Vampiros escandinavos

La importancia de la atmósfera escandinava en Let the right one in, la mejor película de vampiros de los últimos años.
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Lo que se conoce como Escandinavia ha sido, desde antes de la historia, terreno fértil para mitos y leyendas. Allí surgen los enanos, los elfos, los trolls (muestra de esto último sería The Troll Hunter, otro ejemplo del terror documental) y otros seres que actualmente habitan el imaginario popular en todo el mundo. No resulta sorpresivo entonces que el quehacer fílmico encuentre en sus tierras la posibilidad de revisar mitos desde una geografía poco común.

El vampiro, ya presente en la mitología escandinava desde siglos atrás bajo el nombre de draugr (draug,  en Noruega), mito fílmico bastante golpeado por la saga Twilight y sus terribles consecuencias en todos los medios, encontró en Let the Right One In un poco de aire fresco. Basada en la novela homónima de John Ajvide Lindqvist(leer la novela y ver esta adaptación y posteriormente la versión estadounidense, Let Me In, es un interesante ejercicio narrativo. Quien quiera mayores referencias de Let Me In no puede dejar de leer/ver el video/ensayo que Gabriel Lara Villegas se aventó sobre esta cinta en su blog, Cinécdoque), deja bien claras sus coordenadas desde el póster. La cinta se conduce por varios tópicos: el vampirismo adolescente de Eli parece apenas un pretexto para varios subtextos a lo largo del filme: la soledad, la muerte, la vida, el bullying (en la novela original están presentes dos tema más,  desafortunadamente eliminados en ambas adaptaciones fílmicas: la pedofilia y la sexualidad de Eli). Y, por supuesto, el frío en todas sus formas: hay frío en la soledad de Oskar y en la de Eli; hay frío desde el primer fotograma de la cinta:

 

 

Lo que vemos es nieve, nieve que cae teniendo como telón de fondo la perenne noche sueca. Aquí comienza todo: en una noche oscura, helada, nuevos vecinos llegan al departamento contiguo al de Oskar, un niño de doce años que sufre de abuso escolar por el día y fantasea con apuñalar a sus abusadores por las tardes. Hay un primer asesinato en la cinta cometido por Håkan, el pedófilo profesor de escuela que cuida y provee de alimento a Eli, y el frío y la nieve preceden a la muerte:

 

 

La cámara recorrerá unos pocos metros antes de poder ver la operación de Håkan, pero es clarísimo que este frío y esta muerte (e incluso, esta misma historia) no podrían ser contados de la misma forma en otra tierra que no fuera Suecia, con sus días de seis horas de luz en invierno. La luz es un elemento escasísimo enLet the Right One In: verla es casi un milagro. Hay una pálida iluminación en el filme, pero lo cierto es que todo da la impresión de ocurrir frente a una lente helada. Pocas secuencias tienen abundante luz en ellas y en dos de ellas se cometen actos moralmente reprobables, quizá, pero justos. En la primera, Oskar golpea a uno de sus abusadores, hiriéndolo gravemente (detrás: nuevamente, la omnipresencia del frío):

 

 

En la segunda (una de las matanzas más elegantemente filmadas en el cine reciente, sin exagerar), Eli ejecuta la venganza definitva contra todos los que se aprovechan de Oskar:

 

http://www.youtube.com/watch?v=yAnHbjMMLhM

 

(Aquí se puede hacer una anotación: aunque Matt Reeves es un director solvente – ya lo demostró en Cloverfield y en la mismaLet Me In – su cover norteamericano no puede evitar sujetarse a ciertas convenciones del género: en su versión, Owen, el símil estadounidense de Oskar, es perseguido hasta los baños por los chicos que quieren golpearlo. Todo lo contrario al original, donde el protagonista es distraído con una maniobra que raya en el colmo de la ingenuidad – y que mucho contribuye al impacto posterior de los asesinatos. La escena se puede ver aquí,aunque la calidad del video no es buena.)

Oskar constantemente habla de lo fría que está Eli. Ella, claro, es un vampiro, está parcialmente muerta, así que no puede hacer nada al respecto – nada más que encogerse de hombros y sonreír. Después de la matanza en la piscina, los chicos resuelven, tácitamente, huir: no quieren estar ya en ese sitio (Eli, en realidad, no puede permanecer ya en ese sitio). La última escena, la del escape, nos pone a pensar acerca de su destino: el frío sigue allí, pero distante, separado de ellos a través de un cristal. Oskar le golpea mensajes en Morse a Eli, quien le contesta desde el interior de un baúl. El vagón del tren, como pocas cosas a lo largo del filme, es cálido, parece cómodo. ¿Estarán dejando Suecia? ¿Oskar será, eventualmente, convertido en un vampiro? Poco importa. Todos están solos en la cinta. Todos, menos Oskar y Eli.

 

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Luis Reséndiz (Coatzacoalcos, 1988) es crítico de cine y ensayista.


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