La tradiciรณn del horror turรญstico londinense comienza en la segunda mitad del siglo XX y una de sus mรกs notables exponentes fue la pelรญcula Night of the demon, dirigida por Jacques Tourneur, en la que John Holden (Dana Andrews), un profesor norteamericano, viaja a Inglaterra para investigar al supuesto lรญder de un culto demoniaco, el Dr. Karswell (Niall MacGinnis). Al verse amenazado, Karswell maldice a Holden y le advierte que morirรก en tres dรญas. Mรกs allรก de sus enormes mรฉritos, la trama y la estructura de la cinta son notables por su similitud con Drag me to hell, de Sam Raimi, y porque el ensamblaje de un par de secuencias (y el elemento de saber que la muerte de uno de los protagรณnicos es inminente) nos remite a otro clรกsico de terror londinense: The Omen, dirigida por Richard Donner. En ambas, la espiral de horror comienza en una fiesta de cumpleaรฑos y, en ambas, una tormenta de viento es el presagio de una muerte (que se cumple en la cinta de Donner y que finalmente no ocurre en la de Tourneur). The Omen hace un uso magnรญfico del ambiente londinense, y es, quizรกs, la cinta que mรกs se ha atrevido a filmar al aire libre dentro de la capital britรกnica. A lo largo de la primera mitad aparecen diversas catedrales gรณticas, Bishop´s Park, la embajada norteamericana, el Tรกmesis (por supuesto) y el zoolรณgico. Salvo en la secuencia de la fiesta infantil -en la que la niรฑera de Damien, el hijo del diablo, se suicida- no vemos el sol ni una sola vez.
Sin embargo, hay una similitud aรบn mรกs importante entre ambas pelรญculas. Tanto Night of the Demon como The Omen tienen como protagonistas a un yankee que se niega a creer en lo sobrenatural. El Dr. Holden y Robert Thorn –padre adoptivo del Anticristo- se resisten a las amenazas que los rodean y no aceptan lo que les estรก ocurriendo hasta pasada la mitad de sus respectivas cintas (en el caso de Thorn resulta demasiado tarde). Mรกs allรก de las necesidades econรณmicas que empujaron a la producciรณn de The Omen a filmar en Inglaterra, es curioso que ambas cintas escogieran como protagonista a un norteamericano incrรฉdulo, alguien alejado del misticismo fantasmal londinense, ajeno al aura sobrenatural que rodea la ciudad. Si Thorn hubiera sido el embajador britรกnico en Washington (y no viceversa), quizรกs hubiese escuchado la primera amenaza que le arroja el Padre Brennan.
Por otra parte, desde el inicio del gรฉnero, Londres ha sido el escenario favorito para historias de hombres lobo. Una de las primeras historias en gravitar en torno a un licรกntropo se llamรณ Werewolf of London y, para seguir con la tradiciรณn, la mejor y mรกs famosa pelรญcula de hombres lobo lleva el tรญtulo de An American Werewolf in London. Esta รบltima, dirigida por John Landis, tambiรฉn emplea la geografรญa londinense: la claustrofรณbica estaciรณn de Tottenham Court Road es el escenario para el tercer ataque de la bestia y el clรญmax de la cinta –una autรฉntica orgรญa de sangre, choques de automรณviles y un hombre lobo enloquecido- ocurre dentro y fuera de un cine porno de Picadilly Circus. Recientemente, Joe Johnston dirigiรณ un remake de la clรกsica The Wolf Man (1941), en la que Benicio del Toro interpreta el papel de Lawrence Talbot/el hombre lobo. En el รบltimo tercio de la cinta, despuรฉs de la segunda transformaciรณn de Talbot, la bestia escapa de un manicomio (¡otro!), perseguida por el Detective Aberline (Hugo Weaving). A travรฉs de esta secuencia, la cinta de Johnston nos lleva a diversos puntos de referencia de Londres, incluido el London Bridge (debajo del que despierta Talbot).
