Es el ocaso del sexenio de López Obrador y puede afirmarse con certeza que el Programa Cultura Comunitaria (PCC) de la Secretaría de Cultura no logró las metas que se propuso. El programa fue lanzado el 26 de febrero de 2019 en el deportivo Cuauhtotoatla, San Pablo del Monte, Tlaxcala, como la “iniciativa social” más importante de la Secretaría de Cultura. El PCC buscaba llegar a los municipios con los más altos índices de violencia y marginación para que la cultura contribuyera a la restitución del tejido social. Al final, el programa dio a luz a un evento de élite, “Yo tengo un sueño”, que se presenta en el Auditorio Nacional.
El PCC encuentra sus orígenes en el Programa Nacional de Cultura 1990-1994 del Conaculta, realizado durante un periodo al que con monótona frecuencia el presidente Andrés López Obrador califica desfavorablemente como “neoliberal”, aun cuando Alejandra Frausto, la todavía secretaria de Cultura, y sus mandos altos y medios, fueron servidores públicos entonces. Iniciativas similares e incluso idénticas figuraban en aquella época: la dirección de Culturas Populares –que la propia Frausto dirigió de 2013 a 2017–, la dirección de Desarrollo Cultural Infantil y el Programa Nacional de Orquestas y Coros Juveniles de México, entre otras instancias
En el anuncio oficial de Tlaxcala se informó que el programa constaría de cuatro ejes. Las Misiones por la diversidad cultural buscarían el “impulso de las culturas locales” y la “redistribución de la riqueza cultural” de México. Comunidades creativas y transformación social comprendía crear entornos que fomentan las artes y las iniciativas creativas para la reconstrucción de la sociedad. Los Territorios de paz se traducían en iniciativas territoriales para el ejercicio de los derechos culturales en comunidades en condiciones de vulnerabilidad y violencia. Finalmente, los Semilleros creativos eran talleres para el desarrollo del talento artístico entre niños y jóvenes. Tan solo dos años después, en 2021, el programa experimentaba una debacle, que su titular, Esther Hernández Torres, llamó una etapa de “reflexión, reestructuración y rediseño”. De los cuatro ejes originales, se le dio prioridad a los Semilleros creativos.
El Programa Cultura Comunitaria acaso intentaba adquirir relevancia más allá de las fronteras de México, a manera de modelo susceptible de réplica, puesto que la desigualdad social y la delincuencia han causado brechas que no han sido resueltas durante décadas, no solo en nuestro país sino en el resto de América Latina. Al margen de la naturaleza de los gobiernos de la región, liberales, conservadores y socialdemócratas, o dictaduras de izquierda o derecha, esta tragedia social seguía sin solución. ¿El PCC daría al menos algunas orientaciones?
Desde el inicio, en el programa prevaleció la impericia administrativa y la opacidad presupuestal. Según la información publicada en el Diario Oficial de la Federación (DOF), para 2019 al PCC se le asignaron 931 millones de pesos (mdp). En 2020, la cifra bajó a 709 mdp, monto al que se le restó el 75% del “presupuesto disponible de las partidas de servicios generales y materiales y suministros” –es decir, el gasto administrativo– por el decreto de austeridad de López Obrador. Este decreto fue expedido por el presidente de México como consecuencia de la pandemia, y aplicó para todas las dependencias del gobierno en su conjunto. Para 2021, el presupuesto del PCC era de 97.6 mdp, apenas arriba del 10% con el que el programa arrancó el sexenio. En los tres años siguientes, el monto rondaría el tercio de la asignación original: 304.2 mdp (2022), 334.7 mdp (2023) y 357.6 mdp (2024).
Esos eran los datos del DOF, pero la realidad, según se dio a conocer en la prensa, era diferente. En 2019, el PCC no recibió 900 mdp sino 400mdp. En 2020 tampoco recibió 709 mdp sino 637 mdp, cifra que se redujo a 355 mdp. Ese 2020, la Secretaría de Cultura firmó un memorándum de entendimiento con el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, PNUD, en busca de auxilio. El representante de dicho programa en México, Lorenzo Jiménez de Luis, aclaró que solo tenía presupuesto para “proyectos piloto”. Para 2021, según Hernández, la Dirección General de Vinculación Cultural no contaría con los 97.6 mdp registrados en el DOFsino solo 69 mdp para pago de honorarios, aunque luego aseguraría que tan solo a Cultura Comunitaria se le subió el presupuesto a 221 mdp. De 2022 a 2024, solo contamos con la información del DOF.
El compromiso inicial fue que Cultura Comunitaria se extendería durante 2019, el año mismo de su lanzamiento y a través de sus Semilleros creativos, “al menos” a los 720 municipios con mayores índices de violencia y marginación. De acuerdo con el Consejo Nacional para la Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), en todo el país el porcentaje de la población indígena en situación de pobreza es mayor que la no indígena. No obstante, ese 2019, los semilleros llegaron a 535, el 74%. Luego se prometió que se alcanzaría la cifra original de 720 en dos años, y tampoco fue así. Y que para la conclusión del sexenio se abarcaría la totalidad de los 2 mil 469 municipios a nivel nacional. La meta tampoco se cumplió.
Debido a la pandemia, 2020 arrancó con 363 semilleros. Para el 30 de noviembre de ese año, Hernández Torres afirmó que 329 “habían logrado mantenerse a flote”. El 17 de abril de 2021 aseguró que los semilleros sumaban 296. Ya habían quedado atrás las expectativas iniciales. Desde entonces, la cifra oficial reportada comenzó a subir, aunque concentrándose en menos municipios. Para 2022 la cifra fue de 329 semilleros, aunque no se especificó el número de municipios En 2023, también de acuerdo al reporte oficial, se llegó a los 443 semilleros distribuidos en 302 municipios. A la fecha han llegado a 297 municipios, apenas el 12% del total nacional, para 443 semilleros y una población beneficiada de 15 mil niños y jóvenes.
