Cuando el director danés Niels Arden Oplev se embarcó en la tarea de llevar al cine la primera parte de la trilogía superventas Millenium (2007) -obra póstuma del periodista y escritor sueco Stieg Larsson- estaba tomando un riesgo mayor. Traducir en imágenes la novela policial más taquillera de la década respetando la riqueza de la descripción, la complejidad y peculiaridad de los personajes, el suspense y el contenido de crítica social, no era una misión fácil de realizar. Pero su experiencia en cine y televisión, sumada a un buen trabajo de guión del tandem Arvel-Heisterberg y las notables actuaciones de Michael Nikvist y Noomi Rapace, permitieron que The girl with the dragon tattoo (Los hombres que no amaban a las mujeres) llegara a buen puerto.
The girl with the dragon tatoo, The girl who played with fire y The girl who kicked the hornets' nest (2009) son los títulos de las apasionantes tres historias detectivescas de acción de la trilogía Millenium, que en su trasfondo, encarnan el lado B del imaginario occidental acerca del paraíso escandinavo, al denunciar la trata de blancas, la violencia sexual y el racismo en el seno de la sociedad sueca. Tras el éxito de la versión de Arden, productores norteamericanos compraron los derechos de la película y para finales de diciembre de este año se espera el estreno del remake estadounidense de The girl with the dragon tattoo a cargo del director David Fincher.
La chica del tatuaje del dragón es Lisbeth Salander, una joven y enigmática hacker, quien junto al periodista de investigación Mikael Blomkvist intentará descifrar un supuesto crimen ocurrido en 1966. Henrick Vanger, un rico industrial sueco, les ha contratado para que diluciden la misteriosa desaparición de su sobrina Harriet de la residencia familiar, ocurrida cuarenta años atrás. La búsqueda de las pistas de este caso les llevará a descubrir una turbia historia de misoginia y antisemitismo soterrada bajo el hermetismo y las luchas de poder de una familia modelo.
Es interesante como Lisbeth Salander y Mikael Blomkvist, los dos héroes destinados a desenmascarar las redes del mal en el filme, son personajes inspirados en el ideario de la literatura infantil sueca. El autor Stieg Larsson recupera características de dos personajes de la célebre escritora Astrid Lindgren para construir a los protagonistas de su trilogía Millenium. El periodista de investigación Mikael Blomkvist lleva el mismo apellido que Kalle Bomkvist, un niño detective creado por Lindgren, quien identifica enigmas, resuelve situaciones misteriosas y descubre pistas que la policía y los adultos muchas veces no encuentran, por lo que él y sus amigos terminan resolviendo crímenes reales, como asesinatos o secuestros.
Por otro lado, el personaje de Lisbeth Salander, recupera el espíritu rebelde, genial, enigmático, feminista y destartalado de Pippi Långstrump (Pippi Medias Largas), un clásico de la literatura infantil europea. Pippi es una chica excéntrica con características sobrehumanas que reivindica una noción de lo femenino que no es convencional: es desobediente, libre, inteligente y no se somete a los patrones de dominación masculinos ni a la delicadeza esperada para las niñas de su género. Lisbeth Salander es una especie de Pippi postmoderna, una hacker de look punk-gótico. Se trata de un personaje lleno de matices, sexualmente ambiguo, una mujer joven con una historia familiar traumática, que, armada de sus dotes informáticos y provista de una astucia fuera de serie, ayuda a su compañero y amante ocasional, Blomkvist, a resolver el escabroso enigma de Harriet Vanger.
La complejidad de las relaciones familiares -los odios, envidias y tensiones al interior del hogar; los secretos guardados por años que finalmente estallan- son temáticas recurrentes dentro de la filmografía escandinava. The girl with the dragon tattoo de Niels Arden, las aborda desde la óptica detectivesca y policial, no obstante, encontramos el tratamiento de estas tensiones desde el prisma de la psicología de los personajes en el cine Bergman o desde la estética del cine Dogma 95 en películas como La Celebración (1998) de Vinterberg. Estos filmes se encuentran en la misma línea crítica, al enfatizar las problemáticas íntimas y las fisuras sociales de la cultura escandinava, una sociedad de la cual el discurso político y los medios han tendido a destacar sus altos índices de desarrollo humano, lo cual la ha hecho alzarse como un modelo a seguir por el resto de Europa y del mundo. En este caso, desde el arte, y en particular desde el cine, se ha ido armando un contra-discurso que ahonda en la negrura oculta de un mundo acostumbrado a brillar.
Desde un territorio contiguo, La cinta blanca (2009) del director austro-alemán Michael Haneke también empalma con una deconstrucción del ideal de la familia y de la sociedad nord-europea. La cinta retrata la ambigüedad moral alemana de comienzos del siglo XX -narrada desde la perspectiva de la gestación de la violencia en los niños- para denunciar el germen del nazismo. The girl with the dragon tattoo también vincula las prácticas autoritarias de la familia con la reproducción de modelos de abuso y de odio.
En términos estéticos, el filme de Niels Arden no es particularmente original y recupera muchos recursos narrativos de las series televisivas, lo que es coherente con su experiencia anterior como director para TV. Pero la fluidez del relato, la excelente dirección de los actores protagonistas y la capacidad para alternar momentos de tensión con escenas de la vida cotidiana de los personajes, le dan a la película un ritmo cautivante que deja sin respiro al espectador durante las dos horas y media de metraje.