Entre más pronto se diga, mejor: Los infiltrados, la película más reciente de Martin Scorsese, es lo mejor que se verá en muchos meses por venir. La historia (que el título en español anticipa) involucra a un grupo de policías y la mafia irlandesa de Boston, y a los informantes –doppelgängers– que alertan a su organización de las actividades del bando enemigo. Los infiltrados conjuga lo mejor de varios mundos: el Scorsese de narrativa impecable que despuntaba en los años setenta; un Jack Nicholson moderado en sus tics por un contemporáneo y amigo que, sin embargo, nunca lo había dirigido; Matt Damon y Leonardo DiCaprio en protagonistas verosímiles; y, al final pero no por último, un género actualizado no sólo por la incoporación de tecnologías que han revolucionado el mundo del espionaje aun en la vida civil (los mensajes de texto por teléfono celular), sino por la puesta en cámara, ágil y a la vez sesuda, del dilema sobre quién ostenta superioridad moral: un policía corrupto o un criminal leal. ~
es crítica de cine. Mantiene en letraslibres.com la videocolumna Cine aparte y conduce el programa Encuadre Iberoamericano. Su libro Misterios de la sala oscura (Taurus) acaba de aparecer en España.