Una joven llega a Los รngeles movida por un sueรฑo.
Este principio de cuento de hadas se ha vuelto icรณnico en la mitologรญa cinematogrรกfica. Asรญ empiezan historias pesadillescas como Mulholland Drive (Lynch, 2001), hasta fรกbulas fracturadas como Nace una estrella (Cukor, 1954, con Judy Garland herself). Sรณlo que esta vez el sueรฑo a alcanzar es mรกs truculento. La joven, desfigurada por una telaraรฑa de cicatrices, se llama Agatha —Mia Wasikowska —, atravesรณel paรญs en autobรบs, y aborda una limosina conducida medio tiempo por otro soรฑador de los que abundan en los mรกrgenes de “la industria”—Robert Pattinson —, y pide ir a un sitio especรญfico: las ruinas de una mansiรณn quemada al pie del letrero de Hollywood. Ella viene a completar un ritual y รฉste va a ser el escenario.
Maps to the Stars es la primera colaboraciรณn entre dos artistas tan subversivos en sus temรกticas como idiosincrรกsicos en sus ejecuciones; Cronenberg es cรฉlebre por ingeniรกrselas para romper el status quo y partirle la madre al espectador cuando menos lo espera —como muestra de ello hay clรกsicos en su filmografรญa como The Brood, Scanners, Videodrome, Dead Ringers (siniestro melodrama sobre ginecรณlogos gemelos que deja al espectador con una desazรณn que perdura por dรญas) o la premiada y vilipendiada Crash (la escena en que James Spader abre y luego penetra la herida de Rosanna Arquette es probablemente una de las escenas erรณticas mรกs fascinantes y repelentes de la historia del cine) —y Wagner tiene una reputaciรณn como novelista de culto. A principios de los 90, escribiรณ y produjo, junto con Oliver Stone, Wild Palms, teleserie que fue mezcla de ciencia-ficciรณn futurista, thriller polรญtico, saga familiar y telenovela satรญrica. Constรณ de seis capรญtulos —dirigidos por Kathryn Bigelow, Keith Gordon, Phil Joanou y Peter Hewitt —y es una curiosidad notable de su dรฉcada que aรบn hoy se considera modelo de la producciรณn extravagante y avant-garde para el medio.
Tomando referentes de ese proyecto y del universo creado por Cronenberg, Wagner establece con detalle un mundo extraรฑo, con una atmรณsfera tan rutilante como macabra. Al centro se encuentra la familia Weiss, una dinastรญa al estilo de los Kardashian: Stafford, el padre —John Cusack —es un psicรณlogo pop que se especializa en tratar los traumas y mรบltiples complejos de las celebridades, algo que intercala con su exitosa carrera como gurรบ de autoayuda y superaciรณn personal; Cristina, la madre —Olivia Williams —, una mujer de aspecto dulce que no obstante se ha erigido como poderosa agente que lleva con mano de hierro la carrera de su hijo Benjie —Evan Bird —รญdolo adolescente con serios problemas de personalidad borderline; por otra parte, se encuentra la glamorosa Havana Segrand, una actriz cuya fama comienza a desvanecerse despuรฉs de los cuarenta y que harรก literalmente cualquier cosa por regresar a ser el centro de atenciรณn, incluso buscar el rol protagรณnico en un remake de la cinta que hiciera una estrella de su madre, Clarice Taggart —Sarah Gadon —, que muriรณ calcinada en un incendio en 1976 y ahora se aparece como espectro implacable a su propia hija, llevรกndola por el tortuoso sendero de la locura, a encarar su destino.
