a la que asistiรณ Freud. Tal vez celoso de la admiraciรณn por el creador del psicoanรกlisis en el seno familiar, Djerassi se convirtiรณ en un enfant terrible.

Viena, la ciudad que lo vio nacer, era una pesada carga. El distrito escolar de Wichtenstein; el Realgymnasium; la incierta relaciรณn de sus padres, entre una Austria orgullosa y una Bulgaria exรณtica; su gusto por los lenguajes en clave, adquirido durante el montaรฑismo scout, todo ello se conjuga en una frase de Paul Klee: "Pinta arriba, lejos y afuera". No es gratuita la referencia a Klee, pues Djerassi, un activo coleccionista y mecenas del arte, pujรณ por encima del hijo del pintor, Fรฉlix Klee, y obtuvo una importante colecciรณn de dibujos, la cual ha sido donada por la Fundaciรณn Djerassi al Museo de Arte Moderno de San Francisco. Un coleccionista serio, opina รฉl, es un intรฉrprete de un artista, un movimiento o una escuela. Juntar cinco Picassos al azar, por las razones que sean, no es lo mismo que seleccionarlos con un propรณsito estรฉtico, pedagรณgico, histรณrico o personal.

En 1938 la vieja mรกquina de la aristocracia cristiana y el vagรณn de la moralidad de la burguesรญa dejรณ caer en Austria el peso de un criterio autoimpuesto y la naciรณn emitiรณ su juicio intelectual. Los poemas "ingrรกvidos y agudos" habrรญan de ser arrojados al Dounaukanal. Pronto, el padre del joven Carl llegรณ a Viena procedente de Sofรญa y sacรณ a su mujer e hijo como ciudadanos bรบlgaros. Mientras su madre tramitaba las visas para los Estados Unidos en Londres, el joven vienรฉs permaneciรณ en Bulgaria, adonde los Djerassi habรญan emigrado luego de dejar Espaรฑa durante la Inquisiciรณn. "Los aรฑos anteriores y posteriores a la Austria del anschluss (la anexiรณn)", recuerda รฉl, "se volvieron territorio prohibido de mis charlas". Sรณlo Bulgaria podรญa existir, con su exquisita รณpera y en ese entonces la fuente de casi toda la esencia de rosas del mundo. Un aรฑo mรกs tarde llegรณ a Norteamรฉrica junto a su madre, donde logrรณ impresionar a un profesor de la Universidad de Nueva York con sus calificaciones en el American College de Sofรญa. Al ver tantas notas sobresalientes, y dado que este profesor era amigo de uno de los maestros de Djerassi en Bulgaria, el hombre ni siquiera se ocupรณ en aclarar la edad del joven Carl. Asรญ se ahorrรณ dos aรฑos de secundaria. Como รฉl mismo dice, "el tiempo es la mercancรญa mรกs cara".

Aun asรญ, para obtener el doctorado, y luego de trabajar jornada completa en la planta de la farmacรฉutica suiza CIBA en Nueva Jersey, Djerassi sรณlo tenรญa tiempo de zamparse un refrigerio en el tren desde Lackawanna para alcanzar el transbordador de Hoboken a Manhattan, y de ahรญ sumergirse en el tren subterrรกneo hasta la universidad. Estos itinerarios son comunes entre los estudiantes; menos frecuente es proponerse acabar el doctorado en dos aรฑos. Su mentor creรญa que ese era un gesto gallardo, y, como toda gallardรญa, bizarro e insuficiente. "Es mรกs importante un trabajo de investigaciรณn con buenos resultados, y para eso hace falta perseverancia y suerte", le dijo. Djerassi tuvo ambas. En 1945, transitar la dura autopista de la quรญmica desde las aulas a los laboratorios industriales era algo complicado; recorrerla en el sentido contrario se consideraba ya una extravagancia. Pero hacerlo en un paรญs en desarrollo resultaba una verdadera locura. A los 25 aรฑos de edad el piloto de prueba fue Carl Djerassi.

