Mientras sigue vigente el gran tirรณn popular del cine de terror, cobra a su lado presencia el cine del terror, un derivado del cine histรณrico que la historia contemporรกnea del terrorismo nutre cada vez mรกs. El cine de terror y el cine del terror comparten algunos rasgos por encima de la violencia, que es consubstancial a otros gรฉneros fรญlmicos, el bรฉlico o el western, por ejemplo. El cine de terror tiene sus monstruos, sus aparecidos fantasmales, sus vรญctimas incautas, y en las pelรญculas de terrorismo tambiรฉn los terroristas suelen aparecer como figuras malignas que se ceban en el desavisado. En ambos registros genรฉricos se da relieve asimismo a la herida sangrienta y la vรญscera, aunque en el gore gรณtico brote a menudo a modo de chorro de gรฉiser y no de sangre derramada en las torturas y en los atentados. Y, como en un horror movie, hay caserones misteriosos en tres de las pelรญculas recientes del cine del terror que he visto, dos de mucho รฉxito, Argo, de Ben Affleck, y La noche mรกs oscura, de Kathryn Bigelow, y otra que pasรณ por nuestras pantallas con pena y sin gloria, Invasor, de Daniel Calparsoro.
La de Bigelow, titulada en inglรฉsZero Dark Thirty, la jerga crรญptica militar para la operaciรณn de captura de Osama Bin Laden, podrรญa haber sido llamada en Espaรฑa Las lรกgrimas de Maya, tรญtulo mรกs preciso y menos mรญstico que el que le han puesto sus distribuidores. Maya es la agente de la CIA que protagoniza de cabo a rabo y proporciona el punto de vista a la historia contada; el personaje estรก basado en una persona real, y la actriz Jessica Chastain le da entidad, cuando mira, cuando se empeรฑa, cuando se indigna, y sobre todo, en una escena crucial, cuando llora al ver el estado en que queda el prisionero pakistanรญ Ammar, torturado por un compaรฑero de la agencia de espionaje. Me significo, antes de seguir el comentario. Al contrario que ciertos allegados mรญos, y coincidiendo en ello con algunos articulistas norteamericanos de izquierda y con la propia CIA (que se ha sentido muy incรณmoda con los resultados del filme, desautorizรกndolo, en un insรณlito comunicado, su propio director en funciones), soy de la opiniรณn de queZero Dark Thirty es un relato equilibrado y nada sectario, que no elude la presentaciรณn descarnada de las prรกcticas ilegales de tortura por las que, en gran medida, se obtuvo la informaciรณn del paradero del lรญder de Al Qaeda, y se muestra, tanto en la pintura de los altos dignatarios norteamericanos como de los episรณdicos personajes musulmanes, verosรญmil y nada maniquea, sin enmascarar tampoco que el resultado de la operaciรณn fue una ejecuciรณn sumaria del criminal, no exactamente indefenso pero fรกcil de capturar, si se hubiera querido, con vida.
Bigelow, que ha crecido mucho como cineasta desde sus primeras pelรญculas, de un brillo que yo encontraba insustancial, pese a las admoniciones de Guillermo Cabrera Infante, amigo y admirador de la directora, ya dio la medida de su talento en la anterior, e igualmente polรฉmica, En tierra hostil (The Hurt Locker). Creo, sin embargo, que la hora final de La noche mรกs oscura, centrada en el desarrollo de la operaciรณn en la ciudad de Abbottabad, responde a un mecanismo narrativo de extraordinaria perfecciรณn formal, que produce una trepidaciรณn emocional pocas veces sentida por mรญ como espectador del cine de acciรณn; la sentรญ tambiรฉn viendo Invasor, cinta antibelicista de gran empuje y agudo filo crรญtico (en este caso de los “servicios paralelos” y “poderes fรกcticos” espaรฑoles), que, de modo tan inexplicable como sospechoso –al menos para mรญ, que soy desconfiado en las cosas del juicio estรฉtico ajeno- fue recibida de uรฑas por la crรญtica nacional y desatendida por el pรบblico.
Tanto Invasor como Argo hurgan en episodios ya pasados, pues la primera, que adapta bien la novela de Fernando Marรญas de igual tรญtulo, publicada por vez primera en 2004, trata de un caso de asesinato de civiles nativos durante la guerra de Irak, y la segunda vuelve, mรกs de treinta aรฑos despuรฉs, al episodio de la ocupaciรณn de la embajada USA en Teherรกn, ocurrida a finales de 1979, tras la caรญda y huรญda del Shah de Persia y la instauraciรณn del rรฉgimen jomeinista. Como se recordarรก, los revolucionarios iranรญes tomaron 54 rehenes, habiendo logrado escaparse de la sede diplomรกtica atacada violentamente seis norteamericanos, a los que dio refugio en su propio domicilio el embajador canadiense de la รฉpoca, Ken Taylor; Argo cuenta la operaciรณn secreta de rescate de los seis escapados por parte de un agente de la CIA, Tony Mรฉndez (tambiรฉn real aunque menos apuesto que Ben Affleck), que desafiรณ en รบltima instancia las รณrdenes del Pentรกgono y solo en 1997, cuando el presidente Clinton desclasificรณ el caso, pudo salir a la luz, ser condecorado por el valor y buen resultado de la misiรณn y publicar sus memorias, base parcial del guiรณn.
Rodada principalmente en Turquรญa, que hace las veces de Irรกn, y, al igual que Zero Dark Thirty, sin la aprobaciรณn de la CIA (asรญ se aclara en los tรญtulos de crรฉdito), Argo es no solo una pelรญcula trivial y gruesa de trazo sino un tendencioso panfleto encubierto de objetividad, al contrario pues que la de Bigelow. Su prรณlogo trata de seรฑalar los precedentes histรณricos del paรญs, sin eludir que el sah fue una marioneta de los gobiernos estadounidenses, pero lo que sigue es una dramatizaciรณn efectista, bastante mal interpretada, no solo por Affleck, al que no descubriremos aquรญ como actor mediocre, y dirigida por รฉl mismo rutinariamente. Aunque no todos los “buenos” se hacen de querer (los seis refugiados resultan antipรกticos, me temo que de modo involuntario), los “malos” son todos de una pieza, y el final de una asombrosa cursilerรญa patriotera: el agente Mรฉndez, divorciado de su mujer, vuelve a casa y ella, al ver al hรฉroe, se reconcilia al instante, mientras se besan sobre el fondo de la bandera americana que ondea en el jardรญn. Unas horas antes de mandar este artรญculo vi Lincoln, hermosa colecciรณn de estampas sentimentales a mayor gloria de Amรฉrica, pero con una escena gore casi insoportable, en la que Bobbie, el hijo mayor del presidente, ve pasar a dos enfermeros negros que arrastran una carretilla chorreando sangre hasta un vertedero donde arrojan su carga, los brazos y piernas amputados en el campo de batalla. El jingoรญsmo de Spielberg estรก al noble servicio de la igualdad. ¿Tendrรก cabida en Hollywood el gรฉnero maximalista de corte obamiano? ~
Vicente Molina Foix es escritor. Su libro
mรกs reciente es 'El tercer siglo. 20 aรฑos de
cine contemporรกneo' (Cรกtedra, 2021).