Encarar la ciudad inabarcable no podrรญa ser una meta en sรญ misma. La inmensidad del Distrito Federal junto a sus contradicciones rebasa la completa disecciรณn, ya sea a travรฉs del celuloide o por medio de la palabra. En su libro de aforismos, Robert Bresson escribiรณ que las pelรญculas de ficciรณn tradicional "son documentos de historiador para guardar en los archivos: cรณmo interpretaban la comedia, en 19…, el seรฑor 'X' o la seรฑorita 'Y'". En ese sentido, cualquier pelรญcula puede ser vista como un documental en tanto que registra para la posteridad la manera en que se representa el mundo en un momento histรณrico determinado. En sentido opuesto, el cine documental es tambiรฉn ficciรณn puesto que no existe la total objetividad, no hay una verdad absoluta. Un documental es tambiรฉn una construcciรณn ficticia aunque en distinta forma que el drama, quizรก un poco mรกs apegado al mundo o a lo que llamamos "realidad".
La reconstrucciรณn del Distrito Federal de los aรฑos setenta que hace Everardo Gonzรกlez en el documental Los ladrones viejos, las leyendas del artegio no solo es una obra cumbre que evoca un tiempo que ya fue; es tambiรฉn un pedazo de historia que rescata para nosotros y guarda para generaciones venideras la versiรณn de los vencidos. Un documental que nos une a ese otro tiempo mediante el testimonio de los ladrones mรกs famosos de entonces, una obra en la que resalta la investigaciรณn exhaustiva de materiales audiovisuales de la รฉpoca. Lo que mรกs conmueve son los recuerdos que aรบn conservan los ladrones mรกs buscados por la ley durante esos aรฑos, hoy ancianos que platican tras las rejas. Nombres completamente olvidados si no fuera por el micrรณfono de Gonzรกlez, un documentalista de vocaciรณn como los hay pocos. De los ladrones entrevistados, quizรก el mรกs famoso sea Efraรญn Alcarรกz Montes de Oca alias "El carrizos", un apelativo que hoy ya casi nadie recuerda, pero que en su momento hizo temblar a la jefatura de policรญa. "Cuando me aparecรญa en sus oficinas, era como si cayera una bomba", habla "El carrizos" con orgullo.
Las entrevistas que narran las andanzas de los ladrones estรกn unidas a imรกgenes de la capital de hace treinta o cuarenta aรฑos: tomas aรฉreas que muestran una ciudad poco transitada, hecha tanto para vehรญculos como para el transeรบnte. Las montaรฑas de cemento que hoy la pueblan brillan por su ausencia. Los ejes viales que han rasgado a la ciudad no existen todavรญa, y aunque ahรญ estรก el Perifรฉrico, es un Perifรฉrico que encaja en el paisaje urbano, que estรก planeado para convivir con la metrรณpoli: no la hiere sino que la acompaรฑa. Cรกmaras de televisiรณn que antes filmaban en cine reconstruyen calles, plazas y avenidas; reportajes cuyo objeto es la prevenciรณn del robo se presentan como notas al pie, mientras una joven Lolita Ayala anuncia a los televidentes una de las tantas detenciones de "El carrizos", pues a fin de cuentas la ciudad no es solo el asfalto y la arquitectura sino la gente que la puebla. Asรญ, varios presidentes desfilan ante nuestros ojos vรญctimas de estos rateros. Los testimonios de los robos a Adolfo Lรณpez Mateos, Luรญs Echeverrรญa รlvarez y Josรฉ Lรณpez Portillo son los puntos culminantes, asรญ como el recuerdo de un ex capitรกn de policรญa que cuenta que "El elotes" se robรณ las pistolas de tiro al blanco que se usaron en las Olimpiadas. Recortes de periรณdicos desenterrados de la hemeroteca tambiรฉn ayudan a contar la historia, como el pie de foto que aparece en la pelรญcula para resaltar la figura de "El cuatro vientos", un ladrรณn que muriรณ hace dรฉcadas y que el elenco en su conjunto recuerda como el mejor de todos los ladrones: "'El cuatro vientos' Josรฉ Rodrรญguez Torres o Rafael Jimรฉnez Infante, otro carterista de 'Dedos de seda'. Nunca hiriรณ a nadie. Muy distinto a los carteristas de la actualidad que no son sino sanguinarios y vulgares asaltantes." Ahรญ se resume el espรญritu de la cinta, el hecho de que antes habรญa una รฉtica para robar en la que no cabรญa la violencia. La mayorรญa de estos ladrones no traรญan siquiera un cuchillo, menos aรบn una pistola. Ya fuera con palabras o movimientos de prestidigitador, el objetivo se alcanzaba sin que nadie lo notara, sobre todo la vรญctima.
Y para acabar de dibujar la lejanรญa estรก la mรบsica: Luis Alcaraz, Los golpes, Pรฉrez Prado y su orquesta, Pepe Miranda y los terrรญcolas, Los รกngeles negros. Sonidos que lucen tanto como la ciudad que los pariรณ, dignos lazarillos de esas voces gastadas por la vida que, por una vez, cuentan una historia personal que se vuelve colectiva, que recuperan un momento histรณrico a travรฉs de un micrรณfono. Ademรกs de ser buenos para robar, los ladrones viejos son excelentes narradores. El Distrito Federal y la tradiciรณn oral vienen de la mano.
Hay dos instancias en las que Everardo Gonzรกlez trae a colaciรณn imรกgenes de la ciudad como es hoy, y en ambas lo hace como contraste: un puรฑado de planos aรฉreos que muestran los cambios que ha sufrido esta gran urbe, con nuevos rascacielos antes impensables, y escenas de crรญmenes por robo con vรญctimas que murieron a manos de asaltantes, ejemplos concretos de ese cรณdigo perdido. Patrullas contemporรกneas con muertos contemporรกneos son la contraparte de los testimonios que forman la espina dorsal del documental. El respeto por la vida ha quedado atrรกs. Si bien no me adhiero a la cantaleta de "todo tiempo pasado fue mejor", en el caso del Distrito Federal este es un hecho irrefutable. La capital de hoy no tiene nada que ver con la ciudad que habitaban los chilangos en dรฉcadas pasadas.
Retomo entonces la idea inicial. Los ladrones viejos es una visiรณn de Mรฉxico entre muchas, una que favorece a los desfavorecidos —si algo tienen en comรบn estos ladrones es la pobreza entre la que crecieron—. Le da voz a quienes nunca la han tenido y que tampoco la han buscado. Es una vista de una ciudad vieja desde el subsuelo, que camina entre los pasadizos del crimen no de manera sรณrdida como suele presentarse sino a travรฉs de una sincera empatรญa con los protagonistas de ese mundo anรณnimo. Es su versiรณn de un Mรฉxico olvidado, una versiรณn acallada y revalorizada con el tiempo.
En tรฉrminos narrativos, es la tรญpica historia de policรญas y ladrones desde el punto de vista del ladrรณn, una especie de western a la distancia, cocido con pedazos de tela vieja, parches y agujeros.
Si La canciรณn del pulque es un canto rural y El cielo abierto una sinfonรญa รฉpica, Los ladrones viejos es un baile de salรณn, con ficheras y de cachetito. El cine de Everardo Gonzรกlez alumbra la memoria, hace de la historia poesรญa.
(ciudad de Mรฉxico, 1979) Escritor y cineasta