La edad de Altman

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โ€œUna mujer entrรณ conmigo al ascensor, se subiรณ la blusa y me enseรฑรณ las tetas, y yo le dije: gracias, cariรฑo, tengo ganas, pero carezco del dispositivoโ€. La anรฉcdota la leรญ hace unos dรญas atribuida a Peter Oโ€™Toole, cuya reciente Venus le muestra muy mal cosido en la cirugรญa estรฉtica pero con el verde de la vejez intacto. Un dรญa despuรฉs de Venus fui a ver El รบltimo show, tรญtulo ramplรณn aunque adecuadamente agรณnico que se ha dado en Espaรฑa a la pelรญcula con la que Robert Altman se despide de todos nosotros, A Prairie Home Companion (tampoco el tรญtulo en inglรฉs es muy prometedor, todo sea dicho). Altman ha muerto con mรกs de ochenta aรฑos y en pleno ejercicio de su talento, que siempre tuvo algo de libertino y algo de resabiado, quizรก porque es un cineasta cuyo รฉxito le vino rondando ya los cincuenta, a una edad en la que no sรณlo Hollywood sino todas las industrias cinematogrรกficas piensan ya en la jubilaciรณn de sus mayores. 

El รบltimo show es un encargo mรกs bien menor, aunque se disfruta, y no sรณlo por algunas de sus deliciosas canciones country, interpretadas todas por los propios actores que les ponen rostro en el programa radiofรณnico, incluyendo a Meryl Streep, Lily Tomlin y Woody Harrelson. Con actores de este calibre y otros como Kevin Kline o Tommy Lee Jones (soberbio en el papel del taciturno liquidador que ve desde el palco del antiguo teatro condenado a desaparecer los momentos finales del show, acompaรฑado por un busto de Scott Fitzgerald), la pelรญcula difรญcilmente podรญa defraudar, pero lo que la eleva por encima del mero divertimento son las โ€œganasโ€ de Altman, en este caso servidas por un dispositivo que le sigue funcionando como a un adolescente fogoso: la movilidad siempre tersa, casi inconsรบtil, con la que la cรกmara entra en los camerinos de los artistas, refleja sus actuaciones, en la mejor tradiciรณn del musical, o les sigue por los pasillos, siendo memorable la escena de la llegada tardรญa a la grabaciรณn de las Hermanas Johnson (Streep y Tomlin) acompaรฑadas por la neurรณtica hija de la primera, una muchacha, tal vez virgen, que escribe sobre suicidas. He ahรญ un director curioso y รกvido de contar, con el empuje del joven turco y la sabidurรญa socarrona del veterano.

Pelรญcula toda funeral y โ€“en su viveza de coloresโ€“ sombrรญa, pues habla de cierres, retiradas, despedidas, muertes en escena y fines de รฉpoca, sรณlo lamento que esta divertida y a ratos muy jugosa obra testamentaria no estรฉ a la altura del gran director que, tardรญamente, a trompicones, con caรญdas estrepitosas y remontadas gloriosas, Altman fue en lรญneas generales. Siempre he creรญdo que las pelรญculas finales de los mรกs grandes encierran un mensaje de adiรณs o un desafรญo cifrado: Dreyer hizo Gertrud sospechando que nunca encontrarรญa en la ingrata Dinamarca nuevas financiaciones para sus proyectos, Ford trastocรณ su aureola machista en Siete mujeres, Buรฑuel se permitiรณ el cadรกver mรกs exquisitamente surrealista con Ese oscuro objeto del deseo, y Houston dirigiรณ Los muertos estรกndolo รฉl casi, y por eso mรกs cerca del protocolo del mรกs allรก del arte. Todas obras maestras.

Altman debiรณ ver en el guiรณn de Garrison Keillor, conocido hombre de radio que se interpreta, muy bien por cierto, a sรญ mismo en el film, el lado elegรญaco que tan bien conviene a un octogenario. Lรกstima que, pese a sus diรกlogos chispeantes, ese guiรณn sea escaso y a la vez sobrado del pegote angรฉlico representado por Asfodel, la Mujer Peligrosa (Virginia Madsen), envarada mรกs que inquietante y ni siquiera guapa, como solรญan ser las ninfas de Altman desde MASH. En todo caso el director tiene su nicho en la historia del cine, que yo personalmente rellenarรญa con cuatro obras maestras indiscutibles: Nashville, Un dรญa de boda (A Wedding), Tres en un divรกn (Beyond Therapy) y Gosford Park, con la que, en 2001, el maestro se despidiรณ (en lo que a mรญ respecta) de su maestrรญa con un grand style apropiadamente centrado en las altas clases britรกnicas.

Pero en la hora de la muerte hay que pagar las culpas, y yo no le perdono a Altman la que para muchos es su mejor pelรญcula y para mรญ una traiciรณn infame: Vidas cruzadas (Short Cuts). La estructura en mosaico que tanto se alaba en ella ya รฉl mismo la habรญa probado en Nashville, sin necesidad de acudir a textos ajenos, mientras que en Vidas cruzadas, bajo la apariencia de la fidelidad, Altman mostraba lo que Carver nunca quiso que viรฉramos ni supiรฉramos: el contexto, el sentido, el desenlace. Me gustarรญa saber quรฉ se dicen estos dos, el escritor de Oregรณn y el cineasta de Kansas, cuando se encuentren en el paraรญso. ~

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Vicente Molina Foix es escritor. Su libro
mรกs reciente es 'El tercer siglo. 20 aรฑos de
cine contemporรกneo' (Cรกtedra, 2021).


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