Edie Sedgwick fue para Warhol una mezcla de fetiche y mascota. Descendiente de una familia aristocrática de Massachusetts, Sedgwick cambió la alcurnia por el rol de primera dama de la célebre Factoría Warhol. El gusto le duró poco: de llamarla “mi superestrella”, el artista pasó a desconocerla y a expulsarla de su corte. Factory Girl recrea el ascenso y la caída de Sedgwick, y tiene como mayor virtud la actuación de Sienna Miller en el papel de la diva efímera, ávida de reconocimiento y vulnerable como suele ser cualquier famoso por asociación. El problema de la película está en su imposibilidad de “nombrar” a la figura que competiría con Warhol por la atención de Sedgwick: el no menos icónico Bob Dylan, quien al leer un tratamiento del guión y verse representado como causante del derrumbe emocional (y posterior muerte) de Sedgwick, amenazó con iniciar una demanda por difamación. ~
es crítica de cine. Mantiene en letraslibres.com la videocolumna Cine aparte y conduce el programa Encuadre Iberoamericano. Su libro Misterios de la sala oscura (Taurus) acaba de aparecer en España.