Marca personal a Succession: La gente irreal

El penúltimo episodio de la serie contrasta a la familia Roy con las “no personas” a las que ha despreciado a lo largo de cuatro temporadas.
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Sin mayor preámbulo, la penúltima Marca Personal a Succession, centrada en el episodio “Church and State”.

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NRPI. El acrónimo aparece por primera vez en “DC”, el noveno capítulo de la segunda temporada del programa. El episodio gira en torno a la crisis detonada por la revelación periodística de que Brightstar, la línea de cruceros de Waystar-Royco, ocultó numerosas acusaciones de acoso sexual formuladas por empleadas de servicio en contra de un conjunto de ejecutivos liderados por el director Lester McClintock, apodado por el círculo interno de la empresa como el “Tío Mo” (mo-lestador). La crisis es de dimensiones mayúsculas: el encubrimiento involucra la muerte de algunos pasajeros que decidieron “lanzarse por la borda” en circunstancias misteriosas.

El embrollo deriva en una serie de audiencias que obliga a la planilla mayor de Waystar Royco a testificar ante el Congreso, “la gran letrina nacional”. “Mr. Fuck goes to Washington!”, festeja Shiv. La crisis alcanza su punto más álgido debido a una entrevista televisiva con James Weissel, el ejecutivo soplón que revienta el escándalo. Weissel no deja títere con cabeza. Brightstar era un albañal de corrupción: la directiva pagó millones y millones de dólares durante varias décadas para encubrir actos de explotación sexual, abuso laboral y un sinfín de crímenes perpetrados por la banda de cuello blanco del Tío Mo. “¿Qué significa un incidente NRPI?”, pregunta la periodista en referencia a uno de los documentos corporativos consultados para la investigación. Weissel responde: un incidente donde no hubo una persona real involucrada (NRPI, no real person involved), es decir, cualquiera que no fuera un turista o un miembro permanente del staff, la gente desechable de siempre: migrantes, trabajadoras sexuales y la mano de obra barata de puertos foráneos que habita en las partes bajas del crucero, invisibles para el grueso de los huéspedes.

El clan Roy ve la entrevista en el departamento de Logan. Lejos de indignarse o fingir consternación, el clan se burla cada vez que uno de ellos es mencionado por la periodista, y hasta lamenta el reciente fallecimiento del Tío Mo. “¿Cómo olvidar a nuestro Mo?”, expresa Logan, quien explota tras terminar el reportaje, convencido de que Sandy Furness, su rival de negocios, ha emprendido una campaña en su contra. El equipo de escritores comandado por Jesse Armstrong, creador de la serie, diseña “DC” a manera de un juego de espejos. De Roger Ailes, fundador de Fox News, a Jamie Horowitz, exdirector de Fox Sports, sin obviar el despido del conductor de noticias Bill O’Reilly, el episodio es un reflejo ficticio de los múltiples escándalos sexuales de ejecutivos cercanos a Rupert Murdoch, el magnate mediático que constituye la inspiración principal de Succession.

Por otro lado, el acrónimo NRPI está basado en el acrónimo NHI (no human involved), frase utilizada en los años 70 y 80 por los policías de Los Ángeles para describir delitos que involucraban a minorías, drogadictos y trabajadores sexuales. Las muertes clasificadas informalmente como NHI jamás eran investigadas. Las víctimas eran no personas, justo como los incidentes NRPI del universo de los Roy. “Church and State”, un episodio antes del final, en el marco del funeral de Logan, contrasta a la familia con la “gente irreal” que ha despreciado a lo largo de cuatro temporadas:

~ El niño ridiculizado al inicio de la serie por perder la oportunidad de ganar un millón de dólares durante el tradicional juego familiar.

~ Las víctimas de los cruceros de Waystar-Royco, una de ellas intimidada por Shiv, quien le advierte que en caso de no aceptar la indemnización será identificada como una mujerzuela cuando su familia la busque en Google.

~ El mesero que muere ahogado en el lago por culpa indirecta de la ansiedad drogadicta de Kendall.

~ El indigente que acepta tatuarse por dinero las iniciales de Kendall en la frente durante la despedida de soltero del “Number one boy”.

~ Jess Jordan, la asistente regañada a la que prácticamente se le prohíbe abandonar la empresa.

~ Los periodistas de ATM despedidos por Tom y Greg.

~ Los ciudadanos que protestan en las calles, tan irreales para los Roy como los empleados del cementerio que acomodan las sillas en el entierro de Logan.

~ E incluso los altos ejecutivos de Waystar Royco, como lo demuestra Hugo, el vicepresidente de Comunicaciones, quien renuncia a ser persona para convertirse en perro. Las croquetas, promete Kendall en “Church and State”, serán millones, ¡millones!

Para los Roy, las únicas figuras dignas de atención son aquellas con el poder suficiente para joderlos. No sorprende que la persona más real para la familia sea Logan, cuyo peso dramático –aún en ausencia– continúa siendo el centro gravitacional de la serie.