Wagner toma elementos de tragedia griega, como la Oresteia, y de literatura gรณtica (Rebecca de Daphne DuMaurier, por citar un ejemplo), del teatro del absurdo de Pinter y Ionesco (hay ecos de Viejos tiempos y La cantante calva), asรญ como alusiones a cintas como la mรญtica Sunset Boulevard (Wilder, 1950) y Mommie Dearest (Perry, 1981); incorpora como elemento narrativo indispensable el poema Libertรฉ,de Paul รluard, e incluso se permite aludir con sorna a algunos muy populares shows de TV como Beverly Hills, 90210. De este modo confecciona, sin que se noten las costuras, una sรกtira feroz e inmisericorde de la industria de la celebridad en Hollywood: en su universo, nadie se toca el corazรณn para obtener lo que desea y no hay precio demasiado alto para lograrlo. Havana no puede evitar ponerse a bailar y cantar de alegrรญa cuando se entera de que la dulce y sensible Azita Wachtel (Jayne Heitmeyer), actriz rival que le habรญa “ganado”el rol soรฑado en la cinta Stolen Waters, ha sufrido una irreparable pรฉrdida personal y ahora ella serรก quien actรบe en el filme, o Stafford busca una posible apariciรณn en el show de Oprah Winfrey en caso de que tenga que hacer “control de daรฑos” ante la inminente revelaciรณn de un escรกndalo. Wagner conoce bien el negocio; el personaje encarnado por Pattinson funciona como su alter ego (en su juventud, mientras buscaba รฉxito como guionista, fue extra en Star Trek: The Next Generation y tambiรฉn condujo limosinas) y es el รบnico personaje literalmente humano en una galerรญa de hermosas atrocidades que se exhiben con la bestial elegancia de Cronenberg, que al principio parece engaรฑarnos con un retrato naturalista/nihilista de la situaciรณn, para despuรฉs incurrir en la brutal violencia que es su rรบbrica: un personaje es reducido a pulpa sanguinolenta mediante golpes propinados con su propio Oscar, mientras otro trata de purificarse al estilo bonzo prendiรฉndose fuego, sรณlo para ser arrojado a una piscina en una escena tan crispante que acaba por arrancar carcajadas histรฉricas al espectador.
La selecciรณn de elenco es muy esmerada; Mia Wasikowska es el nudo gordiano que une las hebras del entramado y hace de Agatha una adolescente perturbada y perturbadora y es totalmente propositivo que Cusack y Williams encarnen un matrimonio tan perfecto que hasta fรญsicamente sean similares. Todo obedece a una lรณgica retorcida para conectarnos con la familia Weiss, si bien la verdadera estrella aquรญes Julianne Moore, cuya interpretaciรณn —mezcla de Candice Bergen y Gwyneth Paltrow con Shirley Temple y Tatum O’Neal —es espectacular: Havana Segrand pertenece a ese pedestal de sus grandes roles como Amber Waves, Lynda Partridge, Laura Brown o Barbara Daly Baekeland —en Boogie Nights, Magnolia, The Hours y la criminalmente infravalorada Savage Grace, de Tom Kalin—, una mujer manoseada por el mundo al que se aferra con desesperaciรณn porque no sabe ser otra cosa que una de esas estrellas que brillan y brillan en pantalla hasta ser supernova y explotar, dejando un abismo negro tras de sรญ. La cinematografรญa de Peter Suschitzky —colaborador de cabecera del canadiense, que tambiรฉn fotografiรณThe Empire Strikes Back—es complemento ideal para este guiรณn pervertido: sus tomas de un L.A. soleado, extremadamente chic y asรฉptico, contrastan con las alucinaciones elementales de los personajes: agua y fuego son los medios de los que se valen los fantasmas hambrientos para perseguir a los vivos, amenazando con arrasar sus estilos de vida ricos y desvergonzados. La amoralidad presentada por Cronenberg y Wagner impide cualquier juicio; es casi como verse en un espejo distorsionado.
¿Quรฉ es Maps to the Stars? ¿Una comedia satรญrica de humor รกcido y amargo? ¿Fรกbula de horror gรณtico a plena luz del dรญa, con fantasmas y monstruos? ¿Retrato psicolรณgico de la descomposiciรณn de una familia de beautiful people? —en realidad es todo eso y mucho mรกs. Es el mejor filme de Cronenberg desde A History of Violence (2005) y la culminaciรณn de la obra de vida de Bruce Wagner. Es una cinta que no podrรญa existir mรกs que como estรก: hecha de modo subrepticio e independiente, a la zaga del bullshit sacarino que hoy dรญa manufacturan los estudios y estรก aquรญ para recordarnos que las estrellas no son bonitas: tambiรฉn pueden ser espeluznantes.
Miguel Cane (Mรฉxico DF, 1974) Es novelista y periodista cinematogrรกfico. Su mรกs reciente publicaciรณn es el inclasificable "Pequeรฑo Diccionario de Cinema para Mitรณmanos Amateurs".