De esa manera empezรณ la aventura mexicana. La dรฉcada de 1940 fue especialmente creativa en el campo de los esteroides y, en general, de las grandes molรฉculas quรญmicas de interรฉs biolรณgico, disciplina experimental que lo apasionรณ por completo desde su estancia en CIBA. En 1946 la revista cientรญfica Nature publicรณ los trabajos seminales de Otto Hassel; dos aรฑos mรกs tarde, en Harvard, Louis Fieser y Derek Barton replantearon la quรญmica de los esteroides mediante un anรกlisis mรกs cuidadoso de las conformaciones observadas. Una ciencia que exigรญa saltos mortales entre estas novedosas tรฉcnicas y la fรญsico-quรญmica estaba acorde con el temperamento de Djerassi.

Cada vez que la pรญldora anticonceptiva cumple un aniversario importante desde su invenciรณn, el 15 de octubre de 1951, en los antiguos laboratorios de Syntex, en la Ciudad de Mรฉxico, se le pregunta a Djerassi quรฉ se siente ser el padre. Ahora hago lo mismo, poco antes de que "ella" cumpla cincuenta aรฑos. Me mira con los ojos frรญos, como diciendo: "Pregรบntele a los millones de mujeres que se opondrรญan a regresar a los limitados mรฉtodos anticonceptivos de que se disponรญa antes de 1951". Aun asรญ, Djerassi piensa que la investigaciรณn sobre un nuevo fรกrmaco, como RU-486, de una sola toma mensual, aunada a un conocimiento mรกs profundo en cada mujer de su propio cuerpo y ritmo gestacional, puede hacer innecesario el aborto, ya que lo convertirรญa en una opciรณn sรณlo en casos especiales de riesgo para la madre, malformaciones del feto o por embarazos producidos por un ataque sexual. Tampoco deja de alentar las perspectivas de la anticoncepciรณn masculina.

El enorme รฉxito de la pรญldora es que se trata de un instrumento predictivo. La pรญldora no cura, aunque corrige ciertas condiciones femeninas y previene algunos estados indeseables. Previene y ayuda a planear un mundo cada vez mรกs complejo no sรณlo en tรฉrminos demogrรกficos, sino en funciรณn de los alimentos y recursos energรฉticos disponibles. No obstante, desde su apariciรณn hubo manifestaciones en contra por parte de fundamentalistas y rabiosas feministas. Djerassi fue objeto de sospecha entre activistas radicales y cientรญficos puristas, y luego de elogio y admiraciรณn.

 —La sola disponibilidad de anticonceptivos no contendrรก, por supuesto, el crecimiento de la poblaciรณn humana, que se espera alcanzarรก proporciones alarmantes alrededor del aรฑo 2020 si no se hace nada al respecto. Debo decir que la actitud de muchas activistas feministas comenzรณ a cambiar desde 1980, cuando se confirmaron ciertas ventajas de la pรญldora, como la reducciรณn de la enfermedad pรฉlvica inflamatoria, quistes ovรกricos y otras.

Se detuvo un momento, tal vez recordando las lรญneas de su favorita, Iris Murdoch: "describir el carรกcter propio es difรญcil y no necesariamente dilucidante". Entonces prosiguiรณ.

—Venga conmigo, voy a mostrarle algo —dijo, mientras bajaba de un taburete su pierna izquierda, rรญgida desde hace mรกs de cuarenta aรฑos.

El profesor Djerassi me condujo hasta una foto de Henri Cartier-Bresson, quien mira hacia la cรกmara en un dรญa soleado y seguramente frรญo, pues se le ve con un suรฉter grueso. Se aprecia a un hombre cansado, con la barba crecida. La foto estaba dedicada en el sexagรฉsimo cumpleaรฑos de Djerassi. Me preguntรณ quรฉ veรญa en la foto. No supe quรฉ decir, una respuesta era peor que la otra: ¿el paso del tiempo?, ¿lo inminente?, ¿lo inexorable?, ¿la sabidurรญa de los aรฑos en un instante?

