Guardians of the Galaxy

Guardians of the Galaxy es la primera película de Marvel Studios que se toma a sí misma con distancia irónica. 
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Ya decíamos aquí que el universo cinematográfico de Marvel Studios daba muestras de agotamiento en sus últimas entregas. Captain America: The Winter Soldier fue, pese a algunas alabanzas de la crítica estadounidense, muestra de la opacidad de la franquicia: un guion estructurado de forma idéntica a otras entregas del catálogo de Marvel, una desordenada distribución de la información, una incapacidad casi total para filmar secuencias de acción inteligibles. Y aunque Guardians of the Galaxy repite algunas de estas torpezas, es posible ver en ella algunos elementos que la distinguen del resto de las cintas con las que comparte universo.

En primer lugar, nos encontramos ante una cinta dirigida por el más destacado alumno de la escuela Troma. Troma es la productora híper independiente de la que han salido notables productos de la serie B más gore, como The Toxic Avenger. Gunn, que comenzó su carrera escribiendo comedias como Tromeo y Julieta, brincó al género superheroico vía la parodia y la burla descarnada en cintas como The Specials —que escribió— o Super —que dirigió. Que Marvel Studios eligiera a un cineasta tan alejado del mainstream es buena señal: síntoma de una apertura necesaria en la ya predecible gama temática y visual del universo cinematográfico que han creado.

Guardians of the Galaxy, en ese sentido, sí aporta diversidad a la megafranquicia de Marvel Comics. Posee una muy trabajada identidad visual que la desmarca de la identidad plana que exhiben Iron Man 3 o The Winter Soldier; existe un esmero en la confección de esta imaginería espacial. Hay galaxias, planetas ajenos y extraños, seres extravagantes en esos planetas. (Cierto es que su imaginación no es, tampoco, particularmente significativa si la situamos en la gran historia del cine, pero para los blockbusters de los últimos años —digamos, los últimos cinco años—, sí representa una notoria mejora). Ejemplo de esta riqueza visual: una calavera celestial suspendida en medio de un ambiente sideral que de tan colorido resulta casi psicodélico.

Otra virtud: Guardians of the Galaxy es la primera película de Marvel Studios que se toma a sí misma con distancia irónica. Aunque el revisionismo del superhéroe ya ha pasado de ida y vuelta en el cómic —allí están obras como Watchmen, Squadron Supreme, The Dark Knight Returns, X-Statix—, en cine la cosa ha sido más lenta, en parte porque los superhéroes llevan relativo poco tiempo en películas de alto presupuesto. (Con todo, sí hay quien mira con distancia irónica el material superheroico. Muestras: Kick-Ass, la citada Super de Gunn, Unbreakable, Darkman, The Specials o Mystery Men). James Gunn, director y guionista, versado en el género superheroico, sabe mirar desde lejos su trama y entender que algo hay de ridículo en todo esto. Sus personajes ríen ante lo absurdo de la situación —concretamente, ese triunfo del CGI llamado Rocket Raccoon—; tienen la capacidad de referirse al mcguffin de su película —el mismo que el de todas las películas de Marvel Studios, un “objeto omnipotente capaz de destruir el universo”— como un mcguffin y burlarse de ello. De los blockbusters superheroicos del año —The Winter Soldier, The Amazing Spider-Man 2, X-Men: Days of Future Past y el muy prescindible reboot de las Tortugas Ninja—, Guardians of the Galaxy es el único capaz de no tomarse muy en serio.

Última virtud: en su mayoría, el reparto de Guardians of the Galaxy es una colección de buenas decisiones. Aunque su villano se ve perjudicado más por una mala construcción de personaje que por falta de capacidad actoral. El equipo protagónico muestra química, carisma y simpatía. El conjunto no falla.

Afortunadamente, estas virtudes compensan los últimos veinte o treinta minutos de la cinta, penosamente adecuados al molde narrativo que Marvel Studios ha impuesto a su universo. Esa media hora final es pan con lo mismo: un enfrentamiento a gran escala con un villano que está a punto de acabar con todo; una serie de explosiones que destruyen media ciudad pero que derivan en la salvación de esa realidad que peligraba mortalmente. No hay mucha diferencia entre este villano y  Loki (en The Avengers y Thor; aunque Tom Hiddleston está dotado de un carisma y una capacidad actoral muy superior a la de Lee Pace). Este problema narrativo que atormenta de manera cada vez más notoria al género deberá encontrar una solución en algún momento, ya sea encontrando nuevas tramas o desarrollándolas de forma distinta. Un ejemplo: la primera entrega de Kick-Ass observa el género no solo con humor sino con ironía; sus personajes se atreven a criticar y señalar clichés y convencionalidades. Otro ejemplo: Darkman de Sam Raimi lo mismo presenta a un protagonista entrañable que una historia de venganza a pequeña escala (una especie de conflicto entre jefes de la mafia); no le hace falta acción, pero no necesita explosiones a gran escala para capturar la atención de su público. El género superheroico deberá mirar a lo que se ha hecho bien en el pasado a fin de extraer soluciones inteligentes para sus futuras creaciones.

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PorciertosGuardians of the Galaxy era una película de prueba para Marvel Studios. El reto era crear una buena cinta con un argumento más o menos original y protagonistas desconocidos para el gran público. El obstáculo, como ya se dijo arriba, fue sorteado con gracia, y los resultados comienzan a verse: Collider reportó hoy que Marvel Studios está acelerando la preproducción de la película de Inhumans, el equipo de superhéroes que podría jugar el papel que los X-Men, propiedad de la 20th Century Fox, no pueden jugar en su arena cinematográfica. El guion es producto de Joe Robert Cole, miembro de un programa de jóvenes guionistas que Marvel tiene en su casa. Habría que mirar con atención a ese laboratorio: podría ser el suelo donde se den los primeros pasos de una nueva escuela de creadores de buen cine de entretenimiento.

Salvo Big Hero 6, una anómala película animada de superhéroes que Disney estrenará en noviembre de 2014, Guardians of the Galaxy y Teenage Mutant Ninja Turtles vienen a clausuar la andanada de películas superheroicas del año. Si bien The Winter Soldier, The Amazing Spider-Man 2 y Ninja Turtles resultaron cintas más bien flojas, con severos problemas de dirección, guion y hasta de desempeño actoral, X-Men: Days of Future Past, el remake de Robocop y esta Guardians of the Galaxy lograron salir adelante del reto de crear un blockbuster superheroico que no parezca de segunda mano. No solo eso: si abrimos la categoría e incluimos aquí a películas de alto presupuesto como Mr. Peabody & Sherman, Dawn of the Planet of the Apes, Godzilla y Edge of Tomorrow, podemos decir que, aunque todavía imbuido de convenciones narrativas resultado de un sistema de producción que ha triunfado por décadas, el blockbuster hollywoodense, poco a poco, comienza a buscar vías alternas de enriquecimiento. Buen porcentaje de los blockbusters de este año no ha defraudado. Si a esto le sumamos producciones de menor impacto comercial, como The Double de Ayoade; The Grand Hotel Budapest, de Wes Anderson; Psychos, de Steven Soderbergh; Big Bad Wolves, de Napushado y Keshales, o Se levanta el viento, de Hayao Miyazaki, el dictamen no sonará prematuro: lo que va de 2014 ha sido un feliz año para el cine.

 

 

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Luis Reséndiz (Coatzacoalcos, 1988) es crítico de cine y ensayista.


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