Más allá de las cifras, la lista de deficiencias de los Semilleros Creativos es larga. No había o escaseaban los materiales para las actividades planeadas. Se redujeron el personal y los sueldos. Las jornadas alcanzaban las 14 horas diarias durante la pandemia sin la garantía de servicios médicos. No se ofrecía apoyo para los traslados. Los protocolos de seguridad eran mínimos en las zonas de alto riesgo. Más la cancelación de las contrataciones. Estas y otras denuncias se formularon desde enero de 2021.
En las zonas más marginadas, tan solo el 40% de los habitantes cuenta con señal de telefonía celular. Esto se volvió particularmente problemático durante la pandemia de covid-19, cuando las actividades que comenzaron como presenciales se volvieron “mixtas” y en ocasiones se limitaban al envío a través de WhatsApp de las “tareas” a realizarse. En donde no había acceso a servicios de mensajería instantánea, los maestros hacían visitas a las casas cada una o dos semanas para entregar los materiales. Si se les negaba el acceso al poblado, se hacía a través de enlaces. La manera como los maestros comprobaban que habían cumplido con las actividades eran “los informes que presentan los maestros, fotografías, evidencias”, según reconoció Hernández.
La pandemia no la única causa de las deficiencias del programa. Desde su arranque, el Coneval, en su comunicado de agosto del 2020, apuntó varias deficiencias. El programa no trascendía las cabeceras municipales, por lo que no cumplía su meta. No se aprovechaba la experiencia de los gestores locales, marginándolos en los hechos. El manejo del presupuesto era desaseado debido a la falta de mecanismos para el ejercicio fiscal, demoras en los pagos y contrataciones opacas. Tampoco Telar, el Registro Nacional de Espacios, Prácticas y Agentes Culturales, funcionaba.
Hoy, el sitio de internet del PCC muestra tres ejes. Del primero, “Participación cultural comunitaria” –talleres, diplomados, laboratorios– se dice que se realizaron 33 actividades en 8 municipios distribuidos en 7 estados, con un total de mil 781 participantes. No se dan detalles de las actividades, los estados, ni los municipios. Del segundo, “Recuperación afectiva del espacio público”, parece evidente en las imágenes que no ocurren en los municipios de más alta marginación, tal y como reportaba el Coneval. Los resultados: 106 convites, mil 400 jornadas, 90 municipios –para un país, no lo olvidemos, de 2 mil 469–, y 34 mil 411 participantes. El tercero son los “Semilleros Creativos”, los que desde 2021 se volvieron la prioridad, y que se ocupa de los niños y jóvenes que se presentan en el espectáculo anual del Auditorio Nacional.
En segundo orden, en el sitio web figuran otras actividades parte del PCC, que fueron extinguiéndose conforme el interés se concentró en los Semilleros. Una, Arte + Movilidad –dirigido a personas privadas de su libertad–, colectivos, proyectos y talleres en Zacatecas, Querétaro, Sonora y Tamaulipas, uno por entidad, y que llega a 285 presos. Dos, Cine Sillita –28 cines sillitas, para 193 jornadas, en 16 municipios, y 7 mil 794 participantes. Tres, “Jolgorio. Celebración pública de arte y cultura”, con duración de 1 a dos días: “artilugios sobre derechos culturales”, “salas para platicar y jugar”, “círculos del diálogo”, “corredores artesanales y de cultura alimentaria”, “exposiciones abiertas”, “foros de artes vivas”, y “talleres libres”. En este rubro no hay cifras.
Finalmente, Telar. La Secretaría de Cultura intentó conformar una base de datos de creadores, artistas y gestores, que sirviera de referencia para su eventual contratación –aunque no por parte del gobierno federal, pues el propio decreto de austeridad de López Obrador cancelaba esa posibilidad–. La idea de este registro de profesionales de cultura, además, carecía de lógica, pues estaba sujeta a que hubiera o no interés en registrarse en plataforma. Un censo no funciona así.
Para 2023, Telar tendría registrados tan solo 26 mil 800 personas asociadas a la cultura y las artes y, para colmo, la base de datos había sido hackeada. La cifra no es ni mucho menos indicativa. En la Cuenta Satélite de Cultura 2022 elaborada por el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática se reporta que el sector llegó a un millón 494 mil 745 puestos de trabajo. Es decir, el Telar, tan celebrado por las propias autoridades, que ni siquiera garantiza a los suscritos la privacidad de su información personal, apenas registra al 1.8% de los puestos de trabajo reportados por la Cuenta Satélite 2022.
Para intentar disimular el fracaso de los Semilleros Creativos y del Programa de Cultura Comunitaria en su conjunto, Alejandra Frausto dio prioridad mediática y presupuestal al evento gratuito “Yo tengo un sueño”, que se presenta anualmente en el Auditorio Nacional, con la participación de niños y jóvenes quienes interpretan música y bailables, y carente de impacto social. El programa de la inclusión acabó en un evento para 10 mil personas en la ciudad con más oferta cultural.
¿Por qué no funcionó el PCC? Por arrogancia e incompetencia. ~
Es autor del libro digital 80 años: las batallas culturales del Fondo (México, Nieve de Chamoy, 2014), de Política cultural, ¿qué hacer? (México, Raya en el Agua, 2001, y de La palabra dicha. Entrevistas con escritores mexicanos (Conaculta, 2000), entre otros. Ha sido agregado cultural en las embajadas de México en la República Checa y Perú y en el Consulado General de México en Toronto.