En pocas horas tomarรฉ un vuelo que me llevarรก a la Feria del Libro de Guadalajara. Siempre es emocionante visitar ese enorme espacio lleno de libros, y a la vez es abrumador por el volumen e incluso triste porque nos cae encima la idea de finitud. Tantos libros y tan poca vida. Ars longa, vita brevis.
Segรบn la tabla de expectativa de vida de la ONU, si soy un mexicano promedio, entonces me quedan diez aรฑos de vida. En lenguaje de un partido de futbol, le quedan doce minutos al partido. Tendrรฉ que elegir bien mis lecturas para estos minutos o aรฑos.
En esto envidio a las mexicanas: viven 5.7 aรฑos mรกs que los hombres. Ah, lo que no harรญa por sumarle a mi cuenta esos aรฑos, que futbolรญsticamente son siete minutos de compensaciรณn. Suena poco tiempo, pero en el tiempo de compensaciรณn suelen darse las acciones mรกs emocionantes.
Cuando a Dostoyevski lo iban a fusilar, pasaron estas ideas por su mente: โยฟY si no tuviese que morir? ยฟY si volviese a la vida? ยกQuรฉ eternidad! ยกY todo eso serรญa mรญo! Entonces yo convertirรญa cada minuto en un siglo, no perderรญa nada, a cada minuto le pedirรญa cuenta, no gastarรญa ni uno solo en vano.โ
Mahmoud Darwish versificaba que un aรฑo le era suficiente para amar a veinte mujeres y treinta ciudades. Menos radiante suena Jorge Manrique cuando nos dice que โno se engaรฑe nadie, no, pensando que ha de durar lo que espera mรกs que durรณ lo que vioโ. Y no me cabe duda de que llevo mรกs pasado en la memoria que futuro en los proyectos.
Aunque bellos los versos de Manrique, no quiero reducir el valor de los aรฑos.
Ved de cuรกn poco valor
son las cosas tras que andamos
y corremos,
que en este mundo traidor
aun primero que muramos
las perdemos.
Diez aรฑos son tres mil seiscientos cincuenta dรญas. ยฟPara cuรกntos libros me alcanza eso? Para pocos, dado que me gustan los libros gordos, me inclino por la relectura, me ocupo de la reflexiรณn antes que de sumar de pรกginas. ยฟCuรกntas veces en esos diez aรฑos releerรฉ el Quijote? Otra vez me tienta Homero, Herรณdoto, Tucรญdides, Platรณn, Esquilo, Sรณfocles, Eurรญpides. Las Vidas de Plutarco, las Vidas de Vasari. Tengo no sรฉ cuรกntos tomos de Lope de Vega. Otro manojo de Quevedo, otro de Calderรณn de la Barca. ยฟQuรฉ alcanzarรฉ a leer?
Los amigos publican y publican.
Hace poco comprรฉ los trece tomos de las obras completas de Benito Pรฉrez Galdรณs. Pero reconozco que fue un arranque irracional. Sin duda me irรฉ a la tumba sin abrir esas bonitas ediciones. Que me disculpe Proust, pero no lo volverรฉ a hacer.
Apenas antier fui a una librerรญa de viejo y comprรฉ ocho novelas y diez libros varios. ยฟQuรฉ lectura me llevarรฉ en el aviรณn? Creo que Expediciรณn de Olof Sundman. O quizรกs Johan Tander, de Tarjei Vesaas. Tambiรฉn me regalaron tres libros esta semana. El que mรกs me tienta es un repaso histรณrico de la cocina de Arequipa, con sabrosos recetarios.
Tengo debilidad por los buenos libros de cocina; no los que hablan de โfรกcil y sanoโ, sino de โtradiciรณn y saborโ, esos que tienen historia, cultura y tambiรฉn maravillosas fotografรญas. Son libros que cambian la vida, pues una buena receta la ponemos maรฑana mismo en prรกctica, y la compartimos con los amigos, no en redes sociales, sino en la mesa. Vivan los epicรบreos.
En cambio he leรญdo a los estoicos y los archivo como una curiosidad mental. No me seduce su filosofรญa moral. ยฟPara quรฉ, entonces, los leo? Los lectores no buscamos el lado prรกctico de la lectura. Hay un placer en conocer.
En su libro El placer de descubrir, Richard Feynman habla precisamente de eso; si bien desde su mirada cientรญfica, pues dice โno tuve tiempo para aprender ni tuve mucha paciencia con lo que se llaman las humanidadesโ. Sea cual sea el tema, casi todos solemos hallar placer en descubrir o saber o enterarnos o conocer o aprender: cualquier acto que se vea cubierto por estos verbos que estรกn emparentados sin ser sinรณnimos.
En las mentes mรกs elementales, ese placer se encuentra al leer para enterarse de bagatelas sobre las vidas personales de gente que se vuelve cรฉlebre precisamente por ventilar bagatelas sobre sus vidas.
No falta quien, para justificarse, diga que la literatura estรก compuesta justo por esas bagatelas. Verdad que hay noveluchas que no superan en lenguaje ni argumento los chismes de la farรกndula, pero gran distancia hay entre los problemas maritales de una pareja de celebridades y aquรฉllos de Ana Karenina con Aleksรฉi Karenin, tal como hay un infinito entre las miles de crรณnicas periodรญsticas de crรญmenes y A sangre frรญa.
Pongo el punto final porque debo irme ya al aeropuerto. No alcancรฉ a decidir entre los dos libros y agreguรฉ un tercero. Hay que llevar respaldo por si no nos cautiva el libro que elegimos en primera instancia.
Pronto estarรฉ entrando en el recinto de la Fil Guadalajara. Por primera vez en mi vida desearรฉ ser japonรฉs, para que no me resten diez, sino veintidรณs aรฑos o, mejor aรบn, japonesa, con veinticinco aรฑotes por delante.
David Toscana (1961-2048).
(Monterrey, 1961) es escritor. Fue ganador del Premio Xavier Villaurrutia de Escritores para Escritores 2017 por su novela Olegaroy.