El genial fรญsico teรณrico alemรกn no pasa de moda. Hace dos aรฑos volviรณ a estar en boca de todos pues se detectaron por primera vez antiquรญsimas ondas gravitacionales en el tejido del espacio-tiempo, fenรณmeno contemplado en la teorรญa de la relatividad general enunciada por รฉl. Sus descubridores โKip Thorne, Rainer Weiss y Barry Barishโ escribieron hace pocas semanas el premio Nobel de Fรญsica. Dรญas mรกs tarde varios radiotelescopios del mundo, entre ellos el HAWC en Mรฉxico, confirmaron la presencia de otro fenรณmeno similar mientras observaban la colisiรณn de dos estrellas de neutrones. Por si fuera poco, la semana pasada la casa Winnerโs de Jerusalรฉn subastรณ documentos y cartas del genio por 1.56 millones de dรณlares. A fin de promover la puja revelรณ el contenido de dos notas que, a pesar de su aparente intrascendencia, tienen un valor peculiar, pues muestran la personalidad locuaz y astuta de Albert Einstein.
Remontรฉmonos a una maรฑana brumosa de 1922. Es noviembre y el profesor del Politรฉcnico de Zurich, quien ya es muy reconocido en los medios de la fรญsica internacional pero aรบn no es famoso, ha viajado a Japรณn con el propรณsito de ofrecer conferencias en favor de su โcausa relativistaโ, cuando un mensajero toca a la puerta de su habitaciรณn en el Hotel Imperial de Tokio. Al observar el remitente, Einstein casi salta de gusto y trata de recompensar al muchacho. Pero en aquel paรญs un mensajero no acepta propinas, de manera que, muy contento, el fรญsico lo entretiene y escribe en una hoja membretada del hotel: โUna vida discreta y tranquila te hace mรกs feliz que buscar afanosamente el triunfoโ. Luego, en otra hoja apunta: โCuando se quiere, se puedeโ. Se las regala.
En realidad Einstein nunca aplicรณ estos โsecretosโ para alcanzar la felicidad. Dedicรณ sus fuerzas a triunfar, ya fuese inventando refrigeradores o recomponiendo la visiรณn del Universo, sin importar cuรกn angustiante, agotadora y difรญcil resultase. Las cรกmaras, micrรณfonos y reflectores lo adoraban y รฉl les correspondรญa. El triunfo trajo aparejados desafรญos calamitosos no sรณlo en el campo de la fรญsica sino en la polรญtica y en la vida social, cosa que no rehuyรณ. De hecho, si en alguna รฉpoca fue feliz, รฉsa fue la de los aรฑos en Zurich con su compadre Michele Besso. Podemos imaginarlos cruzando las puertas del Cafรฉ Voltaire; a un lado hay un anuncio en alemรกn que reza: โHoy Hugo Ball recitarรก su Poema Sรณnicoโ. Es marzo de 1900 y allรก adentro hay todo menos calma. Albert Einstein acaba de cumplir 21 aรฑos de edad y ni de lejos sospecha cuรกn importante y famoso llegarรก a ser; departe con su amigo del alma, Michele Besso, un ingeniero, aficionado a la mรบsica como el mismo Einstein, y excelente compaรฑero para discutir ideas como el movimiento de los cuerpos en el espacio sideral. Tambiรฉn estรกn presentes el psicoanalista Carl Jung, los revolucionarios Rosa Luxemburgo y Vladimir Ilich Lenin, asรญ como los extravagantes artistas de vanguardia llamados dadaรญstas. La ciudad estaba en ebulliciรณn intelectual y social, escenario perfecto para el locuaz estudiante de fรญsica.
ยฟPor quรฉ la insistencia de Einstein en recompensar a alguien que no volverรญa a ver en su vida? Porque el mensaje apelaba a la fama eterna. Es pertinente aclarar que el Premio Nobel de 1921 habรญa quedado en suspenso debido a que el jurado de la Academia sueca no encontrรณ un candidato digno en su momento. Sin embargo, a lo largo del siguiente aรฑo el cabildeo de los fรญsicos que creรญan tener los mรฉritos suficientes fue intenso y despiadado, hasta que finalmente Einstein comenzรณ a perfilarse como el candidato mรกs fuerte para obtenerlo. Podemos suponer que el contenido de la misiva que esa maรฑana llegรณ al Lejano Oriente era un firme espaldarazo a su premio, asรญ que, conociendo el sรญndrome de Peter Pan que padecรญa el refundador de la fรญsica contemporรกnea, no iba a dejar pasar la ocasiรณn y decidiรณ arrastrar al mensajero en su afortunada e incipiente popularidad.
Las frases subastadas en Jerusalรฉn podรญan haber sido firmadas por Perogrullo, si no fuese porque al cabo de 95 aรฑos la predicciรณn del mago de la cosmologรญa se cumpliรณ. En una nueva salida a la caja de bateo pegรณ de hit. Se dice que al despedirlo, Einstein se dirigiรณ al joven: โSi tienes suerte, estas hojas llegarรกn a valer mucho mรกs que una propinaโ. Un sobrino de aquel mensajero japonรฉs que trajo buenas nuevas a la vida de Einstein fue quien heredรณ tales documentos y ahora debe ser un feliz millonario.
escritor y divulgador cientรญfico. Su libro mรกs reciente es Nuevas ventanas al cosmos (loqueleo, 2020).