 —La confianza —dijo por fin รฉl—. Tal vez recuerde que en julio de 1955, cuando usted era apenas un bebรฉ, Bertrand Russell hizo pรบblico el famoso manifiesto Russell-Einstein, firmado tambiรฉn por otros siete premios Nobel, dedicado a promover el diรกlogo en lo mรกs sordo de la Guerra Frรญa. Logrรณ de alguna buena manera tender los cimientos del Tratado de Prohibiciรณn de Pruebas Nucleares, firmado en Ginebra en 1963. A partir de 1966 los temas de las conferencias en varias partes del mundo dejaron de enfocarse a cuestiones bรฉlicas, sobre todo quรญmicas, biolรณgicas y nucleares, asรญ como al desarme. Estas eran cuestiones de la interacciรณn Este-Oeste. Hacia el final de esa dรฉcada, la participaciรณn de muchos de nosotros y de nuestros colegas en paรญses del sur en esos encuentros atrajo la discusiรณn sobre importantes temas de las relaciones Sur-Norte. A eso alude esta foto.

Eso mismo parece explicar el รฉxito de Syntex. Djerassi lo llama "comunidad de intereses". Una pequeรฑa pero bien colocada empresa estaba dispuesta a invertir en investigaciรณn bรกsica, mientras que un joven ambicioso, experimentado y sagaz estaba resuelto a medir la verdadera dimensiรณn de una quรญmica que revolucionarรญa al mundo. Si bien los riesgos estaban calculados, pues se inspiraban en el trabajo pionero de Russell Marker sobre el barbasco, hierba rastrera de Oaxaca, para un gran empresario y un cientรญfico genuino el factor aleatorio durante las diversas facetas de una aventura siempre es un estรญmulo y no un obstรกculo. A cincuenta aรฑos de distancia, el haber derrotado la feroz competencia que entablaron por la cortisona los llamados magos de la sรญntesis, Robert B. Woodward y Louis Fieser, sigue siendo un motivo de orgullo para Djerassi, quien se regocija en su inglรฉs con acento vienรฉs-bรบlgaro y salpicado de frases en espaรฑol, francรฉs y alemรกn, de haberlo hecho con un grupo de desconocidos norteamericanos y mexicanos, "mรกs las mujeres que llevaban a cabo diversos procesos cruciales, cuyo trabajo era esplรฉndido y de gran calidad".

A fines de 1951 las revistas Newsweek y Life lanzaron a la fama al desconocido grupo. Como si hubiesen conquistado el mar luego de cruzar el desierto quรญmico que se suponรญa era Mรฉxico, aparecen en una de las fotos los actores de la hazaรฑa. Los directores del grupo, Jorge Rosenkranz, Gilbert Stork y Carl Djerassi, junto a su equipo, se encuentran alrededor de una mesa de cristal, "iluminados" por el generoso tubรฉrculo mexicano. Al lado del enorme vegetal, apenas se ve el modelo molecular de la cortisona.

A lo largo de los รบltimos diez aรฑos Djerassi ha escrito una tetralogรญa de novelas, todas traducidas por el FCE, que constituyen un repaso de los dilemas รฉticos que enfrentan los cientรญficos. El precio de la fama y la conducta de aquellos que desearรญan llegar a la gloria de ser reconocidos, las necesidades atรกvicas y las obsesiones de un olimpismo en el que no existen las medallas de plata ni de bronce, todo ello se ventila en El dilema de Cantor. Pero tambiรฉn aparecen retratadas la confianza en el valor personal y la bรบsqueda de un mundo renovado por la posibilidad de la fertilizaciรณn in vitro en La semilla de Menahem, a diferencia del mundo que se hace viejo, como nos muestra en El gambito de Bourbaki. En su siguiente novela, NO, aparecida dos aรฑos antes del lanzamiento del viagra al mercado, relata el descubrimiento del รณxido nรญtrico como agente responsable de la funciรณn erรฉctil en los hombres. Sobre todo, nos permite mirar desde adentro el impacto de las necesidades e intereses industriales en las comunidades cientรญficas, en este caso en las empresas biotecnolรณgicas. Como un moderno Balzac, Djerassi intenta retratar los principios naturales que rigen a las sociedades humanas a partir de la evocaciรณn de su รฉpoca.

