Una maña que casi define a las películas sobre dictaduras o genocidios es la tendencia a despersonalizar la trama, convirtiéndolas en alegorías maniqueas. Una excepción es El clavel negro, coproducción de México, Dinamarca y Suecia. Situada en las semanas previas y posteriores al golpe de Estado chileno de 1973, se centra en la figura de Harald Edelstam, el embajador sueco que hizo de la embajada un refugio para chilenos y extranjeros perseguidos por la Junta Militar, y denunció al exterior desapariciones y fusilamientos. El mayor acierto de la historia descansa en la dignidad de Edelstam, quien contestaba a críticas sobre su arriesgada toma de partido con respuestas tan serenas como que casos particulares exigen formas distintas de ejercer la diplomacia. Un relato emotivo en un contexto trágico, cuyo protagonista se beneficia de la sencillez y mesura rara vez asociados con el dibujo de un héroe social. ~
es crítica de cine. Mantiene en letraslibres.com la videocolumna Cine aparte y conduce el programa Encuadre Iberoamericano. Su libro Misterios de la sala oscura (Taurus) acaba de aparecer en España.