May your song always be sung
And may you stay forever young
โForever Youngโ, Bob Dylan.
Asumo que no estoy solo: lo que mรกs me asombra de Robert Allen Zimmerman es que a los 80 aรฑos de edad, que cumple este lunes, siga siendo capaz de componer canciones significativas y articular รกlbumes redondos, contundentes. Eso fue el Rough and rowdy ways, que lanzรณ en el pandรฉmico 2020: otro capรญtulo deslumbrante de una carrera con elevadas crestas y algunos abismos.
Tratรกndose del longevo trovador, puede intentarse la maรฑa de salir con que todo ya estรก dicho, pero siempre puede intentarse refrasear lo que se ha dicho una y otra vez desde hace seis dรฉcadas. Lo que hoy mรกs me apura es exponer a las nuevas generaciones por quรฉ estoy convencido de que Bob Dylan es el gran parteaguas en la mรบsica popular anglosajona del siglo XX, y de paso persuadirlas de que es la figura medular de la cultura juvenil de al menos el รบltimo medio siglo, acaso mรกs telรบrica e influyente que el mismo Elvis Aaron Presley y los cuatro Beatles, a los que, ya se sabe, rolรณ un toquecito.
Mucho antes de que, en 2016, le concedieran el Nobel de Literatura โque algunos letrados siguen rebatiendoโ, Dylan ya era objeto de estudio en instituciones de educaciรณn superior. La academia y el รกmbito cultural estรกn poblados de dylanรณlogos. Desde sus inicios, el artista fue una autocreaciรณn ambiciosa, alguien que asimilรณ el folclor estadounidense hasta el grado de ir en busca del compositor y cantante Woody Guthrie, el santo patrono del folk gringo, al hospital en el que convalecรญa. Dylan se inventรณ unos orรญgenes de trovador errante. Arribรณ en el momento preciso a la escena del Greenwich Village neoyorquino, a principios de los 60. Se vinculรณ con Allen Ginsberg y los poetas de la Generaciรณn Beat. Participรณ activamente en las multitudinarias concentraciones del movimiento por los derechos civiles. Muy a su pesar, se le adhiriรณ a sus canciones la etiqueta โde protestaโ. Algo era irrefutable: Dylan habรญa abrevado de la rica tradiciรณn del folk, el blues y el gospel. Al paso de los aรฑos se demostrarรญa tambiรฉn que habรญa atesorado un gusto genuino por las composiciones de Tin Pan Alley. La exuberante tradiciรณn musical estadounidense pululaba en sus oรญdos.
Dylan establece un antes y un despuรฉs en la escena cultural del imperio porque si bien en su corazรณn laten Buddy Holly, Jerry Lee Lewis, Richie Valens y Little Richard, recupera tambiรฉn a figuras del blues (Robert Johnson, Charlie Patton, Blind Willie McTell) y del country (Hank Williams y Johnny Cash) para referirse a los asuntos cรญvicos, laborales, imaginativos y amorosos del hombre comรบn, y siempre que puede lo hace de modo alegรณrico, casi en clave, con encanto, resonancia y misterio. Dylan traslada al mundo pop la cosmovisiรณn beatnik, con su marcado escepticismo frente a la comodidad y el bienestar de la posguerra โque serรญa el germen del hippismo y la contraculturaโ, y lo hace frente a amplias multitudes juveniles que sentรญan cรณmo los tiempos estaban cambiando en los usos, costumbres y formas de vida.
El instante, si acaso fueron segundos epifรกnicos, o los dรญas y semanas que llevaron a Dylan a aventurarse a la exploraciรณn elรฉctrica, son decisivos en la historia del rock. No que la guitarra acรบstica fuera un arma ineficaz para matar fascistas o para llevar las vibraciones sonoras hasta la รบltima cรฉlula de los escuchas, pero la electricidad suponรญa la expediciรณn a un mundo ignoto, la apertura a una nueva sensibilidad, y mรกs si se hacรญa acompaรฑar de sustancias para estimular estados alternos de conciencia. Por eso son efemรฉrides importantes la participaciรณn de Dylan en el Festival de Newport, el 25 de julio de 1965, con mรบsicos de la Banda de Blues de Paul Butterfield, y la presentaciรณn del juglar en el Free Trade Hall de Manchester, el 17 de mayo de 1966, en donde recibiรณ la acusaciรณn de โJudasโ por su flagrante traiciรณn a lo acรบstico.
