Dibujos animados: Fantasia

Con estaย reseรฑa deย Fantasia, la joya experimental de Disney, concluye nuestra serie sobre cintas de dibujos animados.
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Fantasia(1940) surgiรณ para levantar la imagen de Mickey Mouse, venida a menos durante la tercera dรฉcada del siglo pasado. Sin embargo, a pesar de que Donald y Goofy lo rebasaban en popularidad, Mickey siempre fue el consentido de su creador. Asรญ fue como Walter –para no confundirlo con la empresa que creรณ— escogiรณ "El aprendiz de brujo" como estrategia para volver a elevar la popularidad del viejo ratรณn, decidiendo mezclar ese con otros siete segmentos que forman el largometraje que, en su estreno, se exhibiรณ en sรณlo catorce salas. La tรกctica no le funcionรณ. Fantasia compartiรณ la mala suerte de buena parte de las grandes obras maestras de la historia: su primer encuentro con el pรบblico fue un fracaso rotundo. Las pรฉrdidas econรณmicas y la crรญtica adversa dejaron a Walter decaรญdo.

 

     En 1941 RKO Radio Pictures, el estudio que ese aรฑo produjo Citizen Kane de Orson Welles, otro film que fallรณ en la taquilla, adquiriรณ la cinta. De los 140 minutos que duraba la original de Disney dejaron sรณlo 81 para su moderado reestreno al aรฑo siguiente, y, como ha sucedido con otros clรกsicos, apenas dos dรฉcadas despuรฉs Fantasia comenzรณ a cimentar su lugar como la gran obra que es, con copias restauradas del film original en 35 mm, DVD y Blu-ray. Existe incluso una especie de refrito: Fantasia 2000, pero es aquel monumental esfuerzo de 1940 el que ha perdurado.

 

     Fantasia goza de una total libertad en cuanto a trama se refiere, ligada siempre a la mรบsica: la tocata de Bach abre con un pedazo de animaciรณn abstracta; el cascanueces de Tchaikovsky acompaรฑa una representaciรณn del cambio de las estaciones; una pieza de Paul Dukas persigue a Mickey en el cuento basado en un poema de Goethe en el que el aprendiz de brujo conjura a las escobas en ausencia de su maestro y no es capaz de detener su marcha hacia la fuente, que se inunda con cada cubetazo de agua; Stravinsky y el rito de la primavera escenifican la tรฉtrica apariciรณn de las primeras formas de vida en nuestro planeta hasta llegar a los dinosaurios; el intermedio que da pie a la presentaciรณn de la banda sonora –una cuerda animada que al moverse produce mรบsica de varios tipos—; la sinfonรญa pastoral de Beethoven ilustrada a partir de la mitologรญa de los dioses griegos; de La Gioconda de Ponchielli viene la danza surrealista de las horas con hipopรณtamos y cocodrilos como bailarines de ballet; y finalmente una dupla antagรณnica: la sombrรญa noche en la montaรฑa en que el demonio llama a sus soberanos al ritmo de Mussorgsky se convierte al amanecer en una procesiรณn al son del Ave Marรญa de Schubert, es decir, el triunfo del bien sobre el mal como punto final. Fantasia es una obra รบnica, emparentada mรกs con una estรฉtica surrealista que con una estructura dramรกtica tradicional.  Va y viene entre lo meramente pictรณrico y lo narrativo.

 

     El equipo de producciรณn consta de 11 directores, 25 escritores y un vasto personal en la direcciรณn de arte, la animaciรณn, los efectos visuales y la banda sonora, que a su vez incluye a los mรบsicos de la Orquesta de Philadelphia bajo la direcciรณn de Leopold Stokowski. (Los crรฉditos impresos en el celuloide son mรญnimos y excluyen a la mayorรญa de los participantes, incluidos Walter Disney y Ben Sharpensteen, los productores.) Deems Taylor presenta cada segmento: el รบnico aspecto desfavorable de la cinta. Y no es que Taylor carezca de presencia –todo lo contrario— sino que varias de las partes de Fantasia no necesitan explicaciรณn. Una introducciรณn y una segunda presentaciรณn despuรฉs del intermedio hubieran sido suficientes. La explicaciรณn previa que dice lo que vas a ver no le aporta nada a los fragmentos de trama dramรกtica y contenido abstracto: la animaciรณn se sostiene sola. O, para dividir cada parte con la atractiva voz de Taylor, bastarรญa con nombrar al compositor de la pieza sinfรณnica que vendrรก y un breve resumen si lo que viene a continuaciรณn lo amerita, como en el caso de la adaptaciรณn animada de la creaciรณn.

 

     El plan original fue acertado: la pieza emblemรกtica es la participaciรณn de Mickey como el aprendiz. Las escobas que desbordan la fuente lo exhiben ante el brujo Yen Sid (Disney deletreado al revรฉs), el รบnico capaz de deshacer el conjuro. Al concluir su participaciรณn Mickey pasa al escenario en el que se presenta la orquesta y estrecha la mano de Stokowski en una felicitaciรณn mutua. En el plano personal, mi recuerdo de Fantasia se limitaba a esa parte, tan poderosa que opaca al resto de la narraciรณn en la memoria de un niรฑo. “El demonio en la montaรฑa” le sigue en popularidad, mientras que el resto forma un mosaico heterogรฉneo de finos fragmentos de animaciรณn que han sobrevivido al paso del tiempo, al grado que a fines de la dรฉcada de los sesenta fueron jรณvenes bajo el efecto psicodรฉlico de marihuana o LSD quienes revalorizaron la cinta, en un caso anรกlogo al de ver El mago de Oz (1939) con el Dark Side Of The Moon de Pink Floyd como banda sonora.

 

    Setenta aรฑos despuรฉs, lo arriesgado del proyecto  pone de manifiesto el genio de Walt Disney, su carรกcter visionario y la creatividad que floreciรณ gracias a รฉl. Es una muestra indeleble de su legado, una pelรญcula cuya originalidad se mantiene y un vivo recuerdo de la capacidad artรญstica del hombre que forjรณ un imperio. 

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(ciudad de Mรฉxico, 1979) Escritor y cineasta


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