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“Church and State” abre con un ensayo: la elegía que Roman planea pronunciar en el funeral de su padre. Confiado por el avance electoral de Mencken, Roman parece encaminarse a otra victoria. “Vean llorar a Shivy, vean mentir a Kendall, y ¡vean a Roman “el showman” encender el cielo!”, se regodea, caligulesco, frente al espejo. Como apuntábamos en la entrega anterior, parafraseando a su madre, Roman era el  perro que regresaba una y otra vez para ser pateado por Logan. De hecho, la tendencia de Roman a autosabotearse responde a la pulsión psicológica de neutralizar cualquier triunfo que le permitiera asumir una responsabilidad directiva meritoria del respeto paterno. El fallecimiento de Logan parecía haberlo liberado de esta dinámica. Al congregar a los principales tomadores de decisiones de Estados Unidos, el funeral era el escenario ideal para consolidar su nuevo rol como el empresario favorito del próximo presidente. Roman, sin embargo, fracasa miserablemente. El cuerpo del padre ha dejado de funcionar, pero la dimensión mítica de su corona aún domina el interregno.

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Antes de que Roman “encienda el cielo”, Ewan, el hermano santurrón de Logan, toma por sorpresa el púlpito. La elegía no programada comienza con la historia de cómo Ewan y Logan llegaron a Estados Unidos en barco durante la Segunda Guerra Mundial, obligados a permanecer en silencio absoluto durante días para mantenerse a salvo de los submarinos. Ewan explica que el magnate vivió con la creencia de haber provocado la muerte de su hermana Rose al contagiarla de poliomelitis, una idea que el tío de Logan –quien, como sabemos, lo golpeaba de manera recurrente– nunca desmintió. Recordamos que en la nota de instrucciones albergada en su caja fuerte, Logan pedía que lo enterraran con una foto de Rose (deseo que, suponemos, cumplieron los hijos).

El tono compasivo no dura mucho. Una vez cerrado el capítulo de la infancia, Ewan critica con amargura la habilidad de Logan para alimentar “la llama oscura de los hombres”. Ewan acepta que no está libre de culpa –y ciertamente hay algo de arrogancia moral en sus desplantes, como heredar toda su fortuna a Greenpeace–, pero por lo menos intenta ser una mejor persona. Logan, en cambio, lo dejó de intentar casi desde el principio.

La elegía de Ewan aumenta la presión para Roman, forzado a cambiar la narrativa y defender a su padre. Una vez que sube al ambón y observa el ataúd del patriarca, Roman experimenta una crisis nerviosa. El derrumbe es interpretado con una inquietante mezcla de hilaridad y patetismo por Kieran Culkin, quien nunca traiciona la naturaleza bufonesca del personaje, incluso en sus momentos más frágiles y dolorosos. Logan continúa pateando a Roman aún después de muerto.

El colapso de Roman es aprovechado por Kendall, quien improvisa un discurso que logra neutralizar los reclamos de Ewan, defender la oscuridad del padre y glorificar la naturaleza complicada y sangrienta del capitalismo: “(Mi padre) era un bruto, tenía una vitalidad, una fuerza que podía provocar dolor. Y lo hacía. Pero el dolor no importa, porque ganó mucho dinero, y el dinero es el alma, el oxígeno de esta maravillosa civilización que hemos construido a partir del barro. La voluntad de ser visto y de hacer. Hay personas que quieren podar su memoria y denigrar esa fuerza. Esa fuerza magnifica y horrible que espero esté en mí. Digo amén por eso”.

A la elegía de Kendall sigue la de Shiv. Según ella, Logan era imponente y sensible, pero nunca logró verla como un ser completo. Shiv resalta la difícil relación de su padre con las mujeres.

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Una vez que el cuerpo de Logan es depositado en el cementerio, el juego sucesorio se reactiva con rapidez. Kendall consolida sus bases y Shiv solidifica la alianza con Matsson bajo el acuerdo tácito de que la nombre CEO de Waystar-Royco. Shiv le promete ser un soldado fiel, manipulable y sin personalidad alguna. “Church and State” está repleto de imágenes de dominio que remiten a perros y títeres.

El acceso al trono ahora ha quedado atado de manera irremediable a la voluntad de Mencken, quien, en caso de ascender a la presidencia, deberá decidir entre impedir la compra por parte de GoJo (lo que facilitaría el ascenso de Kendall), o permitir el trato siempre y cuando Matsson designe a un CEO estadounidense (lo que en teoría inclinaría la balanza a favor de Shiv). Ninguno de los hermanos muestra el menor recato en besar el trasero del líder populista, quien, irónicamente, los mira con la ceja levantada, con un desprecio similar al que los Roy despliegan cuando lidian con la gente común y corriente. Para Mencken, los Roy deben ser las personas más irreales del planeta.

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Las viudas de Logan. No hay un ácido más conmovedor que el destilado por Armstrong en Succession. ~

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Mauricio González Lara (Ciudad de México, 1974). Escribe de negocios en el diario 24 Horas. Autor de Responsabilidad Social Empresarial (Norma, 2008). Su Twitter: @mauroforever.


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