La muerte de Kious Kelly a causa de Covid-19 provocó ansiedad y miedo entre el personal de salud de Nueva York. Kelly trabajaba como enfermero en uno de los grandes hospitales de Manhattan. Los días pasan en la Gran Manzana y, conforme médicos y enfermeros van enfermando, se hace más fuerte el reclamo sobre la falta de equipo de protección personal para hacer frente al brote de coronavirus.
De acuerdo al reporte del Instituto Superior de Salud de Italia, hasta el 30 de marzo el 9.5% de los infectados a nivel nacional correspondía a trabajadores de salud. En España, los profesionales médicos representan el 14.9% de los casos de Covid-19. Durante el brote en la ciudad de Wuhan, la Comisión Nacional de Salud de China calculó que más de 3,300 trabajadores de salud habían sido infectados por el virus.
Un artículo publicado por médicos del Hospital General Changi de Singapur reporta el caso de un paciente gravemente enfermo que estuvo en contacto con 41 miembros del personal de salud de ese hospital, antes de que se estableciera el diagnóstico de neumonía por Covid-19. Todo el personal usó mascarillas de algún tipo, y ninguno de estos contactos de alta exposición enfermó.
Los trabajadores de salud tienen un mayor riesgo de infección; sin el equipo de protección adecuado, el contagio será inevitable.
En las últimas semanas, hemos sido testigos de llamados de ayuda por parte de profesionales médicos en Estados Unidos, Italia, España y también en México. A través de videos, artículos y tuits, el personal de salud exhorta a la población a donar insumos. ¿Qué es lo que piden? Caretas, termómetros, guantes, mascarillas, batas quirúrgicas.
En los hospitales se trabaja contra reloj ante la carencia de equipo. A las labores de por sí extenuantes de médicos y enfermeros, hoy se suma la recolección de material de oficina para la elaboración casera de equipo de protección personal.
En Estados Unidos, la FDA ha reconocido que no hay suministros médicos suficientes para cubrir las necesidades del personal de salud en este brote de Covid-19. La OMS estima que cada mes se necesitarán al menos 89 millones de mascarillas en el mundo para hacer frente al COVID-19.
Sin embargo, hoy existe un desabasto global de melt blown fabric, una fibra sintética necesaria para la fabricación de mascarillas. Antes del brote, su precio por tonelada estaba debajo de los 6 mil dólares; ahora ronda los 60 mil.
El problema de la escasez de equipo de protección personal es, entonces, complejo. Se puede decir, por un lado, que hubo falta de previsión de distintos países, pero es igual de importante señalar que las cadenas de suministro a nivel mundial están rotas. China y Taiwán producen la mayoría de las mascarillas del mundo. En los momentos más críticos del brote en Wuhan, China intentó importar mascarillas. A principios de marzo, Rusia y varios países de Europa pusieron freno a las exportaciones de esos artículos.
Así pues, aunque los gobiernos del mundo liberen recursos extraordinarios, es probable que no hallen mucho que comprar, o que el tiempo de espera sea demasiado largo.
Ante esto, en Nueva York, el gobernador Cuomo ha recurrido a las redes sociales para pedir ayuda. Cristian Siriano, el famoso diseñador de moda mejor conocido por su participación en el programa Project Runway, ha sido uno de los tantos que han respondido a su llamado. Él y su equipo ya están confeccionando mascarillas para uso hospitalario.
En Francia, el grupo Kering, casa de Balenciaga e Yves Saint Laurent, está preparándose para entrar en la manufactura de máscaras. El grupo ha dejado claro que serán las autoridades las que avalen los materiales y los procedimientos de fabricación, para así cumplir con los estándares de calidad esperados.
Para aliviar la situación en España, Inditex, la empresa propietaria de Zara, no sólo ha donado mascarillas a la sanidad española, sino que ha puesto a disposición del gobierno toda su logística, con la intención de transformar, de ser necesario, parte de su fabricación textil a producción de material sanitario.
En Estados Unidos, los seguidores de Elon Musk recurrieron a Twitter para solicitar su ayuda. El fundador de Tesla ahora está preparando sus plantas para fabricar los ventiladores mecánicos que sirven para asistir a los pacientes con Covid-19 en las unidades de terapia intensiva.
El Project Pitlane, una iniciativa que surge para resolver el problema de los ventiladores en Gran Bretaña, es otro ejemplo claro del poder, la visión y la solidaridad de la iniciativa privada.
En México también han arrancado ya las propuestas ciudadanas, pero será necesario que las autoridades competentes dicten las normas sobre la producción casera o independiente de mascarillas quirúrgicas, batas o caretas. Mantener rigurosos estándares de calidad debe ser una prioridad cuando se trata de proteger al personal de batalla.
Hace unos días, la prestigiosa revista médica JAMA publicó un editorial pidiendo soluciones creativas ante el desabasto. Las propuestas llegaron por montones. Las sugerencias van desde técnicas para prolongar la vida útil de las mascarillas existentes hasta el uso de drones que limiten el contacto entre los pacientes y el personal médico. Para Ed Livingston, coautor del texto, el fenómeno es algo así como “el momento Apolo 13 de la comunidad biomédica”.
Los problemas complejos nos obligan a pensar en ideas y acciones innovadoras, como propuestas sobre el uso de nuevos materiales para la creación de equipo de protección para cubrir las necesidades del personal de salud en México. Hoy, más que nunca, necesitamos la participación ciudadana organizada. El director de la OMS lo deja claro: “No podemos parar al Covid-19 sin proteger primero a los trabajadores de salud”.
es médico internista egresada del Hospital Universitario de la Universidad Autónoma de Nuevo León.