Una vez mรกs, tanto An American Werewolf in London como The Wolf Man recurren a un protagonista extranjero: David es un judรญo de Long Island; Lawrence ha vivido la mayor parte de su vida en Estados Unidos. Ambos, de nueva cuenta, reciben los ominosos presagios sobre hombres lobo con absoluta incredulidad. La tradiciรณn pagana de Londres queda de manifiesto en la presencia de gitanos en la cinta de Johnston (un elemento recurrente dentro de las cintas de licรกntropos), mientras que, previo al ataque del lobo, David y Jack entran a una cantina en un pueblo inglรฉs donde ven un sรญmbolo pagano en la pared, dibujado ahรญ como protecciรณn frente a la amenaza de la bestia. David y Jack se burlan de la estrella de cinco puntos. Minutos despuรฉs son atacados por el hombre lobo. Jack acaba descuartizado en el pรกramo inglรฉs. David, al igual que Lawrence, se convierte en un animal con la luna llena. Los tres pagan caro su escepticismo frente al folcklor inglรฉs.
El personaje del Detective Aberline expone otra veta interesante del terror londinense: la manera en la cual el horror ficticio bebe del horror real, y viceversa. El verdadero Aberline era nada menos que el detective encargado de resolver el crimen de Jack the Ripper. La cinta de Johnston se apropia del personaje –y de su peso en la mitologรญa londinense- para anclar la narrativa en la realidad. Finalmente, para cerrar el cรญrculo, Talbot muerde a Aberline, transformรกndolo en hombre lobo. Podemos percibir esta caracterรญstica del Horror London, como le llama Peter Hutchings al gรฉnero en su ensayo homรณnimo, en muchos otros casos. Quizรกs el mรกs sonado es el llamado Highgate Vampire de la dรฉcada de los setenta, en el que dos hombres interesados en lo oculto, Seรกn Manchester y David Farrant, compitieron por exterminar a un supuesto vampiro que vivรญa en el cementerio de Highgate. La teorรญa de ambos era que un grupo de inmigrantes habรญa traรญdo a un vampiro, dentro de su ataรบd, en el siglo XIX, y lo habรญa enterrado en el cementerio. Ahora, decรญan, la criatura habรญa despertado y rondaba los alrededores del lugar. La trama que Manchester y Farrant inventaron era muy similar a la novela de Stoker, y la similitud no pasรณ desapercibida en los estudios Hammer (dedicados a cintas de horror). De la historia del vampiro de Highgate naciรณ la cinta Drรกcula AD 1972, en la que el vampiro, a quien Christopher Lee interpreta por sexta ocasiรณn, renace en el siglo XX.
A finales de esa misma dรฉcada, Stephen Sondheim (como Landis: un norteamericano habitando Horror London) creรณ la encarnaciรณn mรกs popular de uno de los personajes legendarios del terror londinense: el musical de Sweeney Todd, el barbero demonรญaco de la calle Fleet. Aunque se creyรณ que el personaje de Todd, un barbero que degรผella a sus clientes, era real, diversos historiadores han refutado estas teorรญas y ahora se sabe que el personaje es absolutamente inventado. De cualquier manera, Sweeney (Benjamin Barker) es una creaciรณn eminentemente londinense: un asesino serial que tritura a sus vรญctimas y las convierte en carne para pastelillos que despuรฉs vende en la tienda de su compinche, la Sra. Lovett. Todd estรก despechado: el Juez Turpin le robรณ a su mujer y a su hija. Sufre, pues, de dolores de corazรณn, como el Fantasma de la รณpera. Sin embargo, mientras que la obra parisina es romรกntica y melosa, la obra londinense es absurda, oscura, grotesca. El Fantasma es primo hermano de la Bestia de Barbot de Villeneuve: un esperpento que lo รบnico que quiere es amor. Todd es un psicรณpata que, en su locura, acaba siendo el responsable de la muerte de todos a su alrededor, incluida la suya propia. Es, ademรกs, un hombre que famosamente detesta a su ciudad. Su primera canciรณn dice, con todas sus letras: there´s a hole in the world like a great black pit, and the vermin of the world inhabit it…and it goes by the name of London…
Salvo por 28 Days Later –escrita y dirigida por britรกnicos-, el resto de las cintas que se suscriben a la tendencia del horror turรญstico tienen una cosa en comรบn: todas fueron creadas por extranjeros. Landis, Johnston, Tourneur, Donner: todos ellos nacieron fuera de Inglaterra y, por tanto, la efectividad de sus diversas encarnaciones de Londres es, en su mayorรญa, estรฉtica. Como escenarios de una historia de terror, las ciudades que imaginaron funcionan porque capturan la atmรณsfera de la ciudad, pero apenas si tocan el trasfondo que hace de Londres una ciudad tan proclive a las leyendas de fantasmas y a la “canonizaciรณn” de los criminales.