En sus obras de teatro, Oxรญgeno y Un error inmaculado, Djerassi ahonda en algunos de estos temas. La primera de ellas fue estrenada en el teatro Eureka de San Francisco. En coautorรญa con el conocido quรญmico teรณrico, premio Nobel y notable poeta de Cornell Roald Hoffmann, explora de nueva cuenta el asunto de la primacรญa. ¿Quiรฉn descubriรณ el oxรญgeno?, ¿el distinguido y desgraciado Antoine Lavoisier en Parรญs?, ¿el estricto teรณlogo inglรฉs Joseph Priestley o el obscuro boticario sueco Wilheim Scheele? Sin duda, fue este รบltimo quien lo descubriรณ, aunque fue Priestley el primero que lo sintetizรณ. Pero ninguno de los dos sabรญa de quรฉ se trataba exactamente y murieron creyendo en el "flogiston". Sรณlo Lavoisier comprendiรณ antes que nadie la naturaleza de este elemento quรญmico y reconociรณ su existencia. ¿Quiรฉn, pues, merece el crรฉdito?

Djerassi admira a Wallace Stevens, quien a su vez consideraba a Paul Klee como su pintor favorito. Djerassi ha tomado espรญritu y materia de ambos. Como ya se dijo, se considera a sรญ mismo un coleccionista no sรณlo serio, sino interpretativo. El Klee de Djerassi es una realidad interpretada y cualquiera puede visitarla en el Museo de Arte Moderno de San Francisco. Picasso y Degas, el arte prehispรกnico de Mesoamรฉrica, Alberto Giacometti y Marino Marini, las esculturas de David Nash son proyectos que, en sus setenta, Djerassi aรบn considera poner a disposiciรณn del pรบblico. Sรณlo asรญ el beneficio social que le interesa serรก claro y el coleccionista habrรก comenzado a convertirse en un patrocinador. A raรญz de la muerte de su hija Pamela, el rancho SMIP se convirtiรณ en un sitio de encuentro de artistas, auspiciados por la Fundaciรณn Djerassi, donde su hijo Dale tiene una actividad muy importante.

Carl el iconoclasta que saltรณ de la quรญmica de los esteroides a los superconductores, de ahรญ al tema del abuso de las drogas (Timothy Leary intentรณ convencerlo de que le proporcionara รกcido lisรฉrgico; no obtuvo ni un miligramo) y luego a la investigaciรณn en insectos y chimpancรฉs pigmeos. Djerassi el astuto negociador que convenciรณ al magnate de la Occidental Petroleum Corporation, Armand Hammer, el primer capitalista amigo de Lenin despuรฉs de la toma del poder por los bolcheviques, de asociarse con รฉl. Djerassi el escritor sofisticado, malicioso y sensible a sus miles de lectores en varios idiomas. Esta actividad solitaria la mezcla con su vieja aficiรณn a la fama. Su agenda la envidiarรญan muchas estrellas del pop. Un dรญa asiste a la inauguraciรณn de la nueva secciรณn del Museo Britรกnico de Ciencias en South Kensington, patrocinada por el gigante de los fรกrmacos Glaxo-Wellcome, cuyo tema es la biologรญa reproductiva y los avances en las tรฉcnicas de anticoncepciรณn de cara al futuro, y en la que รฉl es uno de los principales actores. Al dรญa siguiente debe de viajar a Suecia para dictar una conferencia, y poco mรกs tarde hay que regresar a Parรญs para negociar un nuevo contrato de traducciรณn de sus novelas. Djerassi es asรญ: un competidor olรญmpico. –

 

 

 

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escritor y divulgador cientรญfico. Su libro mรกs reciente es Nuevas ventanas al cosmos (loqueleo, 2020).


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