Para ese entonces ya estaba claro que Dylan harรญa con su carrera lo que le viniera en gana, y en todos los รกmbitos posibles. Se dejarรญa filmar (por D.A. Pennebaker), harรญa pelรญculas experimentales (Renaldo y Clara), escribirรญa largos poemas en prosa oscuros y crรญpticos (Tarรกntula), se refugiarรญa en el country, andarรญa nuevos derroteros religiosos y espirituales (del judaรญsmo al fundamentalismo cristiano y de regreso), armarรญa y desarmarรญa grupos de acompaรฑamiento con mรบsicos notables (Robbie Robertson, Mick Ronson, Mick Taylor, Mark Knopfler y Charlie Sexton, entre otros) y se alejarรญa de los reflectores, renuente a ser el faro, el gurรบ, el portavoz de una generaciรณn, como lo dice en la primera parte de su autobiografรญa, Crรณnicas 1.
Dylanescos son Serrat y Sabina, Silvio y Pablo, Jaime Lรณpez, Lou Reed, Bowie y Springsteen, Neil Young, George Harrison, Mark Knopfler y Tom Petty, Beck, Jack White, Jeff Tweedy (Wilco), Adam Granduciel (The War on Drugs) y muchos que ni siquiera lo admiten. Dylan es un cosmos, una biblioteca abierta, y su discografรญa, para decirlo directo, ostenta algunas de las producciones mรกs logradas en la historia del rock. Guardo la esperanza de que muchos jรณvenes que disfrutan el libre y corrosivo flujo de la palabra, el apunte y el comentario social y generacional en las piezas de hip hop que escuchan, se atrevan a bucear en Highway 61 revisited, Blonde on blonde y Blood on the tracks, por solo citar tres de sus obras cumbre. Descubrirรกn que a pesar de una voz y estilo peculiares, el fraseo y el flow de Dylan son premonitorios de una estรฉtica prevaleciente en la actualidad. El poeta hace el relato de su entorno con todos los recursos verbales y literarios a su disposiciรณn, incluida la tradiciรณn poรฉtica anglosajona y el libro de libros, la Biblia.
El bardo de Duluth, Minnesota, generรณ controversia y cierto rechazo cuando abrazรณ el fundamentalismo cristiano a fines de los aรฑos 70. Yo rescato los tres รกlbumes de ese periodo, mรกs que por su prรฉdica y fervor, por la entusiasta recuperaciรณn que emprende de elementos como los coros femeninos, los arreglos tipo estudios Muscle Shoals, y la cadencia del gospel y los spirituals, esta รบltima una fuerza que, como lo han aventurado muchos, convierte hasta a los mรกs incrรฉdulos.
Hay un rostro de Dylan que ahora, en ocasiรณn de su 80 aniversario, me animo a promover de dos maneras. Es uno en el que intervienen el oรญdo y las manos sabias de un notable arquitecto sonoro, el productor canadiense Daniel Lanois, que tanto hiciera por el sonido de U2. Oh mercy es un รกlbum que data de 1989 y que con toda justicia se considera un gran retorno de Bob Dylan. No se habรญa ido, pero cada una de sus grabaciones de los 80 era ninguneada en las listas de ventas o vapuleadas por la crรญtica mรกs exigente. Ese volumen de atmรณsferas, ecos y cadencias intimistas fue una brillante primicia de lo que volverรญan a hacer Lanois y Dylan, lustros mรกs tarde, con Time out of mind y Love and theft, magistrales obras de senectud de un diablo que sabe mucho mรกs por viejo. Oscuras. A ratos pesimistas. Desencantadas. Acerbas. Despiadadas. Difรญcil promover entre los jรณvenes melรณmanos esta clase de monumentos que muestran cรณmo en el ocaso de la vida no siempre hay claridad, ni dulzura, ni comprensiรณn, pero sรญ maneras de sobrevivir y dar la batalla vital con mรบsica y palabras.
En un 2020 de tanta pรฉrdida y desazรณn, โMurder most foulโ y el รกlbum del que forma parte, el mencionado Rough and rowdy ways, fueron un obsequio inesperado. La canciรณn es un tour de force y a la vez un recuento de la vida estadounidense en tiempos de Bob Dylan, a partir del asesinato de John F. Kennedy (โEl dรญa que lo mataron, alguien me dijo: โHijo, / la era del Anticristo apenas ha comenzadoโ). Una clepsidra de hechos, canciones y personajes. El cronista afila el lรกpiz, carraspea, desgrana sus recuerdos, como un Joe Brainard, un Georges Perec o una Margo Glantz. Expande su visiรณn oceรกnica y contiene dรฉcadas en una canciรณn de 16 minutos con 57 segundos. Apuesto a que no serรก la รบltima gran composiciรณn que nos regale Bob Dylan. Si pierdo, pagarรฉ sin chistar, agradecido por un robusto catรกlogo del que nos van a sobrevivir montones de piezas.
Ernesto Flores Vega (Huichapan, Hgo., 1964) es un melรณmano eclรฉctico. Ha ejercido el periodismo y la comunicaciรณn corporativa.