El uso de personajes inmigrantes vuelve a ocurrir en Repulsion, de Roman Polanski: otro director extranjero trabajando en Londres. En la cinta, precursora de Black Swan y otros muchos thrillers psicolรณgicos, Carol Ledoux (Catherine Denueve), una chica francesa que vive en Kensington con su hermana, comienza a descender en una espiral de locura cuando se queda sola en su departamento. El frenesรญ psicรณtico de Carol culmina en dos asesinatos, y, como Drรกcula, la chica francesa acaba con la vida de dos hombres que son, a su manera, la quintaescencia del londinense. Colin (Ian Hendry), trajeado y pulcro pretendiente de Carol, y el lascivo dueรฑo del departamento (Patrick Wymark), son dos caras de la misma moneda: uno, de dinero, arriba de un descapotable, de buenas intenciones; el otro, obeso, sudoroso, interpretando cada movimiento de Carol como un coqueteo.
Mรกs allรก del comentario soterrado sobre la sociedad inglesa, Repulsion es una cinta destacable en la tradiciรณn de Horror London porque Polanski utiliza de manera inteligente la propia geografรญa de la ciudad para contar su historia: las avenidas del barrio de Kensington, los pubs londinenses, el viejo convento que observa Carol desde su ventana. Sin embargo, la mรกs astuta aplicaciรณn de Londres como escenario estรก en los seรฑalamientos sobre el asfalto que le piden a los peatones que, antes de cruzar, vean hacia la derecha o la izquierda (Look Right, Look Left). Hay una escena que culmina con una toma que es, a primera vista, innecesariamente larga. Un trรญo de mรบsicos pordioseros cruza la calle y la cรกmara de Polanski mantiene su ojo fijo en ellos.
Lo que el famoso director polaco nos pide es que no los veamos a ellos sino a la indicaciรณn, en blanco sobre negro, sobre la calle. Y, si recordamos su consejo, la fotografรญa de la familia de Carol, con la que culmina la pelรญcula, explica los actos psicรณticos de la protagonista. Look Right.
Londres es un melting pot aรบn mรกs variado que Nueva York, en el que decenas de culturas han convergido por mรกs de dos milenios. La gente olvida, por ejemplo, que Londres fue un asentamiento romano, y que gran parte de sus edificios estรกn construidos sobre ruinas antiquรญsimas. Es, por lo tanto, una ciudad con un pasado hondo, casi insondable. Y es, como el Distrito Federal, una ciudad sobre una ciudad. Los fantasmas del pasado son una presencia constante. Ademรกs, Londres ha sido seriamente daรฑada en varias ocasiones, hace siglos por el fuego, hace dรฉcadas durante el bombardeo de la Alemania Nazi. Para entender lo que esto suscita en la pisque de una urbe basta con recordar cรณmo, despuรฉs del 9/11, decenas de inquilinos del downtown neoyorquino se mudaron porque no soportaban la presencia de fantasmas. Ahora basta con imaginar quรฉ pasarรญa si, en vez de un par de edificios, se derrumbaran barrios enteros. Pero eso es, en todo caso, sรณlo un elemento. Londres, como explica Ackroyd, “siempre ha estado preocupada por la presencia de fantasmas” al grado de que, durante las primeras funciones de Hamlet, los fantasmas del drama Shakespereano “provocaban sorpresa, miedo y hasta horror, como si la audiencia pensara que las escenas eran reales. Londres es, en sรญ, una ciudad espectral: llena de alusiones a un pasado que continรบa acechando a sus habitantes”. La explicaciรณn podrรญa estar en el mismo melting pot. Despuรฉs de todo, Londres es, en palabras de Ackroyd, “una ciudad que ha absorbido todas las tradiciones de magia y los rituales de sus poblaciones nativas e inmigrantes (…) Las supersticiones no la han abandonado. La ciudad sigue siendo un lugar mรกgico, misterioso y caรณtico que sรณlo puede ser controlado y organizado a travรฉs de rituales pรบblicos y privados de supersticiรณn. Samuel Johnson, el gran londinense adoptivo, sentรญa la compulsiรณn de tocar cada puesto de la calle Fleet al caminarla. De la misma manera, muchas calles de Londres se rehรบsan a usar el nรบmero 13: la propia Fleet, Park Lane, Oxford, Praed, St. James, Haymarket y la calle Grosvenor”. Todo lo anterior explica porque Londres es, y seguramente seguirรก siendo, la indiscutible Capital del Horror.