Internet gratuito para todos: sueƱo y realidad

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No es casualidad que la era del colapso de las ideologĆ­as coincida con la popularizaciĆ³n y democratizaciĆ³n de las comunicaciones digitales en gran parte del planeta. Internet fue imaginado en la dĆ©cada de los sesenta bajo el espectro de la Guerra FrĆ­a pero para los aƱos ochenta ya era un espacio abierto que comenzaba a poblarse de servidores comerciales. El World Wide Web, ideado por Tim Berners-Lee, se vuelve accesible en 1993 y gracias a su facilidad de uso y apariencia vistosa se convierte, entre otras cosas, en la maquinaria que impulsa las llamadas “pequeƱas luchas” de los derechos humanos. La divulgaciĆ³n, el activismo y el debate que permite el ciberespacio amplificaron las voces de quienes luchaban por la igualdad de las minorĆ­as y la justicia para los oprimidos. Aunque el impacto de las comunicaciones digitales en la cultura ha sido monumental, en 2015 dos terceras partes de la humanidad aĆŗn no tienen acceso a este recurso. El entusiasmo en la red de redes pasĆ³ rĆ”pidamente de la utopĆ­a de la horizontalidad de la comunicaciĆ³n sin jerarquĆ­as al establecimiento de faraĆ³nicos imperios mediĆ”ticos como Google, Facebook, eBay y Amazon. No obstante, no todo mundo estĆ” tratando de enriquecerse con una novedosa killer app o en un jugoso ofrecimiento pĆŗblico inicial en la bolsa, sino que muchos idealistas, incluso dentro de las principales empresas digitales, siguen trabajando para hacer de internet el medio universal que prometiĆ³ ser.

Internet es una plataforma amplia que cuenta con dos funciones principales: informaciĆ³n y comunicaciĆ³n. El segundo aspecto, el que depende de la bidireccionalidad de las interacciones, es el que eleva el costo de este servicio. Usar la red como medio informativo, es decir sin correo electrĆ³nico ni chat ni otras interacciones, puede resultar muy econĆ³mico y ser de enorme utilidad como si fuera una biblioteca pĆŗblica de la humanidad, un recurso que ofrezca informaciĆ³n, manuales prĆ”cticos y una enorme colecciĆ³n de libros sin derechos de autor, asĆ­ como noticias, boletines y alertas, algo cada vez mĆ”s importante en un tiempo en que la radio comienza a parecer un medio en vĆ­as de extinciĆ³n. Noruega ha anunciado que serĆ” el primer paĆ­s en eliminar la banda de frecuencia modulada.

Syed Karim, el director de innovaciĆ³n del Media Development Investment Fund, una fundaciĆ³n sin fines de lucro dedicada a financiar medios informativos independientes en paĆ­ses con un pobre historial en materia de libertad de expresiĆ³n, creĆ³ Outernet, un sistema totalmente gratuito y de uso anĆ³nimo que emplea satĆ©lites geoestacionarios, de Ć³rbita terrestre baja y CubeSats (pequeƱos satĆ©lites baratos de diez centĆ­metros cĆŗbicos y un peso de 1.3 kilos) para transmitir en ondas de radio (datacasting) enormes cantidades de informaciĆ³n que puede ser recibida en la tierra con modestas antenas satelitales conectadas a receptores Lantern, un dispositivo que sirve de hot spot, opera con energĆ­a solar y ofrece acceso a cientos de usuarios mediante wifi. Karim estĆ” convencido de que el acceso a internet es un derecho humano tan elemental como el del agua y su intenciĆ³n es reciclar tecnologĆ­as existentes para abaratar los costos, asĆ­ como invitar a todo aquel que no tenga servicio de internet a que fabrique su propio receptor. Eventualmente considera que Outernet serĆ” bidireccional y venderĆ” receptores baratos (con un costo aproximado de veinte dĆ³lares). Esta distribuciĆ³n de informaciĆ³n offline permite tambiĆ©n evadir censura, bloqueos por motivos polĆ­ticos, militares o sociales asĆ­ como sortear catĆ”strofes naturales y apagones. Outernet es una versiĆ³n muy reducida de internet que ofrece sitios Ćŗtiles como Wikipedia y Khan Academy. La selecciĆ³n de los sitios incluidos se da mediante propuestas y votaciones de usuarios asĆ­ como patrocinios.

Outernet no es el Ćŗnico proyecto destinado a ofrecer informaciĆ³n y entretenimiento a los miles de millones que aĆŗn no estĆ”n en lĆ­nea. Mark Zuckerberg, el fundador y director de Facebook, presentĆ³ en 2014 un proyecto para asociarse con algunas de las principales empresas de telefonĆ­a mĆ³vil del mundo para ofrecer servicio telefĆ³nico bĆ”sico gratuito a las millones de personas en paĆ­ses pobres y en vĆ­as de desarrollo que carecen de celular. Esto serĆ­a parte de la iniciativa internet.org que consiste en proveer internet y por supuesto Facebook. Se utilizarĆ”n satĆ©lites en Ć”reas remotas y con baja densidad de poblaciĆ³n en las que se instalarĆ­an estaciones que usarĆ­an cables o redes celulares para distribuir la seƱal. Mientras tanto se emplearĆ­an drones (con capacidad de permanecer por largos perĆ­odos en el aire usando energĆ­a solar) en Ć”reas suburbanas y rurales. Tanto los satĆ©lites como los drones podrĆ­an comunicarse con las bases en tierra con un tradicional sistema de transmisiones de onda corta pero tambiĆ©n podrĆ­an hacerlo con lĆ”seres infrarrojos, de manera semejante a los controles remotos de la televisiĆ³n, para enviar grandes cantidades de informaciĆ³n por frecuencias poco empleadas. La aparente generosidad de Zuckerberg y las empresas de comunicaciĆ³n es una inversiĆ³n a largo plazo que si bien implicarĆ” pĆ©rdidas durante algunos aƱos a la larga se pagarĆ” con creces. Otro proyecto ambicioso es Loon de Google, de 2013, que consiste en emplear globos en la estratĆ³sfera (a unos veinte kilĆ³metros de altura) que se desplazan con las corrientes de aire para crear una red versĆ”til, mĆ³vil y amplia. Google y algunas empresas de telecomunicaciones compartirĆ”n el espectro de la seƱal celular para permitir a los usuarios conectarse con sus dispositivos con la red de globos y con internet.

En sus inicios internet ofrecĆ­a el sueƱo de “liberar” la informaciĆ³n de los controles institucionales y gubernamentales. En gran medida la promesa se cumpliĆ³, sucumbieron imperios mediĆ”ticos, el control de los datos cambiĆ³ de manos y se desmoronaron viejos Ć³rdenes y las jerarquĆ­as de la polĆ­tica y el entretenimiento. Sin embargo, a mĆ”s de veintidĆ³s aƱos de acceso masivo a la red alrededor de 4,000 millones de personas no usan o no conocen internet. Es probable que una constelaciĆ³n de satĆ©lites, un ejĆ©rcito de globos o escuadrones de aviones a control remoto logren extender el rango de alcance de ese prodigio de comunicaciĆ³n e informaciĆ³n digital. La pregunta es si este servicio realmente beneficiarĆ” a esas poblaciones marginadas y si los beneficios compensarĆ”n el congestionamiento y trĆ”fico espacial sin precedente provocado por todos esos nuevos objetos voladores. ~

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(ciudad de MƩxico, 1963) es escritor. Su libro mƔs reciente es Tecnocultura. El espacio ƭntimo transformado en tiempos de paz y guerra (Tusquets, 2008).


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